COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

domingo, 28 de octubre de 2018

MI ULTIMA REFLEXION


Una despedida a los comentarios políticos en Facebook

Con 7 años recién cumplidos, saliendo de mi escuela donde cursaba el segundo grado, recibí una noticia que me sacudió como ninguna otra lo había hecho durante mi brevísima vida: mis padres me contaron que habían asesinado a JFK, el presidente. Yo vivía en Indiana, un estado predominantemente republicano, agrícola, conservador.
Me pasé años sintiendo que en cualquier momento recibía un disparo en la cabeza cada vez que caminaba por la calle o andaba en bicicleta. Desde esa temprana edad me interesé por la política. A los pocos meses estaba haciendo campaña entre mis amiguitos por Lyndon Johnson que se oponía a un conservador de derecha, opositor de las flamantes leyes que otorgaban igualdad de derechos a los afroamericanos, opositor al estado benefactor y a la New Deal de Roosevelt que sacó a USA de la depresión de los años 30. Un libertario que de vivir hoy le provocaría sueños húmedos a mi amigo Marco Díaz. Ya a los 7 estaba luchando contra esa corriente de pensamiento. Oponerme a un candidato republicano en un estado republicano me puso en un lugar que comparto hasta hoy: entre las minorías, diferente, motivo de burlas. En USA yo era el argentino entre mis compañeros, el diferente, el raro. Al regresar a la Argentina fui el "yankee", el diferente, el raro. A principios de los 70 cuando todos mis compañeros de secundaria estaban abrazando alguna ideología, sea de extrema derecha, de extrema izquierda, intermedios, peronistas, radicales, Católicos tercermundistas, testigos de jehová o simplemente "yiros" que solo les interesaba salir a bailar los fines de semana, yo intentaba mantenerlos mínimamente aglutinados para que no se maten entre ellos y podamos todos ir de gira de fin de curso.
A los 7 comencé a averiguar de qué iba la gestión de JFK para tratar de entender el motivo de su asesinato. Leí todo al respecto y así terminé interesado en la Segunda Guerra Mundial, empezando por la Guerra del Pacífico. Pocos años después gracias a mi viejo conocí a William Manchester, que tenía su oficina en el mismo edificio que fue mi última morada en USA y que fue el autor del primer libro que detallaba los pormenores del célebre asesinato, muy polémico y conocido a nivel nacional. Ya habíamos vendido nuestra casa y estábamos al borde de regresar a Argentina y la Universidad nos prestó un lindo departamento amoblado para pasar ahí las últimas semanas. Recorriendo de noche los vacíos pasillos descubro el nombre de Manchester en una de las puertas. Le comento a mi viejo y él al día siguiente me lo presentó. Era una celebridad en ese momento. Mientras nosotros seguíamos hacia otro rumbo en ese agosto de 1968, Manchester permaneció en ese pueblo y universidad hasta su muerte en 2004.
Entre los 7 y los 11 años me mamé la biografía de Abraham Lincoln, la de Theodoro Roosevelt, me enteré quien era Willy Brandt años antes de ser Canciller y Primer Ministro de Alemania gracias a que compartía con mi viejo su postgrado en la vecina Universidad de Yale. Y entre esos años también viví los asesinatos de Malcolm X, Robert Kennedy, Martin Luther King y un mayo francés que me sonaba lejano. Todo inmerso en un día a día que incluía las protestas por la guerra de Vietnam, la revolución de la música, las drogas, el sexo y un clima de conflicto que hoy me suena a hermosa calma y transformación de valores indispensables para dejar atrás las generaciones de padres y abuelos que habían llevado al mundo a dos guerras mundiales. Hoy ese intento al que apoyé y tuve la suerte de tener conciencia al vivirlo se escurre entre mis dedos junto con sueños y proyectos que quedaron a mitad de camino o simplemente desaparecieron.
Llegué a Argentina para enterarme que el gobierno lo manejaban los militares, que no había Congreso y que los gobernadores no se elegían. Me sonaba de lo más absurdo del mundo, no entendía como un país aparentemente culto, civilizado, complejo y lleno de gente capaz podía estar en tamaña situación. Tuve que reformatear mi cabeza y empezar a ver las cosas desde este lado del muro. Fue empezar nuevamente. Mis inquietudes por el mundo, por la historia, por entender permanentemente el contexto que me limitaba y definía los carriles por donde me iba a desenvolver como persona, tenía que ir dejándolas de lado al elegir un colegio secundario de doble jornada y luego una carrera universitaria absorbente. A los 23 años y viviendo una terrible dictadura, con amigos desaparecidos, asesinados o exiliados, no aguanté más. Ya viviendo solo decidí abandonar abruptamente mis estudios, saturado por la falta de tiempo entre un trabajo que me consumía 14 horas al día y materias largas que me faltaban rendir. Y me dediqué a iniciar una carrera musical y a hundirme en libros de historia indispensables para reubicarme en una realidad que se había desmadrado por completo. Era el año 1980. Para 1985 ya tenía escrito un libro sobre el daño causado por las políticas neoliberales de Martínez de Hoz durante su gestión como Ministro. Un año de investigación resumidos en un pequeño escrito de 50 páginas. Pero suficiente para arrancar con un cometido que continúo hoy: explicar lo mejor posible por qué estas políticas indefectiblemente destruyen a Argentina y a todos los países donde se aplicaron. Con eso a cuestas me opuse al gobierno peronista de Menem y su desguace del Estado en un mar de corrupción. Y por eso dediqué los 2 años previos a la elección de 2015 para alertar con todo el detalle y rigurosidad a mi alcance de lo que iba a venir si ganaba Macri.
