COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

lunes, 26 de diciembre de 2016

SE VIENE LA CRISIS (Parte 2)

...Viene de la Parte 1
Las centrales mencionadas se construyeron en su mayor parte durante el período de gran crecimiento económico, incluso a pesar de sufrir muchas crisis políticas, entre los años 1960 y 1974. Algunas continuaron y se pusieron en marcha durante los 80 porque la generación, transporte y distribución de energía era prácticamente un monopolio estatal y las grandes obras se seguían planificando, aunque la debacle económica provocada por la dictadura militar (1976-1983) frenó en gran parte el ritmo de las inversiones llegando incluso a la paralización total de algunas obras. No solo se sufrió la paralización de las obras nuevas sino que la falta de presupuesto afectó incluso los programas de mantenimiento y reparación de las usinas existentes. Esta falta de mantenimiento provocó la primera de las crisis de oferta energética durante los últimos años del gobierno de Raúl Alfonsín obligándolo a programar cortes a lo largo del país para evitar el colapso del sistema. Esta crisis pavimentó el camino equivocado que llevó a la privatización del sistema eléctrico argentino (SEA) y convertir las tres grandes empresas estatales Agua y Energía, SEGBA e Hidronor en una constelación de empresas generadoras, transportadoras y distribuidoras que no tuvieron acceso al enorme plantel de profesionales especialistas con que contaban las empresas estatales y que permitieron la elaboración del programa estratégico de largo plazo sobre el que se montó la infraestructura del SEA. Tal fue la previsión y visión de futuro de la etapa estatal de manejo del SEA que en muchas partes hasta el día de hoy se genera, transmite y distribuye utilizando la misma infraestructura de aquella época. Un lugar donde esto es evidente es en la zona correspondiente a la ex-SEGBA, el Gran Buenos Aires. Las empresas que se quedaron con la explotación de esa región, Edenor y Edesur, son las que, gracias a su escasa inversión en nueva infraestructura, provocan las recurrentes crisis energéticas cada verano. En su zona de explotación se producen los cortes recurrentes durante estos meses de gran consumo.
Durante la gestión de los Kirchner, donde a pesar de cierta imprevisión y descuido en el sector energético y donde no se intervino para nada en el esquema de explotación privada del sistema, sí se entendió parcialmente que es el Estado el que tiene que intervenir activamente en generar oferta estratégica de energía, no el sector privado. Dentro de este concepto el estado intervino en aumentar la cota de la Central Yaciretá que estaba generando solo al 70% de su capacidad de diseño, reflotar la abandonada central atómica Atucha II y por primera vez en décadas arrancar con la construcción de importantes centrales hidráulicas nuevas y nuevas centrales atómicas. Estas centrales una vez puestas en marcha permitirán un ahorro importante de combustibles fósiles no renovables. Estrategia que solo era concebible desde el estado.
Esta intervención estatal en la construcción de grandes centrales de bajo costo de explotación pero que requieren de un gran esfuerzo fiscal es una pata, importante, pero parcial dentro de un esquema donde el transporte y la distribución de la energía sigue en manos privadas. Y es en ese sector donde se seguirán produciendo los cuellos de botella porque los operadores privados se niegan a hacer inversiones que garanticen una servicio de calidad y confiable. Cuando un consumidor privado requiere conectarse a una red pública, pero cuya explotación la tiene otro privado, la distribuidora, la inversión de aquella conexión que pasará a engrosar el patrimonio de la distribuidora, la debe financiar el consumidor. Cuando se trata de una inversión importante, como la infraestructura de un barrio o el acceso de varios kilómetros desde la red existente a un establecimiento industrial, por ejemplo, la empresa distribuidora contabilizará esa obra como parte de su inversión en infraestructura comprometida cada año a pesar de ser pagada en su totalidad por el usuario o cliente. Si este último está bien asesorado y conoce la ley, esa inversión que hizo de su bolsillo la puede recuperar en el tiempo en forma de energía a consumir. Si no está asesorado la inversión la pierde, ya que la distribuidora solo repondrá el costo de la obra si se hace una serie de gestiones legales y burocráticas en ese sentido. De lo contrario es una infraestructura pagada por un tercero que las empresas pasar a poseer y hacer figurar como inversión propia sin haber desembolsado un peso. Uno de los argumentos preferidos de parte de las empresas explotadoras del SEA para no invertir era el bajo valor de las tarifas eléctricas.

