COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

sábado, 28 de mayo de 2016

PEQUEÑO LIBERAL ILUSTRADO

Resumen de 200 años de historia económica.
Luis O. Corvalán

El siglo XVIII fue un momento de enorme transformación. Ahí surgieron las ideas de la ilustración que darían forma más adelante a las democracias modernas que reemplazarían en gran parte del mundo a las monarquías, sistema de gobierno que por entonces era lo habitual. Esta revolución de las ideas en lo social tuvieron su correlato en las letras, las artes y en las ciencias.
Adam Smith
Me gusta ubicar dentro de este movimiento el aporte intelectual de Adam Smith, el pensador inglés que hoy consideramos el padre del liberalismo. En su libro “La Riqueza de las Naciones” comienza ubicando lo que será su teoría en un contexto histórico muy amplio que propone una interesante interpretación del desarrollo del hombre como especie. Nos cuenta como el hombre pasa de ser un simple cazador y recolector a ser un individuo social, con comunidades organizadas y un carácter urbano. Esto se da primero en la Mesopotamia y Egipto. Nos hace notar que estos fenómenos tienen en común la presencia de ríos importantes, lo que explica ese salto tan grande que da el hombre. No es por la riqueza de la tierra ni por tener un líder carismático o rey prodigioso. El fenómeno se explica por la aparición del comercio, el intercambio entre los diferentes asentamientos. Este fenómeno es el que explica el surgimiento de las sociedades y fomenta el trabajo artesanal, la agricultura, los servicios. Este análisis que se proyecta hasta su tiempo permite a Adam Smith elaborar tu tesis que ubica al individuo como el generador de la “riqueza de las naciones”. Y su búsqueda, considerada natural, del beneficio propio es la que, sumada con las voluntades de otros individuos, será el motor de la riqueza de la comunidad en su conjunto. Es interesante para nosotros no olvidar el contexto de estas propuestas. Si el generador de la riqueza es el individuo, el trabajador, el burgués, el campesino, el artesano, esto redunda en el cuestionamiento del sistema monárquico presente en la mayor parte de Europa y América en ese momento. Si la riqueza no proviene de la casta de nobles puestos ahí por la providencia, es cuestionable que el poder político siga en esas manos. Ese fue el trasfondo revolucionario de sus propuestas.
Y la propuesta de gestión que hace Smith es dejar liberadas las fuerzas económicas para estimular el ejercicio libre de estos “emprendedores” y de esta manera los países alcanzarán el máximo de sus posibilidades. De aquí que los seguidores de estas propuestas breguen por una nula o mínima intervención del estado en asuntos económicos. Y por esta razón los economistas de esta escuela de pensamiento se llaman “liberales”, en alusión a esta “libertad económica”.
Ahora, en los países centrales de ese momento y que aun hoy son potencias: Inglaterra, Francia, Países Bajos, Alemania y el recién independizado Estados Unidos, estas ideas no se llevaron a la práctica con la naturalidad que nos intentan hacer creer hoy, siglo XXI, los liberales.
Fue Gran Bretaña, el mayor imperio de ese momento, cuya casta dominante abrazó con entusiasmo las ideas de su pensador Adam Smith para tratar de derribar las barreras con que las demás potencias y países de la época protegían su comercio. El principal interés de Gran Bretaña era colocar su producción textil y proveer de materias primas a su industria, la más desarrollada del mundo. En este contexto se entienden muchos conflictos de ese período incluidas las dos invasiones que sufre Buenos Aires a principios del siglo XIX.
El libro de Smith se publico en 1776, año en que EEUU declaró su independencia. Y luego de una larga guerra y un proceso de organización nacional, en 1789 asume George Washington como el primer presidente del nuevo país. Adam Smith ve en esta joven nación, un experimento de república democrática basada en las ideas de la ilustración, como el campo ideal para aplicar sus propuestas. Alexander Hamilton, uno de los padres de la patria, fue el primer Secretario del Tesoro, virtual Ministro de Economía de Washington. En 1791 Smith le propone a Hamilton con vehemencia la apertura de la economía en total sintonía con los deseos de los barones británicos. Ellos querían limitar a la recientemente emancipada colonia al rol de proveedor de material primas y consumidor de productos elaborados, manteniéndola así dentro de su zona de influencia. Hamilton