CAPITULO I
Consideraciones Previas
Sumario: 1. El rol del Estado.
2. La electrónica y su influencia en la economía.
3. Las economías subdesarrolladas.
4. El grado de apertura.
1. El rol del Estado. En 1979 la National Academy of Sciences afirmaba que “durante
el próximo cuarto de siglo el complejo electrónico será el polo principal en
torno del cual se reorganizarán las estructuras productivas de las sociedades
modernas".
Para lograr el dinamismo
necesario en el crecimiento del complejo electrónico y para no quedar al margen
de las profundas transformaciones que éste está produciendo en los países
industrializados, es fundamental definir el rol del Estado.
Si
bien las políticas públicas sobre esta cuestión no han sido uniformes en todos
los países, debido a distintas políticas económicas entre otras cosas, vale
destacar que la electrónica tal como la conocemos hoy, con su penetración en
las demás actividades y su capacidad para la acumulación de capital, ha surgido
como complejo tecnológico-industrial en la segunda posguerra cuando ya el
capital de organización había reemplazado, como formación social dominante en
los países industrializados, al capitalismo competitivo.
Por lo tanto, el comportamiento del Estado y las
relaciones entre éste y las empresas están en el centro de las leyes de
desarrollo del complejo electrónico. En
todos los países de industrialización avanzada el Estado ha destinado
masivamente recursos (económicos e institucionales) para absorber los costos
privados de investigación y desarrollo y el riesgo empresario. El financiamiento directo del Estado para
investigación y desarrollo no ha sido inferior al 50% del total de recursos
invertidos en ninguno de los países líderes: Estados Unidos, Alemania Federal,
Japón, Francia y el Reino Unido.
2. La
electrónica y su influencia en la economía. Buena parte de los efectos
principales del desarrollo del complejo electrónico en la economía pueden verse
a través de los cambios en las actividades manufactureras y de servicios. Estos efectos pueden dividirse en cuatro
grupos:
a) El cambio de productos existentes -del cuál el
ejemplo clásico es la industria de los relojes-, dado por la creciente
posibilidad de reemplazar con componentes electrónicos una serie de elementos
mecánicos, logrando un aumento de confiabilidad, precisión, menor costo, etc.
b) Los cambios en el proceso de manufactura por la
introducción de dispositivos electrónicos para el movimiento controlado de
materiales, productos, herramientas, etc.; el control de variables de procesos
como temperatura, presión, velocidad, humedad, deformación, mezcla, etc.;
ensamblaje, subensamblaje, control de calidades, organización del proceso de
manufactura, stocks, mantenimiento, etc.
Es decir, efectos asociados a todo aumento de automatización.
c) La automatizaci6n del trabajo de oficina.
d) La interrelación comunicaciones-informática que
produce fuerte reducción de costos: captación, procesamiento y transmisión de
información cada vez más compleja. Un ejemplo típico son los cajeros
automáticos bancarios.
3. Las economías subdesarrolladas. Los fenómenos que aparecen como consecuencia de la
creciente diferenciación entre la capacidad de acumulación de las economías más
desarrolladas y la de los países atrasados son:
a) Una creciente
dependencia de las ventajas comparativas del desarrollo científico y
tecnológico;
b) Disminución del peso relativo de los costos
salariales, especialmente directos. Por
una parte esto afectaría sobre todo las posibilidades de desarrollo de los
países de industrialización reciente, que basaron su crecimiento en las
exportaciones de productos de ramas o subprocesos, con mano de obra intensiva y
con bajos requerimientos de calificación de la fuerza de trabajo. La tendencia de las empresas transnacionales
a la inversión en países subdesarrolladas depende del resultado de la
"competencia" entre los costos de automatizaci6n y los salarios. Recientemente se han relocalizado plantas,
retirándolas de países subdesarrollados cuyos salarios habían crecido y
trasladándolas a países con salarios más bajos (por ejemplo de Corea del Sur a
Malasia). Esto refuerza las
características negativas de la internacionalización del proceso productivo;
c) Transferencia acelerada de destreza desde la fuerza
de trabajo a los bienes de capital. Se
produce dentro de la planta y a escala internacional, creando la necesidad de
importar bienes de capital para mantener la competitividad de las demás ramas,
con su efecto negativo sobre el comercio exterior;
d) Reducción del ciclo del producto, impulsada por la
rapidez de las innovaciones que hacen obsoletos los bienes de consumo y
capital. Aún permaneciendo
económicamente viables, deben ser reemplazados porque sus repuestos y servicios
de mantenimiento desaparecen del mercado;
e) La concentración de información en los países
industrializados;
f) La subutilización de bienes de capital en los
países subdesarrollados, debido a la creciente brecha tecnológica y la
inadecuada infraestructura para la utilización de estos bienes producidos en y
para las sociedades industrializadas.