En 2016 el tema más urticante fue el aumento obsceno en el monto de las tarifas, entre ellas las eléctricas. Además de este aumento brutal se les perdonó a las empresas eléctricas una cifra sideral de deuda con el estado. Y se les conservó los subsidios, cuya eliminación era uno de los argumentos para justificar los enormes aumentos. Encima de todo esto las empresas están solicitando un nuevo aumento del 75% para principios de 2017. Y aun así no hicieron las inversiones. Para el presente verano ya el presidente anunció los mismos o mayores cortes que en el verano anterior sabiendo que sobre la infraestructura no se gastó una moneda. Fin parte 2.       

SE VIENE LA CRISIS (Parte 1)

Luis O. Corvalán 
Consultor – Asesor | Generación de Energía

Central Hidráulica Chocón
En 2004 se publicó en un diario un comentario que realicé sobre la crisis energética que se estaba viviendo. (ver aqui)  A 12 años de aquella ocasión repito aquí gran parte de ese análisis que conserva una actualidad notable.
El motivo de esta renovada opinión es porque se están generando, ahora, las condiciones para una crisis grave en el futuro cercano. Y cuando llegue se buscarán los culpables en gestiones anteriores y en contextos que no existen en la actualidad, sino que se los está generando por malas medidas que se están tomando en la presente gestión.
Veamos primero como se diseña y gestiona una matriz energética pensando en el país como una unidad estratégica. Y aquí mismo, en el génesis del análisis, está el principal problema conceptual. El liberalismo económico se niega a considerar el carácter estratégico y nacional del tema energético. Su lógica es una rentabilidad y que el mercado sea el que genere la oferta y el funcionamiento de un sistema que nunca se rigió por leyes de oferta y demanda.
Veamos un poco de historia. La generación de energía eléctrica pasó a ser la razón de la explosión de desarrollo que fue una característica del siglo XX. La energía se produce en usinas por maquinarias que se conocen con el nombre de “grupos”, ya que están formadas siempre por 2 máquinas. Una máquina que impulsa y un generador. Técnicamente todos los generadores son idénticos. Cambian el tamaño, la forma de montarlo y la velocidad. Pero todos son máquinas sincrónicas. La máquina de impulso en cambio puede tener diferentes principios de funcionamiento y tomar la energía de fuentes diversas. Por estas razones las centrales se identifican por su fuente primaria de energía. Así tenemos centrales hidráulicas, térmicas, nucleares, eólicas, a gas, ciclo combinado, solares, geotérmicas, mareomotices, etc.
Qué tipo de central se va a instalar es una decisión estratégica que debe tomar un país y no el mercado. Porque el proceso de generación compromete recursos energéticos que pueden ser estratégicos, ya sea por escasos, no renovables o necesarios para otras formas de energía, por ejemplo el transporte, la industria o la calefacción.
Hay una ecuación bastante simple en esto de generar energía eléctrica: el costo de explotación es inversamente proporcional a la inversión. Traducido al cristiano quiere decir: cuanto más barata la instalación de mi usina más caro será explotarlo a lo largo de los años.