rechaza de plano la propuesta con el argumento de que la nueva nación no está en condiciones de competir con el aceitado aparato industrial británico y que la protección aduanera es indispensable si pretenden, como lo estaban haciendo, convertirse en un país industrial e integrado con un fuerte mercado interno. Aquí se produce la madre de los debates que persiste hasta nuestros días: apertura o protección. Lo que Hamilton establece como norma no es taxativamente una u otra opción, es el concepto que explicita: “haré lo que se necesite para garantizar el bienestar de la nación.” Es decir, Hamilton no se casa con una idea rígida sino que adoptará las políticas que el lugar y la situación demanden. Y el tiempo dio la razón a Hamilton, no a Smith. Estados Unidos con esta premisa se convirtió en la mayor potencia mundial, desplazando al Reino Unido en el Siglo XX.
Alexader Hamilton
La economía de mercado basada en el liberalismo económico de Smith explica gran parte del enorme desarrollo que sufrió el mundo desde fines del siglo XVIII a esta parte. Pero vemos que nunca se cumplió con la ausencia del estado. Y veremos con más detalle como fue esa intervención. Del universo de emprendedores que formarían la riqueza de los Estados Unidos, algunos se convirtieron en verdaderos magnates gracias a la evolución de sus negocios dentro de un contexto de revolución industrial. Nombres como Rockefeller (petróleo), o JP Morgan (acero) o Vanderbilt (transporte) fueron los estereotipos de este tipo de empresario exitoso, entre miles.
En el período desde los tiempos de Smith hasta 1978-1980 se produjo un avance notable en los medios de producción que permitió a las empresas y al agro aumentar notablemente la productividad. Por productividad llamamos a cuanto puede producir un individuo por hora o jornada de trabajo. Y durante todo ese período este aumento de productividad se fue transformando en aumento de sueldos para los trabajadores o mejoras en las condiciones de trabajo, o ambas. De jornadas de 12 o 14 horas diarias sin descanso a comienzos del período industrial se pasó a las 60 horas laborables por semana para el año 1900 y desde entonces las horas de trabajo se redujeron a 48 o 40 horas semanales o menos. Obreros que iban a trabajar a pie o en bicicleta a sus fábricas podían tener hijos que viajaban en auto para cumplir la misma función una generación después. Esto fue una característica de este período. El tan mentado ascenso social.
Un empresario de los grandes surgido en EE.UU. que triunfó combinando un producto novedoso con técnicas revolucionarias de producción fue Henry Ford. El desarrolló la línea de producción que le permitió fabricar cientos de autos por día a precios accesibles.
Línea de Montaje de Ford en 1920
Para 1920 en su planta de Detroit trabajaban 100 mil obreros. Y Ford sabía que entre esos obreros podía encontrar clientes, así que pagaba sueldos dignos que le permitían conciliar un precio de venta rentable de sus vehículos con la capacidad de consumo de sus propios empleados. Aquí vemos como un industrial toma conciencia que el mejor negocio para su particular actividad no es “pagar los salarios más bajos posibles” como reza la teoría o como proponen algunos políticos sino crear las condiciones de un mercado interno saludable y con poder de compra. Él se sabía exitoso solo en un contexto como ese.
Estamos usando ejemplos casi exclusivamente de Estados Unidos porque a la larga fue el país que terminó exportando el sentido común que se propaló por el mundo durante el último siglo y por lo tanto estos ejemplos impactaron en diferentes latitudes y momentos históricos de manera similar.
Estas riquezas se crearon en un contexto de libertad de empresa, pero como mencionamos y veremos más adelante, dentro de un contexto muy relativo. Los Estados Unidos siempre fueron fiel a la idea original de Hamilton. El estado siempre mantuvo protecciones a determinados productos y apertura en otros rubros en función de sus necesidades, intereses de ciertos sectores, ventajas competitivas de algunos o vulnerabilidades de otros. Pero hay otro aspecto de la intervención estatal que disparó el veloz desarrollo del país.