En el proceso se me ridiculizó, se me tildó de cuanto adjetivo pululaba por las redes, amigos y familia me dieron la espalda, me putearon, me bloquearon, llegaron a utilizar mis "ideas políticas" para no invitarme a reuniones, casamientos y otros eventos. Y eso que jamás expresé un apoyo explícito a un candidato pero sí a un conjunto de ideas que a la larga ningún partido o coalición expresaba en su totalidad. Yo describí un derrotero personal y como eso influyó en mis inquietudes y mi formación. Y justamente por eso no pretendo que nadie coincida porque cada vida es un recorrido diferente, con distintos sueños y realidades. Nunca pretendí que todos piensen parecido. Sí pretendí que todos piensen. Que cuando expresen algo, con esperanza, o con bronca o incluso con odio, lo hagan con fundamentos. No repetir memes o consignas, pensar mínimamente lo que expresan, verifiquen si es cierto, consulten en más de una fuente, duden, recapaciten.
Siento que mucho del esfuerzo fue en vano. Y que los que sí concuerdan en parte o bastante ya concordaban antes. Dirigirme a los convencidos de siempre, a los que fielmente me siguieron todos estos años, los que me dieron aliento para seguir, ya no tiene demasiado sentido. Y recibir las mismas críticas, las mismas puteadas de la misma gente ya simplemente me cansó. Me acaba de "mandar a marzo" un amigo muy talentoso pero que la interpretación de la realidad no es su fuerte. Menos interpretar el metamensaje que sus propios posts llevan implícitos.
Mi curiosidad por un poco de todo me llevó a no terminar mi carrera, abandonar en los deportes, el andinismo, quedar a mitad de camino en la música, nunca consolidar mi trabajo. Pero no sé si mi cosmovisión, el logro que tamaño sacrificio produjo, la cambiaría por revertir alguno de esos fracasos. Y por eso apoyo la decisión de Eva en el Paraíso. Comer del Árbol de la Sabiduría sabiendo que eso conlleva perder la inmortalidad y los placeres fáciles del Eden fue una decisión que yo también hubiera hecho, sin pensarlo dos veces. Vivir fácilmente pero sumido en la ignorancia no es una opción, para mí. Tuve amigos millonarios, rodeados de lujos y capaces de darse cuanto gusto se les ocurra, poseedores también en una vasta y catedrática ignorancia. Jamás sentí envidia o nostalgia de no poder acceder a ese nivel de vida. Sí siento, en cambio, que las horas del día no me alcanzan para aprender todo lo que quisiera y que mis días  por delante se van haciendo cada vez menos como para seguir dando vueltas a los mismos temas y discutir cosas que resolví hace décadas.
No reniego de mi tozuda participación en Facebook durante largos años. Seguiré presente de alguna manera. Pero gastarme en analizar la realidad, el día a día, advertir sobre el futuro o criticar el presente creo que ya me aburrió. Tengo, como siempre, otras cosas que hacer. Necesito vivir más para mí, cuidar y cultivar mi entorno inmediato, prepararme mejor para los golpes que nos esperan. Ya planté un árbol, ya escribí un libro y ya tuve un hijo. Y logré ser feliz. De aquí en más la vida se me presenta gratis. Perdí amigos de mi edad y bastante menores con mucho más y mejores cosas que ofrecer. Tengo la fortuna de gozar de cierta salud y pienso aprovechar para cumplir la mayor cantidad de sueños que estoicamente conservo. Música, libros, videos, escribir, investigar, terminar mi fábrica, gozar del paisaje y de la tranquilidad de mi pueblo, reunirme con amigos, ver realizado a mi hijo, amar a mi mujer. Todo. La vida fue generosa conmigo y dentro de mis posibilidades intenté estimular a mis amigos, compañeros y circunstanciales prójimos a aprovechar cada momento de las suyas con la cabeza. Al menos reteniendo como trascendentales los momentos que viven a diario. Sacar una anécdota, un aprendizaje, una valoración de entre lo más cotidiano de sus vivencias. Somos lo que recordamos. Con esto quiero cerrar una etapa que la considero cumplida con creces. Lamentablemente creo que como sociedad estamos ingresando en un medioevo del que no creo llegar a ver algún renacimiento. Así que voy a intentar dedicarme a mí y mis placeres pendientes con la tranquilidad de haberlo intentado por mucho tiempo y de todas las formas a mi alcance.
Recuerdo mi primera charla pública. Agosto de 1976, tenía 19 años. Un instructor de un colegio religioso que tenía un grupo de estudio en Ranchillos me convocó. No sé exactamente por qué se le ocurrió que yo podía transmitirle algo a sus alumnos, chicos de apenas un par de años menos que yo. Y me dejó elegir el tema. Estuve una semana preparando la charla, aprovechando los ensayos de una banda de mi viejo en casa del Pato Gentilini cuya mujer Gloria tenía una biblioteca interesante sobre temas sociales. Durante la hora y pico que duraba el ensayo yo me sentaba en el piso y devoraba libros interesantísimos, tomando notas en un cuaderno Gloria. Y el día de la charla había unos 20 o 25 chicos ansiosos por oírme. Fue una vivencia hermosa. Y hablé por primera vez con una soltura que ni sabía que tenía. El tema: "La influencia de los medios de comunicación en la juventud". El instructor quedó sorprendido y después de un par de horas de terminada la charla seguía repitiendo: "muy bueno, pero muy bueno lo tuyo". Dentro de la ignorancia que profesaba en esa época, hoy me sorprendo de haber redondeado un tema que había aprendido unos días antes sentado en el piso de la casa del Pato leyendo a las apuradas. Este relato autocomplaciente se lo dedico a todos esos que durante años me rebatieron con la frase: "te tragaste el relato". Sí, como no. Los medios la tienen fácil convenciéndome.
Amigos, seguirán padeciendo mis relatos. Pero versarán de otros temas. Fue divertido, digamos, mientras duró. Si por ahí necesito hacer algún comentario de la realidad para no atosigarme de conceptos, estará en mi blog específico. La verdad, me cansé. Feliz domingo.