Esto que acabo de expresar es un tema fundamental a considerar si generar energía fuera algo solo regido por el mercado. Y lo que ocurrirá en estos casos es que el inversor privado hará un estudio de la inversión necesaria y el tiempo de retorno de esa inversión. No considerará para nada el carácter estratégico del recurso a emplear, su impacto ambiental o su escasez.
Solo el estado y bajo una administración lúcida y previsora puede contemplar todos estos elementos para diagramar una estrategia energética que satisfaga la demanda del país, que prevea un crecimiento de la demanda acorde al crecimiento del país mientras garantice en el tiempo la existencia de los recursos energéticos necesarios dejando una parte de los mismos disponibles para otros actores económicos y otras maneras de transformarlos.
Los ejemplos de lo que acabo de decir son muchos, claros y palpables. Las grandes usinas de la Argentina que son por un lado grandes obras civiles construidas desde el estado con el esfuerzo de todos los ciudadanos son además las centrales que aprovechan fuentes renovables o eficientes, de poca contaminación y permiten una explotación sustentable y de bajísimo costo. Esto a su vez mejora la competitividad de toda la industria. 
Requirieron grandes inversiones y por eso ningún privado a partir de la época de la desregulación del sistema eléctrico argentino montó una central de estas características. Me refiero a las grandes centrales hidráulicas, las centrales atómicas y las grandes centrales térmicas que se construyeran todas durante épocas en que el estado era un actor económico central en el esquema energético argentino. Algunas de estas son las grandes represas sobre el río Limay: Alicurá, Piedra del Águila, Chocón y otras, las centrales hidráulicas de Salto Grande, Yaciretá, Río Grande, Futaleufú, las centrales nucleares de Atucha y Embalse, las centrales térmicas de Costanera y Puerto Nuevo, las más grandes del país de su tipo en la ciudad de Buenos Aires.
La “transformación del sistema eléctrico argentino” de los 90 basada en la llamada “Ley Bastos” permitió que cualquier privado pueda montar una usina y comenzar a generar, sin exigirle una característica determinada de central. Esto hizo proliferar centrales del tipo a gas natural. Son centrales que un contratista internacional especializado puede montar en 6 meses en un predio de 4 a 10 hectáreas. Esto permite un retorno rápido de la inversión y con las utilidades convertir esa central original a gas en una de ciclo combinado, aumentando un 50 o 60% lo generado con el mismo consumo de gas. Esto permitió ir atendiendo el aumento vegetativo de la demanda eléctrica pero a costa de un aumento exponencial del consumo de gas natural, un recurso que a la Argentina le sobraba y se daba el lujo de ventear hasta el punto tal de tener que hoy importarlo. Además de haber privatizado la empresa nacional de gas lo que prácticamente hizo desaparecer la exploración de nuevos yacimientos. Fin Parte 1

