COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

domingo, 15 de noviembre de 2020

ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS - HISTORIA Y CONTEXTO - LATINOAMERICA


Observar que ocurre en Estados Unidos puede parecer lejano para algunos paisanos latinos pero no debería serlo. Desde la Segunda Guerra Mundial es la potencia hegemónica mundial y somos justamente los latinos quienes hemos vivido bajo su influencia en lo que ellos llaman su "patio trasero". Así que vamos a intentar analizar lo que ocurre ahí ahora, en una transición importante para su historia reciente.

El sistema electoral norteamericano es similar al que se adoptó en Argentina cuando a mediados del siglo XIX establecimos una Constitución a imagen y semejanza de la elaborada en Filadelfia en 1787. Cada región (Estado) organiza el voto popular y según el resultado nombra a los electores que concurrirán al Colegio Electoral donde ahí se vota y  se consagra al presidente. En 48 de los 50 estados de EEUU el partido que logra la mayoría de votos se lleva el 100% de los electores designados para ese estado. La cantidad de electores va a depender de la población de ese estado. En Argentina adoptamos un sistema más europeo y los electores por cada provincia son establecidos por un sistema proporcional. Este sistema evitó, durante su existencia hasta la reforma de 1994, que sea consagrado presidente un candidato que no había ganado el voto popular. El sistema de EEUU permitió que en 5 ocasiones fuera nombrado presidente un candidato que perdió la votación popular. Esta anomalía hizo que hoy en Estados Unidos el sistema de Colegio Electoral esté muy cuestionado.

El sistema de votación popular en EEUU tiene además otro inconveniente y es que no existe una autoridad electoral federal. Cada estado fija las normas de votación y es el encargado del recuento de votos. Tampoco hay un centro de cómputos central oficial, así que los resultados los entrega cada Estado a algún medio de comunicación y estos son los encargados de hacerlos llegar al público. El sistema de "ganador lleva todo" cuando de electores se trata hizo innecesario un escrutinio fino entre los partidos salvo en casos de muy poca diferencia (menos de 0,5%) entre candidatos en que un recuento manual puede ser exigido por la justicia. Finalmente la oficialización del nombramiento presidencial lo hace el Colegio Electoral generalmente a principios o mediados de diciembre. La votación popular siempre se realiza el primer martes de noviembre.

Tanto la determinación de esa fecha, durante un día hábil, el sistema de Colegio Electoral y la creación de la Cámara de Senadores -que durante 130 años no se elegía por voto popular- eran métodos adoptados para menguar el impacto de la voluntad popular en la designación del presidente.