domingo, 19 de agosto de 2018

BAJO EL MISMO DOGMA



BAJO EL MISMO DOGMA

Los que regularmente me leen sabrán que mis posteos son recurrentes respecto de las críticas al liberalismo. Y constantemente trato de fundarlas refiriendo tanto a la historia como al presente. Si pretendes un enclave decimonónico donde tus recursos provengan de exportar granos y tener a tu clase trabajadora trabajando "hasta los domingos", sin representación sindical, sin derechos y reprimiendo cualquier manifestación callejera, date el gusto, dejá todo liberado a la oferta y demanda. Si pretendes un país moderno, democrático, inclusivo, industrializado y con un mercado interno pujante, el liberalismo es lo peor que podés elegir como sistema. Ya lo dijo Alexander Hamilton, el diseñador del sistema económico de Estados Unidos y su primer Secretario del Tesoro en 1790 al aclararle al propio Adam Smith que sus teorías no se podían aplicar a un país que siendo básicamente agrario pretendía desarrollar su industria y su mercado interno. Los resultados están a la vista. Mientras el 100% de los gastos del Estado se financiaban con derechos aduaneros que protegían su industria, Estados Unidos pasó a ser una potencia industrial en pocas décadas y luego el país más poderoso del mundo. Con tamaño ejemplo seguir insistiendo con la apertura plena de la economía y dejar todo el mercado de productos y de capitales librado a la marchanta del mercado produce exactamente los resultados que vivimos a diario, tal como anticipé antes de las elecciones del 2015 con exactamente el mismo ejemplo relatado aquí.
Y encima decir a los 4 vientos que este es "el único rumbo" y que se lo seguirá a muerte preanuncia justamente eso: vamos hacia la muerte del Estado Argentino y al colapso de su sociedad como consecuencia directa. Y se hace con las medidas macro tomadas por esta gestión pero también con las decisiones diarias que siguen el mismo dogma.
Veamos. Argentina tiene una carencia de dólares crónica producto de exportar menos de lo que importa. La apertura comercial tomada en nombre del libre mercado empeoró esta realidad. Ya expresé que 2017 terminó con el déficit comercial más alto de la historia y 2018 lo está superando. Dejemos esta idea aquí y pasemos a otra anécdota.
Hace un tiempo Macri visitó una fabrica automotriz que solía pertenecer a la familia. Y en esa visita interactuó con un trabajador que fue dirigente sindical y le hizo recordar un acuerdo logrado durante los años 90 que permitió, en palabras de Macri, salvar las fuentes de trabajo. Lo que estaba ensalzando el presidente es haber logrado, bajo presión de la patronal, torcer el brazo de los trabajadores y llegar a un acuerdo por fuera del convenio para que ellos resignen derechos y condiciones de trabajo en favor de la empresa. Y vale recordar que durante esos años no había discusiones salariales porque todo estaba congelado producto de la paridad 1 peso 1 dólar. Salvo, por supuesto, las tarifas que se ajustaban automáticamente con la inflación de EEUU, más alta que la argentina en esos años. Eso logrado como empresario Macri lo replica como presidente, con los resultados a la vista. Lo que Macri oculta y el dirigente sindical probablemente ignoraba es que ninguna automotriz se fue del país por excesivos beneficios de sus trabajadores. Sí se fueron cuando el mercado interno menguaba o algún iluminado desde el Ministerio de Economía abría las puertas de par en par a la competencia externa. Congelemos esta idea aquí.
Volviendo a la falta de dólares, solo el dogma liberal y la apetencia por negocios espurios pueden explicar por qué se le compró a Israel en 54 millones de dólares (que no tenemos) patrulleros fluviales que tranquilamente podríamos haber fabricado en Argentina. Y aquí hilvanemos las historias narradas. Astilleros Río Santiago, que fabrica desde enormes buques petroleros hasta destructores y corbetas militares, tranquilamente podría haber construido patrulleros semejantes. Pero mientras que Macri en los 90 festejaba haberle torcido el brazo a un dirigente sindical en su provecho propio, los laburantes del astillero mencionado se resistían a las enormes presiones privatizadoras, con detenciones y muertes incluidas. Y fue uno de los pocos centros productores del Estado que permanecieron en el Estado luego de la década destructora menemista, proceso aplaudido por muchos que hoy se hacen los distraídos en el gran movimiento del general cuanto valés que no tuvieron empacho en traicionar a su base electoral cuando los vientos del Consenso de Washington soplaban. Pero lejos está Macri de convalidar justamente a ese enorme complejo industrial dándole tareas concretas para que muestren su valor tanto productivo como estratégico. Mejor pedir prestado dólares, que los pague las generaciones venideras de argentinos, comprar naves foráneas y hoy batir palmas diciendo que a los Astilleros Río Santiago habría que dinamitarlos con el apoyo explícito de la Hada Buena que soñaba con comprar los votos necesarios para llegar a la presidencia en 2019. Esa es la calaña de dirigentes con quienes nos deleitamos mientras nos vamos a la mierda atado a un dogma que nadie en el mundo sigue. Menos producción nacional, menos exportaciones, más importaciones, más déficit comercial, más desocupación, más endeudamiento, año tras año. Mientras el rebaño de creyentes del discurso liberal como mi amigo Marco Díaz hablan de tormentas, de Turquía, de Trump y de paros salvajes como las causas de la debacle actual y los medios descubren que los desequilibrios los causan 8 cuadernos, la realidad va siguiendo el único rumbo que este gobierno trazó: directo al abismo. Esto lo dije en términos demasiado similares a lo que ocurre el 15 de noviembre de 2015 a puro análisis de la historia, mundial y la argentina en particular. Tengo amigos que aun insisten que fue un emboque al estilo de esos videos de Facundo Campazzo tirando desde el otro extremo de la cancha. Mis reflexiones domingueras y otros escritos con algo de sustancia están subidos a mi blog de manera que cualquiera puede consultar mis opiniones desde el 2003 a la fecha y extraer de allí las pifiadas que quieran en cuanto a diagnóstico de la realidad se refiere. Y de paso no necesitar meter palabras en mi boca o interpretaciones inexistentes.
Que al Estado no le cierren los números no es una calamidad del destino, es una decisión política. E intentar cerrar el desequilibrio ajustando gastos y no haciendo nada por aumentar la recaudación también.
Para cerrar cito dos ejemplos concretos. Para 2012 YPF en manos de Repsol extraía menos petróleo que una década antes. Se perforaban entre 25 y 40 pozos nuevos al año y debíamos importar cada vez más petróleo. Luego de la nacionalización YPF pasó a perforar algo de 1000 pozos al año. Y esto no le costó un centavo a las arcas del Estado. Simplemente se canalizaron a tareas de exploración las ganancias que daba la petrolera que antes se remitían directamente a sus accionistas, la mayoría extranjeros, dólares que salían de Argentina a sus países de origen. Una muestra de cómo una empresa mayoritariamente estatal puede incidir en el desarrollo del país con políticas activas comparada con las mezquinas políticas de renta fácil y rapiña de una empresa privada lucrando con bienes y valores que pertenecen a todos los argentinos. Con Aerolíneas Argentinas pasó parecido. Recuperar la empresa para el Estado significó que el ingreso por venta de pasajes, fletes y servicios pasó a ser del Estado y de esta manera se la pudo equipar con una flota nueva de aviones, recuperar rutas, conectar mejor el interior, comprar nuevamente simuladores para sus pilotos. Tenía un déficit operativo pero el principal gasto que significó su recuperación salía en gran medida de los ingresos recuperados. Imaginemos por un momento que los peajes que empresas privadas cobran de rutas nacionales construidas con nuestros impuestos fueran a parar a Vialidad Nacional en lugar de grandes grupos económicos como Autopistas del Sol, en manos de la familia Macri. Argentina podría autofinanciar la construcción de caminos sin tener que recurrir al deficitario presupuesto nacional. Ya se probó favoreciendo a estos grupos concentrados y el fracaso está a la vista. Salir de esta significará tocar los intereses de algunos por más que lo pinten como calamidad. Deberá haber nuevos perdedores en la construcción de una Argentina exitosa. Ya probamos haciendo perder a los laburantes, a los jubilados y a la clase media y fracasamos. La gestión venidera deberá tocar otros privilegios, mucho más sustanciosos y perjudiciales para las cuentas públicas que los remedios para jubilados y la construcción de radares, por ejemplo. Pero para eso deberemos desembarazarnos de las creencias y los dogmas rotundamente fracasados. Y tener una dirigencia con ideas, huevos para llevarlas adelante y por sobre todo, la honestidad y patriotismo que hasta ahora carecen muchos. Feliz Domingo.        