Supongamos que Henry Ford, ya que lo nombramos, ganó fortunas un determinado año con su fábrica. Y llegado a fin de año decide hacer una extracción de sus beneficios, para su uso personal. Por ejemplo, quiere tomar como ganancia unos 500 millones de dólares. La legislación que estaba vigente para su época aplicaba un impuesto a las ganancias individuales que llegaba al 91% cuando el valor superaba un cierto límite. Entonces a don Henry no le convenía sacar ese dinero como utilidad porque casi todo acabaría en el fisco. El secreto para disponer de ese dinero “extra” de manera legal y que no se lo lleve el estado era el siguiente: Ford empleaba esos 500 millones para agregar un línea nueva de producción, por ejemplo. De esta manera aumentaba aun más la facturación y el valor de su empresa. Supongamos que pasaba a valer, digamos, 2000 millones de dólares más, justamente por haber aumentado su producción. Entonces don Henry iba a la bolsa de valores y vendía acciones de su empresa por valor de 500 millones, se juntaba con el mismo dinero pero sin pagar impuestos, ya que la venta de acciones no estaba ni está gravada. Este esquema. que estuvo vigente desde mediados del siglo XIX hasta 1923 y luego reimpuesto durante el gobierno de Roosevelt hasta fines de los 70 explica casi por sí solo el exponencial crecimiento de la industria norteamericana que terminó pasando por arriba la de Europa para principios del siglo XX. Además produjo una demanda sostenida de mano de obra y los sueldos más altos del mundo.
En las elecciones de 1920 el candidato Warren Harding prometía bajar esto que llamaba “impuestos distorsivos” y otros impuestos a los más ricos. También prometía el repliegue del estado en los negocios bajo el lema “more business in government and less government in business”. Aclaremos, Estados Unidos no era un país intervencionista ni de base socialista. Era un país que respetaba la libre empresa y defendía la oferta y la demanda. Pero como describí, tenía reglas de juego definidas por el estado, una particular presión impositiva que fomentaba la inversión productiva y una protección selectiva de ciertos sectores. Y a partir de fenómenos como la concentración de la producción, refinería y comercialización de combustibles por parte de Rockefeller, se redactaron leyes anti-monopolio y otras formas de intervención estatal para evitar la cartelización de ciertos mercados. La propuesta de Harding era liberalizar aun más la economía, disminuir estas intervenciones estatales y sacar la presión impositiva sobre las mayores fortunas. Ganó las elecciones y si bien murió a poco de asumir, su sucesor Coolige llevó adelante la plataforma prometida y bajó esa tasa de impuestos desde el 91% hasta el 24%. Los poseedores de grandes fortunas se vieron de la noche a la mañana con efectivo a su disposición que antes no tenían. Este dinero ahora en mano buscó medios fáciles de inversión que garantizaran rentas rápidas. Y así se empezó a alimentar un mercado de capitales y un mercado inmobiliario que creció desproporcionadamente y en poco tiempo. El dinero se volvió especulativo. Los ”locos años 20” fue una década de particular bonanza y despilfarro por parte de los más ricos. Se produjo una enorme burbuja bursátil e inmobiliaria que fue la causa que llevó finalmente al estallido de octubre de 1929 y que derivó en la mayor recesión mundial de la que se tiene registro. No fue un “ciclo económico” como se intenta explicar hoy. Fue producto de decisiones, de legislación y de comportamientos que gracias a una libertad extrema de mercado produjo lo que produjo. O sea, repasando, podemos afirmar que una economía que funcionaba de manera fabulosa y que produjo un crecimiento como pocas veces visto en la historia gracias a una combinación de políticas de libre mercado, protección aduanera selectiva y políticas fiscales agresivas que fomentaban la inversión productiva y gravaba la renta extraordinaria, al pasar a una economía de mayor libertad y menor presión impositiva, es decir, más parecida a lo que soñaba Adam Smith, el resultado fue un estallido y una pobreza generalizada que pasó largamente las fronteras de los Estados Unidos.
Cola de gente desempleada esperando un café y sopa gratis
durante la gran depresión
