COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

domingo, 29 de julio de 2018

BREVE RESUMEN DE 50 AÑOS

Reflexiones Domingueras
Esta narración corre a título personal. No pretendo ser objetivo, pero como frecuentemente resalto, yo provengo de las ciencias duras donde las teorías que no explican la realidad se descartan. Con la misma lógica respaldo estas afirmaciones. La realidad no las contradice, hasta donde llega mi conocimiento.
Argentina desde su organización nacional (por citar caprichosamente una fecha cualquiera) hasta el año 1975 tuvo todo tipo de gobiernos, crisis de diversa profundidad y épocas de bonanza. Pero en promedio era una época en que podíamos afirmar que las generaciones sucesivamente iban mejorando sus niveles de vida. Los hijos tenían más bienestar que sus padres y éstos que sus abuelos.
En 1975 Argentina ya vivía los fuertes coletazos de la crisis mundial del petróleo que arrancó en octubre de 1973 con el barril a 3 dólares hasta llevarlo a los 12 dólares poco después. EEUU vivió un impacto traumatizante tanto en inflación como en el consumo de su clase media al ver disparar los precios de los combustibles. En esos dos años (1973-1975) Argentina pasó de vivir una especie de euforia con el triunfo de su máximo ídolo del siglo XX Juan D. Perón que regresó a la presidencia luego de 18 años a quedar huérfana luego de su pronta muerte en Julio de 1974 dejando a su tercera esposa en el sillón de Rivadavia. Además de su manifiesta incapacidad para el cargo y su ilegitimidad social ya que nadie votó pensando en ella como líder, a pesar de la gran factibilidad de que eso sea necesaria, la Argentina tuvo que soportar las presiones externas producto de la crisis descripta en el párrafo anterior.
Con un pueblo movilizado a través de sus sindicatos y elementos de ideología extrema recurriendo a las armas para resolver sus apetencias políticas, el país estaba sumido en un caos social que no reflejaba cabalmente una bonanza histórica en términos económicos. Y hablo de bonanza porque 1974, plena crisis mundial, Argentina logra un record en el nivel de ocupación y de participación industrial en su PBI y sus exportaciones. Un estado que hoy nos genera una nostalgia y sin embargo para los que vivíamos ese presente pretendíamos algo bastante mejor. Hoy esa realidad nos parecería un país de primerísimo mundo. El colapso del gobierno de Isabelita fue la excusa para que sectores conservadores vuelvan al poder golpe mediante, una costumbre inaugurada en 1930 como alternativa al voto universal y obligatorio de la Ley Saenz Peña que parecía impedir de por vida el triunfo de minorías pudientes que hasta la promulgación de la misma se daban maña para manejar el país a su gusto.
Pero a diferencia de dictaduras anteriores que repartían los beneficios a favor de las clases acomodadas y las empresas pero que mantenían un Estado presente y el país seguía creciendo en promedio, la dictadura que arrancó en 1976 vino con un cambio conceptual inédito, por su profundidad ideológica y de aplicación. Por primera vez y explícitamente se abrieron las fronteras a los productos importados en detrimento de la industria nacional, se mantuvo un dólar barato que exacerbaba esas condiciones y se promovía a los productos importados como una alternativa superadora en calidad y precio a los productos nacionales. El desequilibrio que tamaño desatino económico produjo en las cuentas fiscales como consecuencia del aumento exponencial de importaciones y la destrucción de la industria nacional, en particular la industria pesada y la industria electrónica(1) obligó a recurrir al endeudamiento para cubrir el enorme déficit que generó y de paso financiar una economía corrupta. El equipo económico echó mano a la abundante oferta de dólares disponibles justamente por la crisis petrolera de los años anteriores (el termino petrodólares se acuñó en esa época) que permitió al sector petrolero y financiero acumular enormes capitales. Argentina pasó a depender por primera vez en financiamiento externo para gastos corrientes. Y así llegó el período democrático que estamos viviendo ahora, arrancando en 1983. Alfonsín recibió una Argentina endeudada y con su industria destrozada. No tuvo la posibilidad de patalear o aplicar una política de resistencia a esta herencia porque en la región aún habían muchos países en manos de gobiernos militares o democracias de derecha y su estrategia quedó aislada, no pudo formar un "club de deudores" como contratarte al consorcio de bancos acreedores que se había formado. Solo Méjico estaba en una crisis tan profunda que hubiera podido acompañado a Argentina en su reclamo pero estaba siendo muy presionada por EEUU para que no lo hiciera. La deuda heredada era de 43000 millones de dólares, una enormidad para el país en una época en que su PBI apenas sobrepasaba los 60000 millones de dólares. Alfonsín solo pudo refinanciar vencimientos de capital e intereses y así llegó el gobierno de Menem en 1989 con 63000 millones de deuda externa y en medio de una hiperinflación producto de un golpe de mercado. El día que asumió entregó el Ministerio de Economía a los poderes económicos que de esta manera desembarcaron en los lugares estratégicos de decisión económica de la mano de un gobierno votado por mayorías, peronista nada menos. Sin peronistas al frente de la economía durante la década menemista, Argentina aceptó la presión de vender todos los activos vendibles como manera de pagar su impagable deuda. Grandes empresas del estado se compraron a previo vil y se pagaban con papeles de la deuda externa que en el mercado valían entre 15 y 20% de su valor pero reconociéndolos al 100% de lo titulado. Recordemos, deuda que se contrajo durante los años de dictadura, o sea, bajo autoridades ilegales e ilegítimas.