     
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domingo, 29 de julio de 2018

BREVE RESUMEN DE 50 AÑOS

Reflexiones Domingueras
Esta narración corre a título personal. No pretendo ser objetivo, pero como frecuentemente resalto, yo provengo de las ciencias duras donde las teorías que no explican la realidad se descartan. Con la misma lógica respaldo estas afirmaciones. La realidad no las contradice, hasta donde llega mi conocimiento.
Argentina desde su organización nacional (por citar caprichosamente una fecha cualquiera) hasta el año 1975 tuvo todo tipo de gobiernos, crisis de diversa profundidad y épocas de bonanza. Pero en promedio era una época en que podíamos afirmar que las generaciones sucesivamente iban mejorando sus niveles de vida. Los hijos tenían más bienestar que sus padres y éstos que sus abuelos.
En 1975 Argentina ya vivía los fuertes coletazos de la crisis mundial del petróleo que arrancó en octubre de 1973 con el barril a 3 dólares hasta llevarlo a los 12 dólares poco después. EEUU vivió un impacto traumatizante tanto en inflación como en el consumo de su clase media al ver disparar los precios de los combustibles. En esos dos años (1973-1975) Argentina pasó de vivir una especie de euforia con el triunfo de su máximo ídolo del siglo XX Juan D. Perón que regresó a la presidencia luego de 18 años a quedar huérfana luego de su pronta muerte en Julio de 1974 dejando a su tercera esposa en el sillón de Rivadavia. Además de su manifiesta incapacidad para el cargo y su ilegitimidad social ya que nadie votó pensando en ella como líder, a pesar de la gran factibilidad de que eso sea necesaria, la Argentina tuvo que soportar las presiones externas producto de la crisis descripta en el párrafo anterior.
Con un pueblo movilizado a través de sus sindicatos y elementos de ideología extrema recurriendo a las armas para resolver sus apetencias políticas, el país estaba sumido en un caos social que no reflejaba cabalmente una bonanza histórica en términos económicos. Y hablo de bonanza porque 1974, plena crisis mundial, Argentina logra un record en el nivel de ocupación y de participación industrial en su PBI y sus exportaciones. Un estado que hoy nos genera una nostalgia y sin embargo para los que vivíamos ese presente pretendíamos algo bastante mejor. Hoy esa realidad nos parecería un país de primerísimo mundo. El colapso del gobierno de Isabelita fue la excusa para que sectores conservadores vuelvan al poder golpe mediante, una costumbre inaugurada en 1930 como alternativa al voto universal y obligatorio de la Ley Saenz Peña que parecía impedir de por vida el triunfo de minorías pudientes que hasta la promulgación de la misma se daban maña para manejar el país a su gusto.
Pero a diferencia de dictaduras anteriores que repartían los beneficios a favor de las clases acomodadas y las empresas pero que mantenían un Estado presente y el país seguía creciendo en promedio, la dictadura que arrancó en 1976 vino con un cambio conceptual inédito, por su profundidad ideológica y de aplicación. Por primera vez y explícitamente se abrieron las fronteras a los productos importados en detrimento de la industria nacional, se mantuvo un dólar barato que exacerbaba esas condiciones y se promovía a los productos importados como una alternativa superadora en calidad y precio a los productos nacionales. El desequilibrio que tamaño desatino económico produjo en las cuentas fiscales como consecuencia del aumento exponencial de importaciones y la destrucción de la industria nacional, en particular la industria pesada y la industria electrónica(1) obligó a recurrir al endeudamiento para cubrir el enorme déficit que generó y de paso financiar una economía corrupta. El equipo económico echó mano a la abundante oferta de dólares disponibles justamente por la crisis petrolera de los años anteriores (el termino petrodólares se acuñó en esa época) que permitió al sector petrolero y financiero acumular enormes capitales. Argentina pasó a depender por primera vez en financiamiento externo para gastos corrientes. Y así llegó el período democrático que estamos viviendo ahora, arrancando en 1983. Alfonsín recibió una Argentina endeudada y con su industria destrozada. No tuvo la posibilidad de patalear o aplicar una política de resistencia a esta herencia porque en la región aún habían muchos países en manos de gobiernos militares o democracias de derecha y su estrategia quedó aislada, no pudo formar un "club de deudores" como contratarte al consorcio de bancos acreedores que se había formado. Solo Méjico estaba en una crisis tan profunda que hubiera podido acompañado a Argentina en su reclamo pero estaba siendo muy presionada por EEUU para que no lo hiciera. La deuda heredada era de 43000 millones de dólares, una enormidad para el país en una época en que su PBI apenas sobrepasaba los 60000 millones de dólares. Alfonsín solo pudo refinanciar vencimientos de capital e intereses y así llegó el gobierno de Menem en 1989 con 63000 millones de deuda externa y en medio de una hiperinflación producto de un golpe de mercado. El día que asumió entregó el Ministerio de Economía a los poderes económicos que de esta manera desembarcaron en los lugares estratégicos de decisión económica de la mano de un gobierno votado por mayorías, peronista nada menos. Sin peronistas al frente de la economía durante la década menemista, Argentina aceptó la presión de vender todos los activos vendibles como manera de pagar su impagable deuda. Grandes empresas del estado se compraron a previo vil y se pagaban con papeles de la deuda externa que en el mercado valían entre 15 y 20% de su valor pero reconociéndolos al 100% de lo titulado. Recordemos, deuda que se contrajo durante los años de dictadura, o sea, bajo autoridades ilegales e ilegítimas.