En 1930 la administración de Herbert Hoover no sabía como o no creía que el estado pudiera tener una intervención activa para sacar al país adelante. El pensaba, como se escucha ahora, que las cosas mejorarían en el semestre siguiente. Así la crisis se transformó en una profunda recesión que duraría años. Luego de 1934 y ya bajo la presidencia de Franklin D. Roosevelt se empezaron a aplicar políticas activas por parte del estado para intentar salir de la recesión. Influenció mucho en esto las ideas del economista británico John Maynard Keynes que proponía una activa participación del estado en estos casos a través de obra pública y distintos incentivos para estimular la recuperación, inyectando dinero público al sistema. Y durante su gestión, FDR repuso la alícuota del 91% del impuesto a las ganancias individuales. La recuperación finalmente se consolidó con el ingreso de los Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial y la intervención masiva del estado en la economía, potenciando la producción de todo tipo de armamento y equipos bélicos. Los efectos de la intervención estatal perdurarían por décadas después de finalizada la guerra. FDR impuso una serie de políticas sociales que pasaron a conocerse como el Estado de Bienestar.
La idea de Estado de Bienestar de los Demócratas
continuó durante la gestión republicana de Eisenhower
Luego de los 4 mandatos de FDR más el de Truman, los demócratas llevaban 5 períodos presidenciales consecutivos. En 1952 ganó la presidencia el republicano Dwight Eisenhower que, a diferencia de lo que pedía el ala conservadora de su partido, mantuvo en vigencia las políticas sociales de los demócratas e incluso reforzó algunas. Mantuvo la alícuota en el 91% y para fines de los 70, luego de las presidencias demócratas de Kennedy y Johnson, los EEUU llegaron a los mayores índices de ocupación y bienestar que se recuerda. Tan era la opulencia y la salud fiscal que pudieron financiar simultáneamente una insana carrera armamentista producto de la Guerra Fría con la Unión Soviética, la guerra de Vietnam y un ambicioso programa espacial que llevaría al hombre a la luna en 1969. Esto mientras se invertía en infraestructura a lo largo y ancho del país.
Habíamos mencionado como el aumento de la productividad, que para esta época ya llevaba 150 años, se traducía en mayores sueldos y mejores condiciones de trabajo para la extensa clase media que ya poblaba el país.
En 1953, el intelectual conservador Russell Kirk publica una obra monumental de 6 tomos llamada “The Conservative Mind” donde plantea el pensamiento conservador de manera magistral, para los que gustan de esas ideas. Y ahí propone que los progresos sociales deben producirse muy paulatinamente y a lo largo de generaciones. El nivel de progreso social que él observa en ese período de posguerra es insostenible según su perspectiva. Si las mejoras y progreso continúan produciéndose al ritmo que llevan en poco tiempo se generaría una inestabilidad social producto de demasiado bienestar.    
La marcha en protesta a la Guerra de Vietnam
del 15 de noviembre de 1969 en Washington DC
magistralmente recreada por Zemeckis en Forrest Gump
Dentro de este período se producen grandes movilizaciones sociales y profundos cambios en la música, el arte y la estética en general. En los años 50 los afroamericanos comienzan a movilizarse por sus derechos. Los primeros grupos ambientalistas empezaron a principios de los 60 a organizar marchas en contra de Dow Chemical y Monsanto por los agroquímicos. Por otra parte los consumidores empezaron a organizarse en contra de algunas grandes empresas, en particular las automotrices. Las grandes fábricas sabían de ciertos riesgos o defectos de fabricación que podían provocar accidentes. El cálculo que hacían era exclusivamente desde un punto de vista de rentabilidad. Si mejorar un diseño en todos los autos significaba una inversión de 100 millones de dólares, se lo balanceaba con un estudio de los posibles accidentes, la cantidad de víctimas y de ellas, 1 de cada 3 que iban a juicio, cuánto costaba indemnizarlas. Si el costo era menor a los 100 millones la modificación no se hacía. Era más barato indemnizar. No importaban las víctimas, solo las ganancias. Esta filosofía de las automotrices la desnudó Ralph Nader, por entonces un joven abogado, cuando en 1965 publicó su célebre libro “Unsafe at any Speed”. El libro denunciaba que las automotrices no fabricaban vehículos más seguros para ahorrar costos y así potenciar sus beneficios. Este libro cambió la industria automotriz y al poco de publicarse ya se estaban aprobando leyes que regularían la producción estableciendo standards de seguridad que fueron en aumento hasta nuestros días. Otra industria que comenzó a sentir las protestas de consumidores fue la tabacalera. Estos movimientos en defensa de los usuarios en general tenían como contraparte las grandes empresas y corporaciones de los Estados Unidos que empezaron a sentirse acusadas de ser los malos de la película.
Lewis F. Powell Jr.