sábado, 24 de diciembre de 2016

2016 - Un balance personal

Me gustan los balances, las conclusiones. Como transitar un sendero en la naturaleza y de tanto en tanto detenerse en un lugar elevado y mirar el paisaje para saber si vamos bien rumbeados.
Pero el presente no es fácil de analizar, en particular por el grado de polarización que ha calado hondo en cada argentino. La objetividad es un recuerdo lejano y por más que uno intente siempre aparecerá la voz crítica que nos colocará en uno u otro extremo del arcoíris político, sin necesidad de justificar con conceptos tamaño absolutismo.
Así que mencionaré la obviedad que siempre hago en estos casos. Lo que sigue es mi punto de vista, uno más dentro de un concierto de interpretaciones de una realidad que palpitamos como única pero que cada uno mira desde una perspectiva diferente.
Tengo información cuantiosa, de diferentes medios y autores y referidas a distintos momentos históricos de las últimas 5 décadas que me confirman, más allá de toda teoría conspirativa, disciplina que generalmente esquivo, que hay una tendencia mundial por parte de diversos centros de poder, en particular económico, de invadir los medios de comunicación para generar un sentido común que favorezca sus intereses. Eso, dicho de alguna manera. Lo podría expresar mejor si creyera que mis comentarios merecen más detenimiento de mi parte, algo que está aún por verse.
Esta lógica que puedo referenciar si me propusiera un trabajo más extenso, tiene su correlato en estas pampas y de manera grosera. Esta nota está acompañada con una imagen de la tapa de Clarín del 4 de diciembre de 2001. Hacía 24 horas todos los ahorros y dineros en cuentas corrientes de los argentinos habían sido confiscados por el gobierno y solo se les permitiría acceso a raíz de 250 pesos por semana. Un hecho económicamente catastrófico para el público y prueba de un colapso de la economía que desembocaría en pocos días en la más grave crisis de la historia argentina. Y sin embargo ahí se insinúa como la “gente” tiene dudas, asociando a esa entelequia menor la ignorancia, mientras “los mercados”, algo mucho más sofisticado e informado, están “mejor”. No importa la gravedad de la situación, siempre titula para conformar su núcleo duro de intereses. En la década liberal que precedió a ese infausto mes el diario de la cornetita creció órdenes de veces participando en todo tipo de negocios con el estado y convirtiéndose en un gran grupo de negocios capaz de influir aún más en el quehacer diario, algo que ya era una costumbre de décadas. El ejemplo sirve para mostrar, ya en la lejanía, como el medio lejos de informar a lo que se dedica es a formar. Generar sentido común. En aquel caso vender una imagen de normalidad cuando el colapso ya estaba en curso. Invito a mirar la tapa del día anterior, cuando informaba de la captura de los dineros privados por parte del gobierno y titulaba como si la medida implicaba simplemente un trámite más para acceder a los ahorros cuando en realidad era una confiscación. Hoy defender esa estrategia comunicacional sobre este tema en particular es virtualmente imposible y por eso me fui a 15 años atrás. Hoy aparecerían voces criticando mi oposición al medio como una postura prejuiciosa y cooptada por parcialidades recientes.
Mi entendimiento e imprescindible de explicitar para el presente análisis es que esta tendencia del diario, replicada ahora en la TV abierta, cable, radios y portales que son las herramientas actuales que exceden en largo al papel, ha venido horadando constantemente a la opinión pública hasta convencerla, en mayorías suficientes, que el gobierno pasado ha sido el más corrupto de la historia y que la presente gestión es llevada adelante por hombres probos preocupados por los destinos de la patria y sin nada que ocultar.
Esto a fuerza de repetición diaria trasciende los titulares y penetra los capilares de la conciencia individual. Este año he oído desde la inocente “dale tiempo” hasta construcciones algo más sofisticadas del tipo “él maneja su propio dinero en cambio Cristina hizo su fortuna con dinero del pueblo”. Afirmación que el interlocutor toma como un axioma ya que no tiene como comprobar ni una ni otra mitad de la frase. Pero le “suena” real a punto de defenderlo vehemente en cualquier discusión descartando como falaz cualquier argumentación en contrario.