Esto incide también en el incremento del costo de uso frente al costo de
adquisición del bien.
Las recomendaciones que siguen naturalmente al
diagnóstico sintetizado anteriormente pueden resumirse en aumentar la capacidad
local en electrónica y avanzar en el dominio de la tecnología.
La brecha entre las mayores innovaciones y las
aplicaciones posibles de estas innovaciones es mucho mayor que en otras
tecnologías, lo que permite a los países atrasados -bajo ciertas condiciones-
crear aplicaciones sin acercarse a la frontera tecnológica en microelectrónica
propiamente dicha.
Independientemente de los ciclos de sobreoferta y
desabastecimiento de componentes, hay un stock tecnológico permanente creado
por la industria de componentes, que la industria de equipos y sistemas
subutiliza. Debido a la dinámica
inducida por la competencia monopólica, estos dos últimos segmentos del
complejo electrónico producen nuevas generaciones de equipos y sistemas mucho
antes de que se agoten las posibilidades estrictamente técnicas de crear nuevas
aplicaciones a partir del stock tecnológico generado por el segmento de
componentes. En principio, entonces, hay
una franja de oportunidades para los países subdesarrollados que puede
aprovecharse sin necesidad de producir innovaciones mayores en el segmento de
componentes, donde los requerimientos de infraestructura científica y de
financiamiento para investigación y desarrollo están más alejados de las
posibilidades de estos países.
Esta “franja de oportunidades" queda garantizada
por la estructura actual del complejo electrónico de los Estados Unidos que
moldea el mercado internacional. Esta
estructura se caracteriza por la independencia de la mayor parte de los innovadores
y productores de componentes respecto de los productores de equipos y sistemas.
4. El grado de apertura. Para muchos autores,
una condición necesaria y a la vez un complemento indispensable del aumento de
la capacidad tecnológica es producir, mediante políticas públicas, un cierto
grado de aislamiento parcial o selectivo de los mercados locales de los países
subdesarrollados, desvinculándolos del mercado internacional. El argumento tecnológico puede resumiese con
un juicio: “la dependencia de fuentes externas de tecnología conduce al fracaso
del proceso de desarrollo y uso de la capacidad local de resolver problemas,
fracaso que lleva a transferir el proceso de pensamiento al exterior".[3]
Podemos sintetizar que las oportunidades de los países
en desarrollo (los de “industrialización tardía” como Argentina, no los más
atrasados), principalmente están vinculadas al aprovechamiento de la
microelectrónica ya desarrollada por los países de avanzada, al aumento de las
capacidades generadas de diseño e ingeniería en la misma industria electrónica
y en otras ramas (por ejemplo la industria de bienes de capital
metal-mecánicos) donde puedan aplicarse dispositivos electrónicos, producir
adaptaciones tecnológicas y las “innovaciones medias”.
[3] NOTCHEFF, Hugo, Desindustrialización y Retroceso Tecnológico en
Argentina 1976-1982, (Buenos Aires, l984), pág. 21.
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