COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

martes, 30 de octubre de 2007

AGUANTE EL DIEGO

Diego de Villaroel y Fernando Mate de Luna
Noviembre de 2003 - Publicado por el Diario EL TRIBUNO el 3 de Noviembre de 2007
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En una búsqueda de razones que expliquen el mediocre presente de los tucumanos, a pesar de ser una provincia pequeña con todas las condiciones para ser exitosa, empecé por los primeros años de nuestra existencia como tal.
Me llamó la atención un comportamiento que me pareció recurrente por casualidad -o no- a lo largo de los siglos: Tucumán fue fundada en 1565, luego trasladada y fundada nuevamente 120 años después, para empezar de nuevo desde cero. Muchas situaciones similares han ocurrido desde entonces, como por ejemplo: nuestro mayor símbolo provincial, la Casa Histórica, fue demolida y reconstruida 60 años más tarde.
Como anticipo breve de un trabajo que espero sea más extenso, quiero reflexionar sobre estos dos acontecimientos fundacionales: el de 1565 y el de 1685. Un dato de la actualidad que no tiene correlato con la historia, es nuestro feriado ciudadano del 29 de septiembre, que hace referencia a la fundación de San Miguel de Tucumán. Esto no es así: fundar, lo que se dice fundar, es la acción que realizó don Diego de Villaroel el 31 de mayo de 1565 en el paraje “en lengua de los naturales llamado Ibatín”, por lo tanto es evidente que nuestro actual feriado no se refiere a esa fecha.
Surge de inmediato la idea de que el 29 de septiembre se debe referir al traslado de la ciudad, que algunos pueden interpretar como refundación. Tampoco. El traslado de la ciudad, llevado a cabo en 1685, se venía discutiendo desde por lo menos 1678, año en que se produjo la más grave de las inundaciones producto de la crecida del actual río Pueblo Viejo (el motivo de su nombre es evidente). La fecha de la fundación de la ciudad en su sitio actual fue formalizada el 27 de septiembre, los preparativos del traslado comenzaron el 24, partiendo los estandartes con el grueso de los vecinos el día 25 “entre las 11 y las 12 del día”.
Por lo tanto, el 29 de septiembre no corresponde a ninguna de las dos fechas históricas: es simplemente el día del santo patrono de la ciudad. Es como si los catamarqueños, en lugar de celebrar el 5 de julio como fundación de su ciudad (de nuevo Fernando Mate de Luna involucrado), celebraran el 30 de mayo, día de San Fernando.
Dejando el tema de la fecha de lado, la otra gran injusticia que desde mi punto de vista ha realizado la historia con los años, es el desproporcionado reconocimiento de la ciudad a don Fernando Mendoza Mate de Luna, en detrimento de Diego de Villaroel. El impacto histórico de cada uno en su tiempo es desigual. Villaroel era un adelantado con una importante trayectoria. Participó muy joven, junto a su tío Francisco de Aguirre, en el famoso saqueo de Roma de 1527, comandado por Carlos V. Descubrió las minas de Potosí, fundó esa ciudad en 1547 y fundó personalmente nuestra ciudad, como dijimos, en 1565.
Fernando Mate de Luna, gobernador de Tucumán en 1685, ejercía desde la ciudad de Salta, y por lo tanto ni siquiera estuvo presente durante el traslado y fundación de la ciudad, tarea que estuvo a cargo de su lugarteniente Miguel de Salas y Valdez. El se limitó a dictar el auto ordenando el traslado, que por otra parte no era más que cumplir con una real cédula llegada desde España, en respuesta a una carta desesperada enviada por el entonces gobernador Juan Diez de Andino en 1679 al rey. Sin embargo, la avenida más importante de la ciudad lleva su nombre, relegando para don Diego de Villaroel una callecita de barrio de poco más de diez cuadras de largo, muchas de las cuales ni siquiera tienen pavimento. Nadie se acuerda de la fecha del 31 de mayo, ningún acto de colegio se lleva a cabo ese día.
En contraste, Buenos Aires conmemora con gran solemnidad la fracasada primera fundación de don Pedro de Mendoza en 1536, cuyo nombre figura tallado en la base del obelisco. También hay un famoso parque que lleva el nombre “3 de Febrero”, y otras menciones por el estilo. En menor medida se celebra la segunda y definitiva fundación realizada por Juan de Garay en 1580.
Lo nuestro es, por lo menos, motivo de reflexión. Si hemos interpretado nuestro pasado tan equivocadamente, ¿no seguiremos haciendo lo propio con nuestro presente?

Luis Corvalán, Tucumán, 19 de noviembre de 2003

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