La gran diferencia entre el desarrollo de Canadá y Estados Unidos respecto de Latinoamérica se debe, en palabras del gran economista argentino Aldo Ferrer, a la manera que se distribuyeron las tierras en ambas regiones. En EEUU la colonización fue un proceso típicamente burgués: llegaban familias e individuos dispuestos a conseguir oportunidades para el trabajo y tierras cultivables. Y eso signó la expansión desde el Atlántico hacia el oeste. La entrega de parcelas a cada familia, que iban desde 70 hectáreas en las zonas más fértiles hasta más de 150 hectáreas en las praderas, permitió el establecimiento de un sólido mercado interno compuesto por pequeños productores rurales y las actividades que acompañaban a esta estructura económica: artesanos, proveedores de servicios, almacenes, talleres e industrias a lo largo y ancho del país. Recién cuando se terminó la frontera, fenómeno que se produjo a fines del siglo XIX, este proceso de entrega de tierras ya no pudo seguir y entonces EEUU comienza su transformación en un potencia colonial, buscando regiones fuera de su frontera para poner bajo su órbita. Esto arrancó con Cuba y Filipinas, ex colonias españolas. Ahora, esa política burguesa, muy distinta al proceso de conquista monárquica que ejecutó las coronas española y portuguesa en el resto del continente, generó una base social de propietarios, emprendedores y cuenta propistas con una conciencia individualista y meritocrática que la hizo sensible a políticas que hoy consideraríamos conservadoras y libre mercadistas. Los partidos actuales, Demócratas y Republicanos, reflejan esa corriente de pensamiento mayoritaria. En la actualidad, luego de 40 años de políticas neo liberales y un paulatino repliegue del estado benefactor que llevó al país a la bonanza post guerra, recién están apareciendo grandes colectivos que necesitan un rol más activo del estado para suplir lo que el marcado ya no les provee. Esto a partir de las transformaciones liberales de Ronald Reagan y las administraciones posteriores consolidadas luego del colapso del muro en 1989. Y este repliegue del Estado Benefactor junto con el estancamiento del poder adquisitivo, el aumento de la desocupación que luego se contrarrestó con trabajos precarios, generó un malestar creciente en un sector importante de la población que hizo entrar en crisis a los partidos tradicionales. En especial al Demócrata que identifican más con la defensa de la clase trabajadora. La incursión de Bernie Sanders -un independiente que se define socialista- que logró un apoyo popular en 2016 y en menor medida en 2020, responde a esta necesidad. Senador por décadas como independiente, el establishment demócrata hizo lo imposible para impedir su triunfo en 2016. Y luego enterró toda toda su plataforma progresista de cara a esas elecciones. Pero la perdieron en el Colegio Electoral. Este año Biden tuvo la perspicacia y agudeza política de incorporarlo a su espacio, tanto al candidato mismo como a su plataforma progresista a pesar de derrotarlo claramente en la interna.  Esto no significa un cambio radical, pero sí en detalles que pueden llegar a influir en el día a día de los sectores más vulnerables. Y también significa un diálogo más amigable con el resto del mundo, en especial los aliados históricos que quedaron muy ofendidos con el estilo prepotente y descalificador de Trump. Cambios mínimos desde una perspectiva progresista, pero cambios al fin.

Latinoamérica no está bajo el radar principal de EEUU en este momento. Salvo en su lucha con China por la supremacía futura y como correlato su influencia en el subcontinente. China es el verdadero problema actual para Estados Unidos. El país asiático sigue creciendo a ritmo sostenido porque tiene márgenes para hacerlo, según el axioma marxista de tendencia al descenso de la tasa de ganancia. China todavía está en el proceso de elevar la capacidad adquisitiva de su clase trabajadora y como consecuencia vigorizar su mercado interno, etapa que occidente vivió entre 1950 y 1980. Y por lo tanto puede todavía aprovechar las ventajas competitivas del sistema capitalista. Va rumbo a superar a EEUU en el propio campo de juego del rival. Un sistema alternativo a la democracia occidental y un concepto distinto de nación está sacudiendo no solo económicamente sino también en el campo de las ideas e instituciones a occidente. Y a Estados Unidos en particular, especialmente en el rubro de poderío militar. China tiene así hoy una presencia sin precedentes en América Latina y África. Y con fuertes lazos comerciales con Europa. Con Rusia la une una alianza estratégica que no pudo establecerse durante la Guerra Fría por rivalidades hoy superadas.

Es hoy el socio comercial más importante de Argentina, superando a Brasil. Los EEUU van a dejar de ser la primera potencia mundial en muy poco tiempo. Esta es la agenda principal que los preocupa y tiene razón de serla. Latinoamérica indefectiblemente va a volver a los gobiernos progresistas más que nada por el rotundo fracaso del viraje a la derecha que muchos países adoptaron a mediados de esta década que termina. Viraje que solo se explica por un bombardeo mediático y judicial que con el tiempo pierde eficiencia porque la realidad no acompañó los relatos de cada caso. Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Méjico y otros han regresado, o están en proceso de hacerlo, hacia formas y modelos menos ortodoxos y más independientes de la influencia de Estados Unidos. Ver pilotear a Joe Biden en los años por venir va a ser un espectáculo de observar. La pandemia actual ha acelerado los tiempos porque produjo una caída fuerte de la actividad y el PBI en Estados Unidos mientras China pudo seguir con su crecimiento, menguado pero positivo. Argentina deberá muñequear su política exterior y económica para sacar el mayor provecho de una coyuntura que le puede ser favorable dentro de una guerra comercial que promete perdurar en el tiempo.