En este contexto llegamos al año 1971. Otro abogado, esta vez de Virginia, llamado Lewis Powell y que tenía entre sus defendidos a las grandes tabacaleras, decidió hablar con los poderosos empresarios para decirles que se estaba perdiendo una batalla cultural. Negros, gays, mujeres, obreros, estudiantes, ambientalistas, consumidores en general, opositores a Vietnam, todo el pueblo por un motivo u otro está movilizado y protestando. Powell sostiene que Kirk Russell tenía razón cuando anunció 20 años antes que este momento llegaría: el pueblo tiene demasiado bienestar. Y que muchos de estos activistas y movimientos surgidos en la última década estaban minando la confianza justamente en las grandes corporaciones que, en su visión, habían hecho grande al país. Su propuesta fue la de contraatacar desde una estrategia integral. Ser propietario de grandes medios ya no era suficiente. Había que producir los contenidos, editorializar, generar usinas de pensamiento, auspiciar universidades y colegios e imponer los nombres de docentes que comulguen con estas ideas y diseñar la currícula y los planes de estudio con los contenidos de su elección. Se crearon los primeros “think tanks” conservadores, entre ellos la célebre Heritage Foundation, una de las primeras, destinada a generar, difundir e intentar imponer estas ideas.
Powell a los 2 meses de presentado su "Manifesto" fue propuesto por Nixon para integrar la Corte Suprema de Justicia. Pero su gestión fue el génesis de lo que hoy es una costumbre mundial. Hay todo una infraestructura en todos los formatos imaginables destinada a promover los valores conservadores y a favor de las grandes corporaciones montadas sobre la idea de libertad de empresa y libertad económica y el repliegue del estado de sus funciones regulatorias. Hoy las grandes cadenas de información no están para informar sino para formar, crear una conciencia amigable a las corporaciones y demonizar cualquier movimiento de derechos civiles, políticas populares o intervenciones del estado en cualquiera de sus formas. Esta estrategia se ha consolidado y perfeccionado hasta nuestros días como observamos a diario.
Volvamos ahora a la carrera productividad-sueldos. Para fines de la década de 1970 esta lógica sufre un importante quiebre. A principios de esa década Nixon había separado al dólar de su patrón oro con lo que el valor del dinero dejó de estar atado a un bien tangible como el oro. También en esa época se produjo la gran crisis del petróleo que provocó grandes fortunas en pocas manos y en poco tiempo. Estos fenómenos y otros que se producirían en la década siguiente como por ejemplo el surgimiento de Bill Gates, un muchacho que con cero capital y una buena idea se convertiría en pocos años en el hombre más rico del mundo, ya no pueden explicarse con la lógica de Adam Smith de oferta y demanda y autorregulación del mercado. Sus reglas de juego "naturales" son largamente insuficientes para regular o siquiera explicar esta nueva realidad. Y esto dicho después de 200 años en donde vimos claramente que jamás se usaron los plantes de Smith tal cual fueron planteadas. Solo a partir de la actividad de estos centros de difusión y los medios de comunicación vinculados a estos centros de poder corporativo que las ideas de libre mercado y estado ausente se mantienen como una alternativa viable y deseable, sin ningún correlato en la práctica y menos como gestión exitosa en país alguno.  
Ahora volvamos a la productividad. Habíamos mencionado que el aumento paulatino y constante de la productividad en el trabajo tanto industrial como rural permitió mejoras de sueldos y condiciones laborales y esta tendencia se mantuvo desde los tiempos de la revolución industrial a finales del Siglo XVIII hasta fines de la década de 1970.
En los 60 se hicieron estudios aprovechando los ordenadores que ya tenían algunas universidades. Introduciendo los valores de los avances producidos en productividad gracias al impacto de la automatización y otras modernizaciones dentro de las fábricas y contemplando el avance correspondiente en sueldos y condiciones de trabajo del último siglo. Este estudio, solo considerando matemáticamente como sería el futuro usando los datos duros disponibles hasta ese momento, pronosticaba que para el año 2000, de seguir avanzando la productividad como lo venía haciendo durante todo el siglo XX, las condiciones de trabajo serían tales que el hombre promedio solo necesitaría trabajar muy pocas horas a la semana y ganado sueldos tan elevados que la mayor preocupación nacional sería cómo utilizar el tiempo libre. El problema sería proveer de esparcimiento suficiente. 
Pero a partir de la segunda mitad de la década de 1970 una serie de fenómenos sociales y tecnológicos hizo que ese acompañamiento lineal entre productividad y sueldos comience a desaparecer. Las empresas continuaron creciendo en productividad de manera lineal en sintonía con la historia de décadas precedentes pero a partir de ahí los sueldos dejan de progresar de igual manera, se estancan. En valores constantes o de poder adquisitivo incluso decrecen con el tiempo. El ascenso social se revierte y aparecerá por primera vez una generación con peores condiciones de vida que su predecesora.
A partir de la Crisis del Petróleo de 1973 y de los
procesos de globalización de la economía
los salarios reales empiezan a despegarse de
la productividad que continúa un ascenso lineal.
Este proceso detuvo el ascenso social y contribuyó
a la enorme concentración de la riqueza en pocas manos.
Todo el aumento del PBI a partir de 1980 solo fue a parar
al bolsillo del 1% más rico de la población. 
No hay un único motivo para esto pero si una confluencia de razones que difieren según el autor de cada estudio. Pero podemos resumir algunas causas que me parecen atendibles. La revolución en las tecnologías que llevaron a una interconexión más íntima del mundo y la globalización que sucede hizo que las grandes empresas pudieran transnacionalizar su producción, centralizar compras y ventas y globalizar sus mercados. Un trabajador calificado de EEUU se encontró de pronto con millones de operarios calificados de todo el mundo compitiendo por su misma tarea. Esto quitó fuerza negociadora a los sindicatos y por otra parte desvinculó a las compañías del medio que las rodeaba. Esa mención de Henry Ford pagando buenos sueldos porque de su plantel de trabajadores salía su clientela perdió total significado. Ahora fábricas de EEUU estaban produciendo en Singapur o Malasia los mismos productos que antes se fabricaban en sus plantas locales, muchas de las cuales cerraron. Para comienzos de los 80 ya con Ronald Reagan de presidente, esta corriente neoconservadora se anotaba su primer y más importante triunfo. Con Reagan la tasa del impuesto a las ganancias personales vuelve a bajar al 23% y la presión impositiva sobre los más ricos y sobre las corporaciones llega a un mínimo histórico. La globalización también impactó en el mercado de valores haciendo de las transacciones una industria en si misma.