La venta de activos incluyó a su complejo siderúrgico (SOMISA) muy rentable y a su aerolínea de bandera. Trenes, subterráneos, su complejo hidrocarburífero (petroleo, gas, carbón), su sistema eléctrico, telefonía, sistema jubilatorio, rutas, etc. La privatización de las rutas, por ejemplo, consistió en inventar un negocio donde no existía. Instalar cabinas de peaje en rutas construidas con impuestos del pueblo para que un privado recaude.
Esta formidable transferencia de bienes al sector privado desfinanció por completo al Estado y para mantener este esquema de pillaje de recursos públicos se tuvo que recurrir a un endeudamiento intenso y permanente. Esto llevó la deuda a 180000 millones A PESAR de haber vendido gran parte del patrimonio de todos los argentinos. Cuando ya era evidente que Argentina no iba a poder pagar sus compromisos el chorro de deuda se cortó y el resultado fue el estallido de diciembre del 2001. Frenar el pago de la deuda luego del colapso permitió a la Argentina recuperarse durante el período 2002-2011 y consolidar sus cuentas fiscales superando incluso la crisis mundial del 2008. Con una política de otra filosofía se empezó a corregir pero solo se recuperó un mínimo de lo enajenado (51% de YPF, Aerolíneas, AYSA, Correo y algunas pocas cosas más). Y el déficit fiscal volvió a partir de la baja en los precios de los granos, pero no producto del latiguillo conservador "se gasta más de lo que se recauda" sino por la lógica de "no se recauda lo suficiente porque los bienes del estado son explotados ahora por empresas privadas". Esto es la consecuencia de las privatizaciones de los 90 que a su vez se hicieron bajo presión para pagar la deuda de la dictadura. Matices más o menos, este crudo resumen lo relata en trazos gruesos pero respaldado en los hechos. El gobierno actual va en el sentido de seguir transfiriendo bienes y rentas del estado a los privados por eso me resultó tan sencillo predecir el desenlace. En este marco ideológico estuvo la apertura de los cielos a las low-cost en detrimento de la estatal Aerolíneas o el repliegue de los servicios de Arsat I y II y el abandono del Arsat III favoreciendo a operadores privados, la entrega de la red de fibra óptica estatal para el lucro del Grupo Clarín, el abandono de la producción de radares, de agua pesada, de aviones, de barcos, el remate del Fondo de Garantía de la Anses, etc, etc. Es el camino opuesto al necesario. Y la oposición, ninguna de sus tantas expresiones, plantea el problema en éstos términos. Bajar el gasto no es la solución porque Argentino no tiene por qué vivir como un país africano o periférico ya que proviene de una industrialización importante desarrollada durante tres cuartas partes del siglo XX, una clase media legítimamente pretenciosa con una serie de derechos adquiridos (jubilación, aguinaldo, salud, educación, esparcimiento, etc.) lograda gracias al esfuerzo de sus impuestos durante generaciones. Subir la recaudación es la solución. Recuperar los ingresos fiscales que hoy van a parar a bolsillos particulares. Recuperar lo concesionado bajo coerción. No es un plan comunista, es recuperar el país que ya tuvimos. Las energéticas, las rutas, el gas, el petróleo como mínimo, ya que no se vendieron, fueron concesionadas. Igual que las reservas mineras. También poner en valor lo ya realizado: satélites, aviones, radares, astilleros, complejo nuclear, investigación, todos bienes y capacidades del estado que no son aprovechados porque el dogma liberal, presente en la gestión actual y demasiado respetado por la tibia e inocurrente oposición no cree en lo estatal. Respetaría esa corriente de pensamiento si tuviera algún éxito para mostrar. Pero el fracaso del programa económico de la dictadura, luego el de la década liberal de Menem-De la Rúa sumado al único camino del presente son producto de exactamente lo mismo: abrir la economía, replegar al estado, cubrir el desequilibrio generado con deuda externa. Muy previsible. La recaudación puede agrandarse dramáticamente y en muy breve lapso haciendo que las rentas que producen los bienes del Estado queden en el Estado. Y no en una multinacional que para peor de males debe remitir sus utilidades al exterior, requiriendo para ello dólares que Argentina debe pedir prestados y pagar entre sus ciudadanos. Esto se hizo en otros países luego de la catástrofe de los 90 cuando tomaron medidas similares a Argentina. Noruega, Rusia, Islandia, Corea del Sur, Bolivia entre otros demostraron que con el Estado avanzando sobre los sectores estratégicos abandonados bajo el dogma liberal sus economías se equilibraron y crecieron rápidamente. Grecia, Jamaica, Turquía, Ucrania y otros son ejemplos de países que optaron por seguir los dictados de FMI y sus resultados también están a la vista: una crisis crónica que solo empeora con el tiempo. Repito: armo una corriente de pensamiento basado en experiencias y resultados, no en consignas y creencias de antemano para los cuales luego debo distorsionar la realidad para que cobren sentido. Argentina necesita un plan propio diseñado para Argentina.
Esto es el inicio de una contribución personal al pensamiento de cara a un cambio de paradigma necesario de cara al 2019. Feliz domingo.
(1): Nacimiento, Desarrollo y Destrucción de la Industria Electrónica en Argentina. Un estudio de las políticas de José A. Martinez de Hoz y sus efectos sobre la industria nacional. Luis Octavio Corvalán - Tucumán - 1986