COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Sobre el triunfo de Obama y otros temas surtidos.


Luis O. Corvalán
Tucumán, 11 de noviembre de 2012

Una tórrida noche tucumana, allá por enero de 1984, cayó por casa el transitorio novio de una amiga de una amiga. Yo contaba 27 años vertiginosos y este personaje, que vi por única vez esa noche, sumaba con algo de optimismo unos 18 ó 19, casi una década menos que su circunstancial compañera. Luego de las informales introducciones y el típico sondeo ajedrecístico de todo nuevo encuentro, nos descubrimos enfrascados en una discusión política, pasión que nos unía. Pero las visiones eran muy diferentes, algo que lejos de ser motivo de discordia y odios, como en nuestro convulsionado e intolerante presente, era motivo de encendidos e ilustradores contrapuntos.
Mi sorpresa fue descubrir la solidez de las convicciones de este jovencito y lo bien sustentadas que estaban tanto en información doctrinaria como en datos duros de la realidad y la historia. Era un marxista de paladar negro, o de laboratorio como los llamábamos una década antes, cuando eran moda. Los más despectivos los llamaban marxistas de café. A mí me sonaba a algo superado y pude poner en práctica una serie de respuestas y cuestionamientos que pude elaborar en años de maduración y dictaduras y que me hubiera encantado poder darlas a mis compañeros de colegio que me recitaban de manera más primitiva argumentos similares a los de este nuevo idealista.
Para recordar el contexto, nuestro querido Alfonso, como llamábamos cariñosamente a Raúl Alfonsín, llevaba en el poder apenas un mes, y todavía estaba intacta la ilusión de la democracia recuperada luego de años de la más brutal dictadura de nuestra intermitente historia republicana. Que un imberbe me hable de “dictadura del proletariado” solo lo aceptaba por su escasa edad y la total inconciencia que habrá tenido en los años más crueles del pasado inmediato.
Yo consideraba mi postura una evolución superadora de las ideas del notable Karlitos que mis compañeros de colegio tildaban de “perfectas”, razón por la cual eran de difícil aceptación entre los simples mortales. Carecían de la necesidad de un “consenso” y eso obligaba a una “dictadura” llevada a cabo por una élite de autoproclamados esclarecidos. Esta estructura de poder tenía notables coincidencias con lo que acabamos de superar y en esa discusión yo dije algo el tiempo me daría la razón: ese modelo de poder tenía sus años contados. Como sabemos, cinco años después caía el muro de Berlín y hoy Rusia apoya un modelo económico no tan diferente, pero lo hace mediante el “consenso” y libre elección de su población.
Pero de los dichos de mi novel interlocutor, debo sacarme el sombrero por un vaticinio que me dijo él a mí esa noche, y que me llamó la atención porque era algo que no había escuchado de boca de mis anteriores expositores marxistas. Dijo que el gran freno a la proliferación por el mundo de las ideas socialistas eran los trabajadores y la clase media de los Estados Unidos. Esta marea de gente no sintonizaba con sus pares del resto del mundo por haberse criado en una sociedad individualista con una mirada despectiva a todo lo que sea colectivo o social, y ello era posible gracias a un muy buen nivel de vida y poder adquisitivo. Ello hacía tolerable e incluso atractivo para ellos un discurso de libre empresa, libre mercado e individualismo a ultranza. Así el poder norteamericano propalaba por el mundo estas ideas, y las imponía a todo occidente como una parte de su guerra ideológica contra el comunismo. El pibe sostenía que el día que la clase media norteamericana se vea amenazada seriamente por índices de desocupación peligrosos, caída de sueldos, perdida de sus viviendas por no poder pagar hipotecas, no poder pagar una salud privada de precios prohibitivos, iban a tener que abandonar ese egoísmo característico y buscar políticas más inclusivas y la intervención gubernamental que los defienda frente a las circunstancias. Eso generaría un cambio del sentido común que permitiría consolidar un rumbo hacia la izquierda inevitable. La intervención estatal ante situaciones graves no era una novedad en Estados Unidos, ya que ocurrió luego de la crisis de los años 30, pero era algo audaz de plantear en ese momento de pleno apogeo de las “reaganomics” y el rumbo que estaban tomando las cosas en el mundo. Un tibio intento de proponer algo distinto como hizo Alfonsín en esos días respecto a la deuda argentina tuvo una respuesta feroz por parte del “mercado”, llevándose puesto a su primer ministro de economía Bernardo Grinspun. Y el final de su mandato no fue otra cosa que una bajada definitiva de pulgar de ese mismo “mercado”.
