COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

miércoles, 31 de agosto de 2016

UNA REALIDAD, DOS RUMBOS

Una visión personal          

  El siglo XXI encuentra al mundo navegando aguas turbulentas de mares nuevos con los instrumentos políticos del siglo XVIII y XIX. Algunos países lograron una síntesis de conceptos incorporados pragmática o criteriosamente según sus particulares realidades y escalas de valores consensuados por sus sociedades. Y son los ejemplos exitosos a los que siempre recurro.
Pero buscando una simplificación de raíz, un cuerpo calloso primario sobre el cual se construyen los diferentes matices de pensamiento, encontramos, a mi parecer, solo dos corrientes de pensamiento. Las corrientes políticas y fácticas que de variadas maneras determinaron el rumbo de los últimos dos siglos (por poner caprichosamente un marco temporal) han conducido a la humanidad a las situaciones de enorme desigualdad que vemos hoy. Esto que muchos autores, analistas y dirigentes vinieron tratando desde siempre cobró notoriedad entre la academia hace un par de años cuando el economista francés Thomas Piketty publicó su monumental trabajo de más de 1000 páginas “El Capital del Siglo XXI” donde saca conclusiones de 200 años de estadísticas donde muestra fehacientemente como el mundo fue constantemente, salvo contadas excepciones, hacia la concentración obscena de la riqueza en poquísimas manos que tenemos hoy. A punto tal que 80 personas tienen la misma riqueza que la mitad de la población mundial combinada.
Esta desigualdad, en palabras de Piketty, está superando a la que existía en las décadas previas a la Revolución Francesa. En este caso los grandes capitales reemplazaron a la decadente monarquía, pero el esquema de injusticia social es idéntico. Y la pregunta obvia que se hace Piketty es hasta cuando la sociedad tolerará esta desigualdad creciente sin un estallido general como fue en el siglo XVIII la Revolución Francesa que marcó un cambio de era.
Expresado este concepto aquí viene mi interpretación personal que pinta mi visión política primaria: las ideas, programas, propuestas, banderas, actitudes políticas ¿en qué rumbo nos coloca como sociedad? ¿Vamos hacia una mayor concentración o vamos hacia distintas formas de redistribución o de participación de las rentas de manera de obtener una sociedad menos injusta? Aquí no defino ni un partido ni un movimiento histórico ni un concepto rígido de ideas. Defino un rumbo, un horizonte. Lo demás, los medios, la manera, las propuestas concretas, serán como siempre motivo de discusión, de debate, de consensos y de discrepancias. Pero me gustaría que se comprenda lo que para mí es el punto de partida: hacia donde queremos ir.
En mi caso particular este concepto me llevó a simpatizar con diferentes propuestas a lo largo de las décadas pero siempre con la misma premisa. Lo mío va de buscar el rumbo que intente la mayor igualdad social posible. Y la mayoría de las veces termino optando por el que ofrece menos desigualdad, lejos de mi ideal. Y muchas veces termino catalogado por la foto y no por la película. Así fui señalado de radical, peronista, socialista, K o lo que fuere.
Hoy la realidad desnuda crudamente esta dicotomía. Y la gestión que tenemos actualmente en Argentina no disimula su intención de ir hacia la concentración, aún mayor, de la riqueza en pocas manos. Todos los días se toman medidas en este sentido. Y fue la razón por la cual en el pasado este conjunto de ideas solo llegaba al poder impuesto por la fuerza de los sectores minoritarios. Hoy llegaron gracias al voto popular porque el refrán publicitario superó a la consigna política. Pero las consecuencias de estas políticas son menos fáciles de maquillar.
El otro aspecto de este panorama que yo pinto bipolar es que el primer grupo tiene una gran variedad de herramientas para el ejercicio del poder y articula aceitadamente todos sus movimientos. Mediante presión económica, mediante grandes medios de comunicación, a través de organismos multilaterales, a través de presión política, mediante embajadas, ejércitos, convenios comerciales, tratados de libre comercio, generación de sentido común, etc. Todo suma hacia un objetivo simple e indisimulado: captar la mayor porción de renta posible. Y la contracara, en cambio, es un abanico de buenas intenciones y de las otras, en un mar de banderas y propuestas, cada uno con su tópico o matiz que defiende como si les fuera la vida en eso. Los ambientalistas, los socialistas, los nacionales y populares, las corrientes internas de partidos que militan a ambos lados de esta frontera conceptual, etc. Un cocoliche de diferencias sutiles que impide la construcción de un gran frente indispensable para confrontar con tan formidable enemigo. Una Armada Brancaleone cuando lo necesario es una muy clara estructura de conceptos básicos que deben ser un norte que pueda unir voluntades. Justicia social, integración, contención. El Papa lo llamó techo, tierra y trabajo. Otros lo llaman inclusión social. Igualdad de oportunidades. Lo que les plazca. La pregunta, vuelvo a insistir, necesita aclarar el rumbo: ¿Vamos hacia una mayor desigualdad o hacia una mayor justicia en la distribución de la riqueza? ¿Está bien que el esfuerzo de las comunidades sea captado por un minúsculo grupo de personas o debemos buscar la manera de construir una sociedad más equilibrada? Respondidas estas preguntas simples, recién podemos avanzar hacia el próximo paso. Pero estaremos definiendo el más elemental de los conceptos de cara a un recorrido que llevará generaciones concretar. Todo lo demás serán las formas, pero lo imperdonable es errar el fondo a la hora de tomar la decisión. En mi humilde visión.