La venta de activos incluyó a su complejo siderúrgico (SOMISA) muy rentable y a su aerolínea de bandera. Trenes, subterráneos, su complejo hidrocarburífero (petroleo, gas, carbón), su sistema eléctrico, telefonía, sistema jubilatorio, rutas, etc. La privatización de las rutas, por ejemplo, consistió en inventar un negocio donde no existía. Instalar cabinas de peaje en rutas construidas con impuestos del pueblo para que un privado recaude.
Esta formidable transferencia de bienes al sector privado desfinanció por completo al Estado y para mantener este esquema de pillaje de recursos públicos se tuvo que recurrir a un endeudamiento intenso y permanente. Esto llevó la deuda a 180000 millones A PESAR de haber vendido gran parte del patrimonio de todos los argentinos. Cuando ya era evidente que Argentina no iba a poder pagar sus compromisos el chorro de deuda se cortó y el resultado fue el estallido de diciembre del 2001. Frenar el pago de la deuda luego del colapso permitió a la Argentina recuperarse durante el período 2002-2011 y consolidar sus cuentas fiscales superando incluso la crisis mundial del 2008. Con una política de otra filosofía se empezó a corregir pero solo se recuperó un mínimo de lo enajenado (51% de YPF, Aerolíneas, AYSA, Correo y algunas pocas cosas más). Y el déficit fiscal volvió a partir de la baja en los precios de los granos, pero no producto del latiguillo conservador "se gasta más de lo que se recauda" sino por la lógica de "no se recauda lo suficiente porque los bienes del estado son explotados ahora por empresas privadas". Esto es la consecuencia de las privatizaciones de los 90 que a su vez se hicieron bajo presión para pagar la deuda de la dictadura. Matices más o menos, este crudo resumen lo relata en trazos gruesos pero respaldado en los hechos. El gobierno actual va en el sentido de seguir transfiriendo bienes y rentas del estado a los privados por eso me resultó tan sencillo predecir el desenlace. En este marco ideológico estuvo la apertura de los cielos a las low-cost en detrimento de la estatal Aerolíneas o el repliegue de los servicios de Arsat I y II y el abandono del Arsat III favoreciendo a operadores privados, la entrega de la red de fibra óptica estatal para el lucro del Grupo Clarín, el abandono de la producción de radares, de agua pesada, de aviones, de barcos, el remate del Fondo de Garantía de la Anses, etc, etc. Es el camino opuesto al necesario. Y la oposición, ninguna de sus tantas expresiones, plantea el problema en éstos términos. Bajar el gasto no es la solución porque Argentino no tiene por qué vivir como un país africano o periférico ya que proviene de una industrialización importante desarrollada durante tres cuartas partes del siglo XX, una clase media legítimamente pretenciosa con una serie de derechos adquiridos (jubilación, aguinaldo, salud, educación, esparcimiento, etc.) lograda gracias al esfuerzo de sus impuestos durante generaciones. Subir la recaudación es la solución. Recuperar los ingresos fiscales que hoy van a parar a bolsillos particulares. Recuperar lo concesionado bajo coerción. No es un plan comunista, es recuperar el país que ya tuvimos. Las energéticas, las rutas, el gas, el petróleo como mínimo, ya que no se vendieron, fueron concesionadas. Igual que las reservas mineras. También poner en valor lo ya realizado: satélites, aviones, radares, astilleros, complejo nuclear, investigación, todos bienes y capacidades del estado que no son aprovechados porque el dogma liberal, presente en la gestión actual y demasiado respetado por la tibia e inocurrente oposición no cree en lo estatal. Respetaría esa corriente de pensamiento si tuviera algún éxito para mostrar. Pero el fracaso del programa económico de la dictadura, luego el de la década liberal de Menem-De la Rúa sumado al único camino del presente son producto de exactamente lo mismo: abrir la economía, replegar al estado, cubrir el desequilibrio generado con deuda externa. Muy previsible. La recaudación puede agrandarse dramáticamente y en muy breve lapso haciendo que las rentas que producen los bienes del Estado queden en el Estado. Y no en una multinacional que para peor de males debe remitir sus utilidades al exterior, requiriendo para ello dólares que Argentina debe pedir prestados y pagar entre sus ciudadanos. Esto se hizo en otros países luego de la catástrofe de los 90 cuando tomaron medidas similares a Argentina. Noruega, Rusia, Islandia, Corea del Sur, Bolivia entre otros demostraron que con el Estado avanzando sobre los sectores estratégicos abandonados bajo el dogma liberal sus economías se equilibraron y crecieron rápidamente. Grecia, Jamaica, Turquía, Ucrania y otros son ejemplos de países que optaron por seguir los dictados de FMI y sus resultados también están a la vista: una crisis crónica que solo empeora con el tiempo. Repito: armo una corriente de pensamiento basado en experiencias y resultados, no en consignas y creencias de antemano para los cuales luego debo distorsionar la realidad para que cobren sentido. Argentina necesita un plan propio diseñado para Argentina.
Esto es el inicio de una contribución personal al pensamiento de cara a un cambio de paradigma necesario de cara al 2019. Feliz domingo.
(1): Nacimiento, Desarrollo y Destrucción de la Industria Electrónica en Argentina. Un estudio de las políticas de José A. Martinez de Hoz y sus efectos sobre la industria nacional. Luis Octavio Corvalán - Tucumán - 1986

