Últimamente cuando me siento a escribir me sale un largo suspiro. Me
cansa volver una y otra vez sobre lo mismo. Entre un cambio de enfoque y la
filosofía Legrand de que “el público se renueva” siempre termino insistiendo.
Aquí va.
Estamos padeciendo un empeoramiento en la calidad de vida de la
generalidad de la población. En particular empleados y jubilados que dependen
de ingresos fijos en pesos y toda empresa o almacén que dependa de la capacidad
de consumo de aquellos. O sea, la enorme mayoría de la población.
Para el que votó “un cambio” así a secas, sin siquiera plantearse qué
tipo de cambio, este proceso que vive es consecuencia del gobierno anterior y
cualquiera que ganara hubiera hecho lo mismo. A pesar de lo contrafáctico que
es hoy plantearse esto, esa afirmación no es cierta. Es como decir “todos los políticos
son iguales”. Esto es renunciar a todo análisis y abandonar el uso del único
órgano que nos diferencia del resto de las especies: el cerebro.
ZION de Matrix Reloaded. Ciudad con tecnología de punta poblada por marginales empobrecidos dependientes de las caridades de una selecta clase dirigente |
El poder concentrado ha aumentado drásticamente su participación en la
riqueza mundial a costa del trabajador y ciudadano común. Y no solo esto, ha
potenciado su influencia en la política comprando voluntades, exacerbando el
uso de lobbystas y controlando los medios de difusión masivos generando un
sentido común favorable a sus intereses.
Thomas Piketty compara esta situación con el rol de la nobleza en el
período monárquico previo a la Revolución Francesa. El hambre, la marginación y
la miseria empujaron a las clases populares en alianza con la burguesía a terminar
con el régimen e inaugurar una nueva era histórica. La diferencia con la
situación actual es que hoy gran parte del mundo, el occidental en particular,
vive bajo sistemas democráticos donde se
supone que es el pueblo el que elige a sus autoridades. ¿Cómo hacen entonces los
actores concentrados para captar las voluntades de masas y hacerlas votar en
contra de sus intereses? Disponen de varias estrategias. Pero en todas está
ocultar las verdades intenciones por un lado y desprestigiar cualquier
movimiento o dirigente aunque sea tibiamente opuesto a sus intereses. Así
resulta que todo dirigente popular que aplica políticas tendientes a una mayor
justicia social es defenestrado por corrupto, menospreciadas sus capacidades
así posea un doctorado de una prestigiosa universidad norteamericana,
ridiculizadas las políticas aplicadas aun cuando los resultados son positivos
en términos sociales o macroeconómicos. Y este mensaje es difundido todos los
días, a toda hora, por todos los medios disponibles. Y complementado por un
ejército de troles, blogueros y opinadores varios que pasan por ciudadanos
preocupados e independientes. ¿Exagero? Veamos el caso nuestro.
Los Ángeles en el futuro cercano según Ridley Scott en su clásica Blade Runner con Harrison Ford y Sean Young. |
Macri es un hijo de millonario con antecedentes diversos en hechos de
corrupción que salpican a su familia y a él personalmente desde al menos 40
años. Pero fue tan el bombardeo informativo que se lo terminó viendo como una
alternativa al “gobierno más corrupto de la historia”. La carcajada todavía lo
debe sorprender en sueños mientras pasa las noches en el palacio presidencial, puesto
ahí por votantes a los que jamás pensó en favorecer. Durante la campaña evitó
cualquier definición económica, cuando esto es el eje central de todo debate político,
en particular desde la célebre frase de Bill Clinton “es la economía, estúpido”
dirigida a George Bush padre que se sentía un héroe por haber desatado la
Primera Guerra del Golfo unos meses antes pero no medía en las encuestas. Yo
tuve que salir a detallar las medidas que iba a implementar el nuevo gobierno
porque Macri no quiso ni insinuar a su ministro de economía, menos definir las
políticas y cuando se le señalaba lo que iba a hacer lo desmentía
descaradamente. Durán Barba les había prohibido hablar de otra cosa que la
familia, sus hijos y los valores onda Flanders. De manual todo.
Argentina venía arrastrando un déficit fiscal producto de un nivel de
gastos estatales que no podía ser cubierto por los impuestos de una actividad
económica golpeada por la recesión mundial y cierto atraso cambiario, tema para
otra nota completa. Lo venía cubriendo con un combo de préstamos internos y
emisión monetaria. Esto se traducía en una inflación que ya llevaba años en
torno a un 20-25% anual pero en 2015 iba en descenso respecto de los 2 años
anteriores. Esto también fue argumento para defenestrar a la gestión saliente y
por supuesto prometiendo una corrección de inmediato de este “flagelo” de
inflación y de una manera extremadamente sencilla según palabras del candidato
estrella. Dejo al lector las conclusiones. Pero decir que fue “una bomba de
tiempo” dejado por las autoridades anteriores no vale, deben pensar un poco más
allá.
La ortodoxia económica tiene dos ocurrencias y solo dos para encarar
este problema del déficit: bajar los gastos del estado y pedir prestado. Esto
fue así siempre y es lo que ocurrió en 2016 y sigue ocurriendo. Nunca funcionó
en el pasado y no está funcionando ahora. El déficit no solo no bajó sino que se
disparó a valores que no teníamos desde hace décadas. ¿Cómo se plantean ahora
solucionar esta situación más compleja que la heredada? Bajando aún más los
gastos y pedir más plata prestada. No exagero, esto es tal cual, está en los
diarios, está en el presupuesto, explica la eyección de Constantini, Melconian
y otros del gobierno. La primera por no querer bajar los gastos lo suficiente y
el segundo por no querer prestar al ejecutivo el dinero de los ahorristas del
Banco Nación. Bajar gastos y tomar deuda. Ninguna otra ocurrencia.