La gestión actual no soportaría una semana en el poder si un buen día este medio y su sistema de satélites comenzara a poner a consideración del público la ubicación estratégica en oficinas del poder a conspicuos interesados en cada área, la seguidilla de leyes y decretos que permitieron la obscena transferencia de ingresos públicos hacia las empresas representadas por esos funcionarios, la toma indiscriminada de deuda en dólares, moneda local y otras dejando su pago en hombros de la población para que propios y asociados puedan remitir utilidades al exterior o simplemente fugar dinero, las decenas de empresas en paraísos fiscales que presidente y funcionarios poseen para escabullir impuestos, los contratos directos a amigos y parientes, la persistente negativa a cualquier política que favorezca a conjunto de la sociedad y decenas de situaciones más que extenderían aún más mi comentario. Nada de eso ocurrirá y ningún proceso judicial al respecto andaría cómodo por tribunales siendo que uno de los abogados del grupo Clarín hoy integra la Corte Suprema. Tan blindada está la presente gestión que las movilizaciones de protesta aún son actos aislados que no ponen en jaque ni al gobierno ni a la continuidad de las políticas. Así como en diciembre de 2001, a 2 semanas del estallido general, el diario seguía comentando como si se tratara de una simple medida más cuando era en realidad la chispa que provocaría la colmatación de la paciencia de todo un país, el presente que va rumbo a lo mismo no será informado en estos medios hasta el día después, cuando estemos buscando entre los escombros qué permanece de la Argentina que alguna vez conocimos.
Abocados todo el año a titular las peripecias legales de funcionarios de la gestión anterior, pocos que solo se informan por estos medios tienen una cabal dimensión del nivel de desmadre de la situación económica del país. Es cierto que parte del problema ya era visible hace un año pero los paradigmas económicos son radicalmente diferentes. Sin ponerme aquí a defender teóricamente una u otra concepción, sí puedo en cambio mostrar los resultados que dichas ideas produjeron en el pasado. Una solución al desequilibrio pueda pasar por bajar todo tipo de gasto, estrategia utilizada hasta el hartazgo en el pasado con ningún resultado exitoso que yo recuerde. El ejemplo más reciente es la política de déficit cero implementada por Cavallo en julio de 2001 que lo único que logró fue acelerar la caída. Aquel gabinete tenía muchos integrantes del actual y que hoy repiten la misma política como si mágicamente nos llevaría por diferentes resultados. Nada de esto se comenta en los grandes diarios argentinos salú. Y ya que mencionamos las peripecias judiciales podemos detenernos un poco en eso también. Por la seguidilla de titulares que vimos desde 2008 a la fecha, la sensación que todos tienen es que la simple imputación de algunos de estos llevaría de inmediato a su detención y que “se pudra en la cárcel”. Resulta que a Boudou, emblema de la corrupción K hoy algo demodé, mucho más allá que las declaraciones de una novia despechada de un supuesto testaferro, cruces telefónicos y alguna transferencia desprolija de un auto viejo, las contundentes pruebas que lo pondría años a la sombra aparentemente no aparecen, ya que con los hoy tribunales tan entusiastas sigue cual Niki Lauda, quemado pero libre y tranquilo. Báez tiene en el bolsillo el naipe de “salir de la cárcel gratis” ya que una parte importante de sus negocios turbios lo realizó a la sombra de jugadores más grandes que resultaron familiares directos del actual impoluto presidente. No creo que avancen demasiado las investigaciones por este lado. El patético comprovinciano arrojador olímpico de bolsos con complicidades de novicias rebeldes que no le será fácil zafar de tan in fraganti de su caso resultó ser un electrón libre que no se logra vincular con cómplice alguno. Esto por mencionar el caso más explícito e indefendible de corrupción hasta ahora descubierto, siempre limitándonos a la gestión anterior. Nueve palos verdes. Los casos más avanzados contra Cristina son el dólar futuro y los hoteles del sur. En el primer caso la defensa es bastante sencilla. Es un acto de gobierno que se transformó en negocio espurio gracias a medidas que tomó la actual gestión y cuyos beneficiarios fueron funcionarios actuales que el juez ya declaró inocentes. Condenar a Cristina requiere de microcirugía legal y mucha literatura fantástica. Mucho más simple sería demostrar como Aranguren favoreció a su empresa Shell en detrimento de las cuentas públicas porque todo está oficializado en decretos y medidas explícitas. Pero la justicia no le interesa porque no lo leyó en los principales medios.