sábado, 5 de mayo de 2018

COREA DEL SUR


Corea logró su independencia en 1945, cuando los norteamericanos derrotaron a los japoneses. Luego de 36 años de ocupación, Corea era muy pobre. Y para colmo, antes de poder empezar alguna recuperación, estalla la guerra. La primera guerra caliente de la guerra fría. Luego de años de conflicto Corea se divide en dos, deja atrás 5 millones de muertos, entre ellos una parte importante de su fuerza laboral, y queda destruido lo poco que tenían. El resto de la década del 50 el 90% del presupuesto estatal provenía de ayuda y asistencia externa. Sin nada, empezando de cero, el estado coreano se obsesionó por lo que consideró lo más importante para empezar la reconstrucción del país: la educación. Con lo poco que tenían, decretaron la obligatoriedad de la educación primaria y secundaria, con acento en secundarias técnicas. Formar carpinteros, torneros, matriceros, electricistas, constructores. 
En 1960 asume un gobierno militar, tras un golpe. Diseña un plan quinquenal que será el puntapié del desarrollo industrial del país. Los yankees, ocupantes del país y encargados de la defensa, no se entusiasman y niegan la financiación del plan. Es Alemania la que apoya. Con su industria en plena expansión, recluta a los nuevos técnicos especializados coreanos y los llevan a trabajar a Alemania. Estos trabajadores viven con lo indispensable y remiten los sueldos en marcos a los familiares. Estos, en lugar de gastarlo en taxis y morfina, lo ahorran. Este ahorro interno en divisas más la ayuda directa alemana permite poner en marcha el plan. Aparecen industrias livianas de mano de obra intensiva: textiles, pelucas (pasan a ser primer productor mundial) y otras actividades livianas. Este proceso se multiplica año tras año. En 1970 el estado, repito, estado, decide montar una siderúrgica. Nunca un país con tan poca experiencia industrial, sin industria pesada, había logrado esto. Pero estaban decididos. En 1973 Corea ya estaba produciendo acero. Una década después era el 4to productor mundial. Esta industria madre estatal dio impulso a lo que es lo distintivo de Corea del Sur hoy: sus enormes astilleros y su industria automotriz. También permitió el desarrollo de su industria electrónica y su producción de componentes, hoy el primero del mundo.
En 1990, caído el muro de Berlín, aparecieron los señores de traje con sus recetas. Contaron que el mundo ahora dejó de ser bipolar y todos estaban adoptando 10 mágicas reglas llamadas “El consenso de Washington”. Corea abrió su mercado de capitales y de la noche a la mañana desembarcaron los inversores de Wall Street y compraron activos de las principales empresas coreanas, extranjerizando una parte importante de la economía construida con el esfuerzo y el ahorro interno de generaciones de coreanos. En 1997, tras la crisis de Indonesia, a los muchachos de Wall Street les agarró el pánico y todos salieron a replegarse de oriente. No había divisas suficientes para el retiro masivo de los inversionistas. Ahí apareció el bombero loco, presto a solucionar el impass: el FMI otorgó un multimillonario “rescate” a Corea. El dinero girado desde Washington un lunes estaba el martes ya en Nueva York, en las cuentas de todos los inversionistas que se replegaron en masa. Resultado: ahora Corea tenía una enorme deuda externa, a pagar por el pueblo, que antes no tenía. La crisis licuó ahorros de toda una vida y otras sutilezas que conocemos también aquí. Este fue el aporte del liberalismo a ultranza a la economía coreana.
¿Qué hicieron los coreanos? Aprendieron de esta crisis, como en otras oportunidades. Lo primero, reformaron su sistema financiero y de capitales, para que no pase de nuevo. Segundo, se esforzaron y para 2001, con 4 años de anticipación cancelaron la deuda con el FMI, como luego harían Argentina, Brasil y otros países y siguieron trabajando y creciendo con sus propias decisiones como lo habían hecho antes.       
Corea del Sur, que en 1955 no tenía NADA, empezando desde cero, es hoy la 12va economía del mundo. Planificación, esfuerzo, ahorro interno, intervención estatal, barreras, estímulos, políticas activas. Otro caso, completamente diferente a Noruega, exitoso. Aplicando metodologías acorde a sus necesidades, capacidades, proyectos y sueños. Nada de tratamiento único para todo enfermo, en cualquier latitud y de cualquier característica. Estructurar el sistema económico en función de la realidad y las necesidades del país. Un claro ejemplo que el mercado no puede generar estos procesos exitosos. Son producto de una cuidadosa planificación y políticas activas desde el estado.  