Para facilitar este libre movimiento de productos, divisas y centros de producción, las grandes empresas y corporaciones presionan para que la mayor cantidad de países adopten políticas de libre mercado y con la menor injerencia posible de los gobiernos locales. Esto se exporta fronteras afuera de los centros de poder. Pero en los EEUU los actores económicos aplican fuertes presiones a través de sus lobbistas y aportes de campaña para que sus nichos de negocios no se vean afectados. De esta manera, a pesar que EEUU clama por la apertura de los mercados de sus vecinos y socios comerciales, mantiene muy protegidos ciertos sectores que considera de su interés. Esto está en total sintonía con la postura que Alexander Hamilton aplicó durante el primer gobierno hace más de 220 años. Y así seguirá siendo por mucho tiempo más. La apertura y el libre comercio es una práctica que se exporta convenientemente pero no se aplica puertas adentro. Y los países que quieren tener acceso a una porción del gran mercado norteamericano tienen que aceptar grados de liberalización de su economía que no son correspondidos por la potencia hegemónica. Un ejemplo de esta asociación es el NAFTA, con Méjico y Canadá, que ya lleva más de 20 años de vigencia. Mientras los estadounidenses no tienen problemas para ingresar a Méjico, los mejicanos no gozan de igual derecho. Esto es solo la muestra más visible de las asimetrías del tratado que mantuvieron a Méjico en igual o peor estado de pobreza que antes del tratado. Mientras tanto miles de empresas norteamericanas cruzaron sus plantas a territorio mejicano para pagar sueldos muy inferiores a los que pagaban en su país de origen. El tratado benefició a las empresas norteamericanas pero perjudicó a los trabajadores, dejándolos desocupados o con sueldos deprimidos.  
Mientras esto ocurre y la riqueza se concentra en cada vez menores manos, los medios, las academias y cuanto formato dispongan las corporaciones bombardean a diario las bondades de políticas que han demostrado ser nefastas para el grueso de la población. Y paralelamente demonizan cualquier intento de revertir o poner límites a esta fiesta para pocos que ha producido en los últimos 30 años la desigualdad más grande de la historia, peor que en las épocas de los faraones o de los feudos medievales.
Instituciones como el FMI fueron las encargadas de divulgar ideas económicas liberales por todo el mundo y presentadas como “sanas” e incuestionables. Cualquier propuesta alternativa o crítica a sus rígidos esquemas económicos se menosprecia y ridiculiza. Cuando se difundieron por el mundo los comportamientos exigidos por el FMI y fueron aplicados en países tan disímiles como Jamaica, Rusia, Argentina o Corea del Sur, los grandes capitales fluían a sus anchas por todo el globo. Hasta que absolutamente todos, uno por uno, fueron colapsando en mayor o menor medida produciendo una seguidilla de crisis entre 1998 y 2002. Para ese momento el FMI perdió credibilidad y gravitación a nivel global, pero aun así sigue imponiendo sus condiciones cada vez que un país necesita un auxilio urgente. Es el caso de Grecia en la actualidad.
Las recetas del FMI incluían la liberalización de los
mercados de capitales que produjo crisis hasta en países
con economías sanas como Corea del Sur
Latinoamérica, después de esa época de crisis que afectó a muchos de sus miembros, adoptó políticas alternativas de diversa índole y de acuerdo a las diferentes circunstancias y tuvo un notable crecimiento entre el período 2002-2010, en particular países como Brasil, Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela. Dificultades que aparecieron a partir de la crisis de 2008 y la caída del precio del petróleo y los granos complicaron la situación fiscal e interna de muchos de estos países. Los medios mencionados y las grandes corporaciones de las que forman parte empezaron coordinadamente un proceso implacable de desgaste de las figuras y partidos populares en todos estos países siguiendo al pie de la letra las estrategias que se diseñaron a partir de la idea original de Lewis Powell. Esto, sumado a errores de los propios atacados, algunos groseros, han ido volcando las voluntades se sectores amplios de la población hacia alternativas que incuestionablemente le serán perjudiciales pero que se han impuesto gracias a un incesante bombardeo informativo. Ocultando estratégicamente los fines utilizaron todo medio a su alcance hasta lograr reubicarse en algunos centros de poder aun sin haber podido exhibir algún tipo de éxito ni político ni económico en el pasado que justifique semejante entusiasmo de cara al futuro.
Y otro fenómeno que estamos observando en la actualidad es una vuelta más de la misma tuerca. Ahora las corporaciones quieren y promueven meta-estructuras donde podrán moverse con mayor libertad aun por encima de gobiernos y legislaciones nacionales. Estos son los tratados del Trans-Pacífico y el nuevo Tratado del Atlántico que se han negociado a espaldas de los Congresos de cada país y con cláusulas secretas. Es el triunfo definitivo de las corporaciones por sobre el sistema político y los soberanos mismos, que son los pueblos, en las democracias actuales.
Por el momento dejo aquí este resumen de la historia del desarrollo económico de los últimos 200 años centrado en el desarrollo particular de los Estados Unidos pero que el lector fácilmente podrá extrapolar a nuestra particular realidad. Se podrá ver que los procesos históricos locales han sido un reflejo de lo que estaba ocurriendo en el gran país del norte. Queda para una segunda parte el análisis de la desregulación financiera de finales de la gestión Clinton y como eso deriva en la burbuja y el estallido de 2008. Los hechos narrados están todos referenciados y chequeados por más de una fuente. La selección y la interpretación de los mismos corre por mi cuenta y como siempre aclaro, responde a mi particular forma de ver.