Paciencia, ya llegamos a algo.
Las alternativas Massa y Scioli no eran más de lo mismo. Silvina
Batakis era la designada para ocupar la cartera de economía si ganaba Scioli.
Su formación la hizo bajo la tutela de Aldo Ferrer, un notable economista que
estudió el proceso argentino como una particularidad y no bajo las generales de
teorías económicas abstractas, de otras épocas y de otras latitudes. La
política económica es un diseño a medida de un país y no resultará igual si se
trata de Túnez, Luxemburgo, China o Argentina. Las ideas que ella tenía para
reducir el déficit era estimular la economía desde varios frentes utilizando
las herramientas del estado para aumentar los ingresos sin bajar los gastos. Es
decir, sin bajar salarios reales, sin despidos, sin abandonar tareas del estado
como la provisión de remedios a jubilados, la investigación en tecnologías de
punta, la construcción de centrales hidráulicas o los presupuestos
universitarios, por nombrar al voleo lo que se me viene a la memoria.
Argentina es un país demandante porque conoció épocas de bienestar y
los derechos adquiridos son reconocidos por vastos sectores como
irrenunciables: educación y salud gratis, aguinaldo, vacaciones pagas,
licencias por enfermedad pagas, indemnizaciones, buen nivel de ingresos, etc.
Estas conquistas no pueden ser cubiertas por una filosofía económica que
intenta reducir el estado a una mínima expresión. La finalidad de esta
reducción no es la eficiencia, la libertad económica, la potenciación de las
ventajas competitivas y toda esa sarta de pavadas que dicen de la boca para
afuera. El estado mínimo les permite una presión fiscal mínima y así conservar
márgenes de utilidad enormes para sus emprendimientos. La de unos pocos. Esta
es la razón de fondo, no hay otra. Y para lograrlo, usted ciudadano medio debe
sacrificarse. Su sueldo ya no será lo que era, las condiciones laborales serán
peores, los jubilados no podrán acceder a remedios gratis, no se accederá a la
jubilación tan fácilmente, no dispondrá de una aerolínea de bandera que conecte
su ciudad si no es rentable, dejará de recibir una señal satelital gratis, no
podrá ver fútbol gratis, y perderá su trabajo si cumple función en algún
programa de desarrollo social del gobierno, si investiga, si trabaja en alguna
empresa del estado que deberá “racionalizarse” o si simplemente, como dije al
principio, trabaja en alguna de las miles de empresas que dependen del mercado
interno para subsistir. De manual, muy previsible, ahora visible porque ya pasó
un año y todo esto que venía alertando que iba a pasar, pasó.
Volviendo al tema central: esta filosofía económica promueve
grotescamente el proceso de concentración mencionado al principio y pavimenta
el camino a la colisión inexorable que se producirá cuando la población,
justificadamente harta de sus penurias mientras contempla a una clase opulenta
cada vez más descarada que pasea su deliciosa vida delante de las narices de un
pueblo empobrecido, finalmente reaccione.
¿Exagero? Invito a ver las grandes películas que se imaginaban un
futuro cercano. La clásica 1984 de George Orwell (1956-Radford) ya quedó superada
por las confesiones de Edward Snowden donde detalla un estado vigilante muy
superior en medios y alcance. Pero las más recientes Blade Runner (1982) del
gran Ridley Scott y Matrix (hermanas Wachowski – 1999) muestran sociedades
colmadas de tecnología y lujos para pocos y al pueblo sobreviviendo como pueden
escarbando entre los deshechos de las clases pudientes en ciudades oscuras y
violentas. Tan es así esto que en el caso de Matrix intenté hacer un paralelismo
entre la ciudad subterránea de Zion y el destino que esperaba a la Argentina de
continuar con las políticas de Menem vigentes en el momento de su estreno. (Nunca
subí a la nota porque no me convence su elaboración pero ahora la puse como
marginalia de mi blog para los curiosos porque, si bien tiene casi 20 años,
refleja exactamente lo que estoy diciendo hoy. Dejo el enlace en los
comentarios)
Eso es exactamente hacia donde transitamos con estas políticas y en el
caso argentino es donde se ha manifestado con mayor explicitez. En un gabinete
dee grandes CEO’s donde cada uno modifica procedimientos, adjudica
licitaciones, reforma por decreto o alterna tarifas en favor de sus propias
empresas o sector que representa. Entre ese conglomerado de “gente bien”
acostumbrada a los copetines donde se rifan el bienestar y el patrimonio de
millones entre risas y expresiones racistas deambula el patético rabino Bergman
sin terminar de entender para qué está ahí.
La idea general está mínimamente planteada. Pensar el futuro requiere
de saberse posicionar mínimamente en el presente. Intento humildemente
colaborar con mis ideas y vivencias y las trato de expresar con la mayor
claridad posible. Solo sueño con un futuro menos lúgubre. Saludo cordial a los
lectores.
http://www.lse.ac.uk/website-archive/publicEvents/events/2015/05/20150511t1000vOT.aspx
http://www.thejournalist.org.za/spotlight/inequality-greatest-challenge-of-the-21st-century
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