domingo, 8 de abril de 2018

LA NOVELA Y LA REALIDAD

Reflexiones Domingueras
Hace pocos días propuse a mis amigos escuchar una entrevista que el Ministro de Economía de Bolivia dio en Washington donde resumió 10 años de logros gracias a políticas públicas. Y los contrapuse a las expresiones de los liberales que solo pueden expresar promesas a futuro. Lejos quedó el paupérrimo segundo semestre de 2016 donde nada de lo positivo ocurrió y se cerró un año de retroceso en la economía como no ocurría en Argentina desde. Para ilustrar mi argumento nada mejor que las expresiones recientes del BCRA que promete crecimiento para los próximos 4 años. Todo hacia adelante, jamás un resultado. Literalmente idéntico a la zanahoria del burro que por más que camine 1000 kms nunca alcanzará, ya que el fin no es alimentarlo sino que camine mientras acepta su destino de hambre.
Y repito hasta el infinito: el problema no es Macri, Cristina, Massa o cualquiera que se promueve con nombre o apellido sino el modelo económico y la capacidad para analizarlo. Los medios de comunicación formatean a la opinión pública y participé hasta el cansancio de polémicas con amigos que evidencian solo saber lo que TN o los principales diarios les cuentan. Y, modestia aparte, es irritante tener que discutir de igual a igual con gente que no se toma el trabajo de informarse o formarse adecuadamente en la temática que tan vehementemente argumentan. Algunos que no pueden negar la realidad ya que sus boletas de gas, luz y agua les impiden disfrutar del delivery del viernes ni de las salidas del sábado con amigos o ver los partidos de su equipo favorito, guardan un prudente silencio. Pero todavía quedan otros que defienden su elección porque siguen convencidos que la otra alternativa nos llevaba a Venezuela y creen que los disfrutes mencionados en la oración anterior eran totalmente inmerecidos, una fantasía. Y esto es producto de la inversión de la ley Magnetto: es célebre su afirmación que con 5 tapas de Clarín voltea a un gobierno; aquí prueba que con tapas cotidianas puede también sostener a un gobierno que está haciendo aguas, incumpliendo todas las promesas de campaña y provocando un paulatino empobrecimiento que se percibe mes a mes. Con la excusa de no poder subsidiar indefinidamente la energía subió su costo hasta hacerla una de las más caras del continente y prometiendo subir aún más los precios en lo que resta del año. Pero culpa a las paritarias por la alta inflación. Mientras pretende subir todos los servicios y productos de las empresas representadas por sus gerentes en los distintos Ministerios, pretende que los sueldos suban muy por debajo de la inflación con exactamente el mismo fin: garantizar rentas extraordinarias a esas mismas grandes empresas hoy en el gobierno. Razón por la cual a las pocas horas de asumir redujo las cargas impositivas que pagaban y hoy deben cerrar escuelas, fábricas militares, despedir investigadores, jubilar docentes, parar la producción de satélites, radares, vectores, reducir los haberes y negarles remedios a los jubilados por no alcanzar el presupuesto. Y llevarnos represión y detenciones mediante a algo muy similar a la tan temida Venezuela que los atildados votantes sabiamente evitaron. Resumiendo: nos estamos convirtiendo en un país de mierda, subdesarrollado, bananero, con un poder judicial complaciente y una creciente desigualdad que no nos inserta en el siglo XXI sino nos lleva raudamente al siglo XIX, pasando hoy por una situación similar a la década del 30 del siglo pasado que quedó en la posteridad como “Década Infame”. De los supuestos 12 años de oprobio kirchneristas, durante la primera mitad se creció a tasas chinas con superávit fiscal, incluso sobreviviendo al gran colapso mundial de 2008 que impactó en las cifras del 2009 pero volviendo a crecer en 2010 a la friolera del 10,125%(1). Tal fue la mala prensa que nadie propuso estudiar lo ocurrido en esos años para perfeccionar ese esquema de crecimiento. En cambio se eligió volver al modelo fracasado de los 90 que hizo estallar al país, llenado titulares mundiales por la desnutrición en un país exportador de alimentos. Prensa mediante en ambos casos. Pereza intelectual, ignorancia o tendencia al suicidio. Elija usted. Pero a no desanimarse: nos esperan 4 años de crecimiento lo que representa nada menos que 4 segundos semestres. ¿Vieron? No hay caso: Dios es argentino!!!
(1) Banco Mundial: Crecimiento PBI por países período 1960-2016