Update: para entender en más profundidad el proceso y qué significó el Manifesto Powell invito a los lectores a escuchar mi podcast de 2021 sobre el tema:

Bibliografía y notas

1. Adam Smith – Nature and Causes of the Wealth of Nations – Encyclopedia Britannica Press - 1970
2. Michael E. Newton - Adam Smith and Alexander Hamilton on income and sales taxes. - November 23, 2010
3. HAWB – Blog – How Alexander Hamilton Rejected Adam Smith – 20-10-2015
4. Steven Horwitz - Hoover's Economic Policies – Concise Encyclopedia of Economics – Sept-2011
5. Kirk Russell – A Conservative Mind - Alabama Policy Institute - Oct 2005
6. Wikipedia - Warren G. Harding
7. Wikipedia – Herbert Hoover
8. Wikipedia – J.P. Morgan
9. Wikipedia – John D. Rockefeller
10. Wikipedia – Lewis F. Powell Jr.
11.Dean Baker - Behind the Gap between Productivity and Wage Growth – Center for Economic an Policy Research – Febrero 2007
12. Robert Z. Lawrence – The Growing Gap between Real Wages and Labor Productivity  – Peterson Institute For International Economics - 21-07-2015
13. Ralph Nader – Unsafe at Any Speed – Grossman Publishers - NY Oct 1965
14. US History.org – The Rise of the American Industry – First 30 Years - Independence Hall Association in Philadelphia – © 2008
15. http://mihistoriauniversal.com – La Ilustración
16. Stiglitz Joseph - El Malestar en la Globalización - Taurus © 2002
17. Montoya Roberto - El Imperio Global - Editorial El Ateneo © 2003
18. Thomas Hartmann - The Crash of 2016 - Hachette Book Group © 2013
19. Thomas Piketty - El Capital en el Siglo XXI - Capítulo IV - Primera Edición en Castellao © 2014 - Fondo de Cultura Económica Argentina S.A. 

7 comentarios:

Unknown dijo...