Los gobiernos que de autotitulan progresistas son más culpables cuando comenten un acto de corrupción que un gobierno conservador-liberal. Esto es lo que sostengo desde hace décadas y fue el motivo de mi axioma “la honestidad de un gobierno es inversamente proporcional a su liberalismo económico”. Álvaro García Linera, vicepresidente boliviano, lo explicita formidablemente cuando exige que la gestión progresista y en defensa de lo popular vaya acompañada de integridad porque “la corrupción es una característica del capitalismo salvaje, de los regímenes liberales y antipopulares”. Es dar un gran paso atrás para dejar expuesto al corrupto. Convivir con la corrupción es torpedear la filosofía con que se llega al poder. Y por eso mi crítica al peronismo que es políticamente higroscópico, absorbe cualquier idea que se le presente y anida aventureros individualistas y corruptos en su seno. La gestión actual, en cambio, lleva la corrupción en su estructura, en el centro de su quehacer cotidiano. Basta ver la arquitectura societaria de sus funcionarios y descubrirán a simple vista que están “vestidos para delinquir”. Empezando por el presidente, el mayor de todos por su tamaño, historia y complejidad en el entramado de sociedades y andamiaje familiar para repartir cargas, responsabilidades y sellos de goma. Mi sueño es una gestión radicalmente diferente, desde la ideas como del comportamiento mafioso tan característico. Que no salga en los diarios no los hace inocentes. De la misma manera que hacer tapa todos los días no te hace culpable.
Volviendo a la gestión económica, la idea que se propala es que era inevitable, que era la única opción, que había una bomba de tiempo. El tema es que si hay opciones y hay otras maneras de hacer las cosas. Detrás del velo de corrupción con que se la quiso ocultar, hay corrientes de opinión diferentes y para colmo con ejemplos prácticos positivos. La estrategia tanto de Scioli como de Massa, explicitada por sus economistas, y que representan más del 60% de los votos emitidos, apostaba al crecimiento y al mercado interno como manera de equilibrar las cuentas fiscales. No al ajuste presente que lo único que hizo, tal como pronostiqué en noviembre de 2015, fue aumentar el déficit al punto tal de hoy dar letra a los más ortodoxos que aúllan por mayores ajustes y shocks que significan mayores penurias y garantizan fracasos más rápidos aún. Más que tropezar con la misma piedra es llevarse puesto de nuevo la camionada de ripio.
El juicio a Milagro Sala, probablemente el primero de estos en lograr la instancia de oral y público, fue una muestra cabal de lo artificial y armado de las pruebas en contra que permitió el lucimiento de la abogada defensora. Más rápido y explícito que los pesados y polvorientos expedientes, la característica de público deja a los jueces más expuestos a la hora del fallo. Algo que no sucede cuando leemos ya consumado sobreseimientos de cuanto funcionario actual que jueces redactan entre gallos y medianoches.
La finalidad de generar indignación con el latiguillo de la corrupción (Lula enfrenta media docena de juicios) no es porque se anhela gobiernos honestos e impolutos. Se anhela otra política económica. Entonces de nada sirve señalar corrupción si no se la vincula de inmediato con la gestión de la cosa pública y principalmente con la gestión económica. Aquí la razón de vincular al exministro Kiciloff con una cuenta en Delaware, totalmente inexistente. El responsable del área económica debe caer bajo el manto de corrupción, tal cual le pasó a Boudou, porque lejos de querer honestidad se quiere otra política económica. Esa es la razón de tanta insistencia. Es insostenible la idea de una gestión honesta en el actual gobierno. Una mínima investigación que vaya por fuera de los titulares descubre los fondos injustificados de la vice-presidente, las operaciones inmobiliarias de su fundación en Calafate (nada menos), los contratos directos a Majul y esposa, a la esposa de Leuco, a Niembro y los favores mencionados a Clarín, sobreseyendo a sus titulares en la escandalosa cooptación de Papel Prensa durante la dictadura y la veloz declaración de inocencia de funcionarios actuales ya mencionada. Toda la estructura mediática en función de una política económica. Tal cual sucedía en 2001, tal cual pasó en la dictadura. De las otras carteras y por fuera de los medios hay para hacer dulce.  
Molesta mi opinión, reconozco. Pero hay algo que me reconforta: se sostiene en el tiempo. Conservo mis escritos políticos desde 1985 y mis vaticinios no estuvieron tan pifiados. Especialmente si se los compara con los anuncios de nuestros ilustres funcionarios apenas un año atrás. Veo un 2017 más complicado todavía, simplemente porque se está partiendo de un escenario mucho más deprimido que hace un año pero con los mismos funcionarios y con las mismas ideas que complicaron el presente año más allá de lo necesario. Espero equivocarme, algo que no es muy frecuente lamentablemente.

Pero con estas ideas aprovecho la paciencia de los lectores para desearles a todos felices fiestas y un futuro mejor.