Pero debo confesar, que casi 25 años después de esa noche, las condiciones que planteaba mi circunstancial interlocutor se dieron y el mundo pudo ver con asombro como las calles de las grandes ciudades del país del norte se llenaban de indignados y por primera vez se veía una importante cantidad de gente de clase media en una postura “anti-sistema”. En ese caldo de cultivo se dieron las elecciones de 2008 con el triunfo de un joven interracial Obama sobre un viejo anglosajón puro como McCain que no podían ser mejor metáfora de las ideas que representaban. Hoy, cuatro años más tarde, a pesar de no haber podido cumplir la mayoría de las promesas de cambio que había anunciado en su primera campaña electoral, una parte importante del pueblo le permite a Obama un nuevo mandato, sin dejarse llevar por las viejas y conocidas propuestas de libertad y repliegue estatal que no es otra cosa que decir en criollo “cada chancho atiende su rancho”.
No quiero decir que los USA se están volviendo marxistas ni mucho menos. Es como el Titanic, un mínimo cambio de rumbo exige un esfuerzo importante y si se lo hace a tiempo, puede, con algo de suerte, impedir el impacto con el iceberg, cosa inevitable si alguien con las ideas de Romney agarraba el timón.
Por similares razones, gran parte del mundo y Latinoamérica en particular, recibieron con una sensación de alivio los resultados de la elección del martes, ya que es más fácil para nosotros sintonizar con una persona que dice “nos salvamos entre todos o no se salva nadie” y que al menos intenta resolver cuitas internacionales con diálogo más que con el garrote. Eso está por verse, pero al menos alguien más “como uno” está a cargo del gran pero generalmente torpe país del norte. 
Ahora se dan cuenta los republicanos que su derrota responde a un cambio demográfico que ellos se regaron a reconocer. El voto blanco, masculino, heterosexual y anglosajón ya no es suficiente para ganar una elección por más que los locuaces y bien difundidos reaccionarios y el campesinado profundo y conservador sigan incondicionales a las propuestas del Partido Republicano. Para colmo de males lo peor y los más cavernícolas exponentes del partido se mostraban a la par del candidato y en cuanta reunión o entrevista que lograra difusión. Los negros, hispanos, homosexuales, mujeres pensantes e inmigrantes de otras latitudes son demasiados votos perdidos para esas propuestas excluyentes. A replantear muchachos! 
Las discusiones clásicas de izquierda y derecha son en torno a ideales que se elaboraron en el siglo XIX y los siglos XVII y XVIII. Pensar en aplicar esas filosofías en el siglo XXI es negar los dos últimos siglos de historia. Los avances en derechos humanos, de la mujer, del niño, la abolición de la esclavitud, las multinacionales, las uniones económicas, las armas de destrucción masiva, las Naciones Unidas, y tantas cosas más que dan forma a nuestra actualidad no existían cuando estas teorías se plantearon. Es momento de mirar al futuro y buscar nuevas ideas, sintetizar lo mejor del cúmulo de filosofías que nos trajeron hasta aquí y dar un paso al frente para exigir al menos la discusión de un nuevo rumbo. Debemos terminar con los rescates millonarios con fondos públicos a unos pocos bancos y permitir que esos mismos bancos dejen sin vivienda a 400 mil familias como ocurre en España. ¿No son “fondos públicos”? ¿Plata del pueblo? España es el ejemplo de lo que ocurre cuando luego del fracaso de una mala gestión “socialista”, se decide por el rumbo opuesto. Zapatero no pudo resolver el problema, pero Rajoy era sabido que iba a empeorar las cosas. Sólo los españoles se sorprendieron del resultado.
Así como ya nadie habla de “dictadura del proletariado”, planteo de modé si los hay, también debemos terminar con la mentira del “libre mercado” de una buena vez. Bienvenidas las nuevas ideas. No me hago grandes ilusiones pero al menos con Obama espero que no nos pongan palos en la rueda en la construcción de un nuevo sentido común. Un futuro difícil nos espera.