Apreciado Luis Octavio: Entiendo por su reseña personal que Ud. es hijo del profesor de Literatura Octavio Corbalán, que habría sido nuestro docente de la materia en el Gymnasium Universitario de la UNT, allá en los años 1951-52 aprox. Tengo de él el mejor de los recuerdos por habernos ilustrado a los alumnos de la existencia de autores de la literatura argentina, vacío que él seguramente advirtió cuando la dirección del colegio, a cargo de un excelente maestro, el profesor santiagueño Mansilla, le debió haber informado que su gestión docente debía repetir Literatura Española en vez de abordar Literatura Argentina o Latinoamericana ese año, debido al cambio en el plan de estudios. En el Gymnasium padecimos de profesores mediocres y buenos; entre estos últimos estaba su padre, que estuvo poco tiempo en ejercicio. Lo recuerdo como un hombre de mediana estatura, de piel cetrina, de poca sonrisa pero sí de buen humor. Lo más valioso que me dejó para mi formación humanística -además de lo que no sé recordar- fué la lectura de los versos de Almafuerte "Avanti y Piu avanti" que perduran en mi conciencia hasta el día de hoy. Es increíble el valor de algunos momentos en la vida. Para finalizar esta parrafada lo felicito y agradezco por su esfuerzo intelectual del Pequeño Liberal Ilustrado que compartiremos quienes estamos creando el mismo rumbo histórico como Usted. Espero que podamos seguir intercambiando ideas y opiniones a través de Facebook. Quedo de Ud., cordial y atentamente, Hugo West.

Luis Octavio Corvalán dijo...

Muchísimas gracias Hugo por tu comentario. Caminar tras las pisadas de mi viejo es una tarea demasiado pesada para mi. Me hubiera encantado tenerlo unos años más ya que para cuando se me soltó la pluma y empecé a escribir con regularidad él ya no estaba. Sus consejos y correcciones hubieran mejorado notablemente mi torpe desempeño. Pero también noto que me dejó orientado en la dirección correcta en esto de caminar por la vida. Un gran abrazo y espero que podamos juntarnos alguna vez.

Unknown dijo...

Tu empecinada búsqueda de la verdad con variada y abundante lectura, sumado a tu talento para escribir, convierte a este "Pequeño Liberal Ilustrado" en imprescindible. Parafraseando a Nebbia.... "quien quiera saber que te lea".
Gracias y fuerte abrazo

GRUPO POR LA MEMORIA UNT dijo...

Interesantísimo recorrido por las políticas norteamericanas de "haz lo que yo digo, más no lo que yo hago".
Me gustaría que el texto fuera aún mas pedagógico. No en la parte histórica, que no tiene desperdicio y en la que que abundar sería ya exagerado. Pero creo que si vale la pena pensar el texto para novatos totales y explicar la fascinación que produce entender las curvas de oferta y demanda y este sueño del mercado perfecto y transparente. Muchos de los liberales lo son porque están felices de entender esta simpleza. Lo interesante seria a partir de ahí introducir las "imperfecciones de mercado y como operan en las economías periféricas.
Muchas gracias !!!
Fernando Korstanje

Luis Octavio Corvalán dijo...

Gracias Fernando por tus palabras. La verdad, me traicionó la impaciencia. La nota tenía pensado incluir las reformas de Reagan hasta Clinton y las crisis que provocaron, en especial la del 2008. Hay un detallado relato del trabajo de lobbystas y partes interesadas en modificar la legislación y normas en beneficio propio y como es va generando la burbuja que finalmente estalló y algunos autores como Thomas Hartmann pronostican volverá a estallar este año o muy pronto. Y todo eso llevaba a las conclusiones. Me falta todo eso y tendrá que esperar a la parte 2 y epílogo... ponto espero.

Anibal Diego López dijo...

Una pieza imprescindible para orientarse en la evolución de las ideas que lideraron la Economía Política desde Adam Smith hasta nuestros días. Felicitaciones, porque además está realmente muy bien escrito.
Anibal Diego López.

Luis Octavio Corvalán dijo...

FE DE ERRATAS: Si bien es muy conocido y documentado el rechazo de alexander Hamilton a las propuestas de Adam Smith, no es Adam Smith en persona quien lleva esas ideas a Hamilton en 1791 sino que se entera a través de terceros, ya que Smith murió el Agosto de 1790. La foema que redacté el artívulo da a entender que hubo un encuentro entre ambos, ya sea personalmente o por correspondencia. eso no ocurrió.