COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

sábado, 7 de mayo de 2016

REVOLUCIÓN DEL SIGLO XXI

 Entre los artículos de 1000 palabras que me sugieren los diarios y los tweets de 140 caracteres que me niego a abordar hay una zona gris que bauticé “tamaño facebook”. Así que concentrar un concepto en ese tamaño es mi constante desafío. La monumental investigación “El Capital del Siglo XXI” del francés Thomas Piketty estudia, en sus capítulos más atrapantes, la evolución de la desigualdad en los últimos 250 años. Da un testimonio argumental, probatorio y estadístico del tema que da vueltas desde hace siglos entre los que tenemos algo de sensibilidad respecto a las luchas de clases, injusticia social, pobreza o como quiera uno plantearlo. Por otra parte los que defienden el derecho a la desigualdad y hacen un erróneo culto a la “meritocracia” (rebatida inteligentemente por mi hijo hace pocos días en su muro) lo hacen parapetados detrás del malversado concepto de “libertad”. La insistencia en que la “libertad de mercado” es el camino a la prosperidad y progreso de las naciones es la falacia que más a durado a lo largo de las décadas que yo pude analizar en tiempo real mientras comparaba conceptos y realidades. El gran faro de occidente a ese falso altar de virtudes fue Estados Unidos durante la guerra fría. Mientras sus economistas e instituciones financieras recomendaban un sistema jubilatorio de capitalización desconectando al individuo de su entorno y dejándolo a su propia suerte, sistema adoptado primero por Chile y luego por Argentina, Estados Unidos conserva puertas adentro un sistema público de reparto, tan denostado por sus teóricos. Tampoco voy a negar que entre su población hay grandes sectores que cultivan esas ideas y justamente por la polarización producida por décadas de guerra fría cualquier intento socializador es demonizado, como pueden apreciar en los debates actuales durante las internas. Aun así, el grado de desigualdad en el gran imperio ha aumentado tanto la población vulnerable que por primera vez un candidato abiertamente “socialista” es competitivo. Son las ideas económicas neoliberales, sobrevaluadas y falaces, las que han empujado a las democracias que surgieron luego de la Revolución Francesa a ir paulatinamente creando nuevamente las condiciones de desigualdad que provocaron aquel histórico estallido del siglo XVIII. La pregunta que plantea Piketty es simplemente hasta cuando o hasta qué grado de desigualdad está dispuesta a tolerar la sociedad. La actual, a diferencia de la de la Edad Moderna, tiene muchísimo acceso a la información. Y por eso la obsesión de los poderosos por poseer los medios de información porque es la manera de influir para que esa desigualdad no solo sea tolerada sino aplaudida. Para no ahondar aquí y dejar esto como introducción de un desarrollo más amplio, simplemente quiero referirme a la experiencia argentina de los últimos meses. Las elecciones de octubre y noviembre pusieron en el poder justamente a la gente que ha hecho de la desigualdad una filosofía de vida. Razón por la cual su victoria se sentó en dos pilares fundamentales: ocultar la verdadera intención con que buscaban el poder y contar con el apoyo irrestricto de los medios de comunicación. Veo por el prudente silencio de muchos amigos que defendían a tambor batiente el cambio propuesto que han aceptado al menos internamente haber sido engañados por el ardid. La realidad es que los gerentes y abogados de grandes empresas colocados en sitios estratégicos del gobierno comenzaron desde el primer día a operar en función de sus propios intereses mientras los medios bombardean con los casos de corrupción de la gestión anterior, reales o inventados, para mantener la atención en otro lado. El caso más pornográfico es el del Ministro de Energía Aranguren que desde que llegó ha operado a favor de su empleadora Shell. Estos manejos, para expresarlos lo más sencillo posible, van en el sentido de la desigualdad que mencioné, perjudicando a muchos a favor de una minúscula minoría. Es una enorme corrupción dentro de un marco legal. Y es por eso que estas expresiones políticas, en un siglo de vigencia de la Ley Sáenz Peña, jamás pudieron llegar al poder en elecciones blanqueando sus verdaderas intenciones. Cada uno saque sus propias conclusiones, o como vengo diciendo resumidamente: vo ve.             

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