domingo, 7 de enero de 2018

EL MITO DEL BUEN ALUMNO

Reflexiones Domingueras 


Lo  primero que hizo Cambiemos cuando asumió fue dar por sentado que el simple cambio de humor iba a generar una lluvia de inversiones. La “mera presencia” de Macri en el sillón de Rivadavia ya iba a generar el citado aguacero, según expresiones del eyectado Prat Gay a su jefe.
“Integrarnos al mundo”; “reglas de juego claras”; “eliminar trabas” y otros eufemismos usan los dogmáticos del liberalismo para aplicar medidas tendientes a permitir una libre circulación de capital, sin controles y otras medidas que permiten a los organismos estatales llevar un mínimo monitoreo sobre ingresos y fugas de divisas, acciones, regalías (lucro) y demás maniobras. Alinearse con filosofías pro mercado no nos hace de pronto confiables. Las condiciones que generó este gobierno facilitaron el ingreso y egreso de divisas y con una tasa de interés en pesos elevadísima y un stock de reservas acumuladas a puro endeudamiento permitieron un diluvio de fondos especulativos y apenas una tenue garúa de inversiones productivas, inferior a las existentes durante el oprobioso gobierno K.
Cualquier bancario o individuo que intentó obtener un préstamo sabe que debe demostrar ingresos genuinos que aseguren capacidad de pago. Me tocó tratar de convencer con un proyecto tecnológico elegantemente presentado para sufrir un rechazo mientras un rotisero de barrio recibía créditos abundantes. Le cerraban los números, así de simple.
Mientras Macri contaba pésimos chistes en las cumbres G-20 y otros ámbitos anunciando una apertura total y suicida de nuestra economía, otros dirigentes reciben créditos sin transpirar la camiseta ni tener que recurrir a patéticos stand-ups que solo dan vergüenza ajena.
Evo Morales, por ejemplo, corrió de Bolivia a la Coca-Cola, a Mc Donalds y hasta al propio Embajador de EEUU. Tomó con el ejército los pozos petroleros y gasíferos y nacionalizó su minería. Lo intentaron matar, fue incluido en el Eje del Mal y cualquier troll de los nuestros lo pone de ejemplo de lo que no hay que hacer. Sin embargo Bolivia recibe sí una lluvia de inversiones y si necesita financiar una obra de infraestructura consigue créditos a tasa libor que Argentina no recibe desde hace décadas.
Ser buen alumno es un mito, una mentira que escucho desde siempre y jamás se verificó en la práctica. Que te cierren los números abre la anhelada puerta a los capitales productivos y mantiene alejado a los especulativos porque nadie anda ávido de dinero golondrina como sí anda un gobierno que vive para atrás. Así uno explícitamente se defina como marxista y saque a patadas a los representantes del imperio. No interesa eso a los dueños del dinero. El dinero es barato si va a lo seguro. Y lo seguro es un Estado que recauda más de lo que gasta. Y nacionalizar la renta petrolera y minera, favorecer a los emprendedores locales en detrimento de las grandes cadenas internacionales, cuidar los recursos del estado y promover una economía en crecimiento con sentido nacional es la manera de lograr tener un estado solvente. Y un estado solvente produce la magia de la lluvia de inversiones. Y no exactamente al revés. Parece increíble tener que aclararlo, como si no lo hubiéramos vivido antes.


Links relacionados:http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_7609000/7609570.stmhttps://www.gestiopolis.com/financiamiento-de-la-inversion-publica-en-bolivia-y-sus-perspectivas/http://www.la-razon.com/economia/Banco-Kuwait-Bolivia-proyectos-infraestructura_0_2526347377.html