En respuesta a un amigo que me acusa de esto, aquí decidí
descuidar las formas y decir crudamente lo que realmente pienso, sin filtros.
La recuperación democrática de 1983 fue algo muy luchado y
celebrado. Se terminaba con años de dictadura y muerte pero también se
abandonaban teorías mesiánicas de la ultra izquierda que buscaban el poder por
métodos similares, la fuerza bruta y en nombre de dictaduras (en este caso del
proletariado) que tampoco representaba el sentir de las grandes mayorías. No
adscribo de ninguna manera a la teoría de los dos demonios, simplemente es el
preámbulo para contextualizar la revalorización de la democracia. No será un
sistema perfecto, pero es por el momento lo mejor que tenemos. Mucho se escribió
al respecto. ¿Para qué sirven las elecciones?[1]
Así se llamaba un libro interesante de investigación que analizaba este proceso
de recuperación que empezaba a gestionarse en Latinoamérica pero lejos todavía
de concretarse. Ya ahí, y persiste todavía en la actualidad, la crítica al
sistema democrático radica en el acceso a la información. Yo respeto la opinión
del prójimo en línea con la consigna “un ciudadano un voto”, todos somos
iguales y con los mismos derechos. Pero quien tiene mejor acceso a la información
tiene ventaja a la hora de emitir el voto porque lo hace con un grado de
consciencia y discernimiento mayor. Tanto en 1982, fecha del libro citado como
en el reciente “El Capitalismo del Siglo XXI” de 2014 se refiere al mismo fenómeno[2].
En la convulsionada década de los 60
del siglo pasado hubo una explosión de los movimientos de consumidores y
empezaron a hacerse frecuentes los casos legales contra terminales
automotrices, cadenas de supermercados, comidas rápidas, etc. Las corporaciones
y grandes capitalistas sentían que estaban perdiendo una batalla cultural y
comunicacional. Esto llevó a un abogado corporativo a elaborar a una genial
idea en 1971. Las corporaciones, además de ser dueñas de los medios de
comunicación, debían ser las generadoras de contenidos. Hacerse dueñas de las
grandes productoras, introducir una línea editorial en el relato informativo,
volver a ganar el centro del ring[3].
Esto comenzó un proceso que sigue hasta nuestros días. Generar un sentido común
favorable a las corporaciones y grandes grupos económicos mediante contenidos y
transmitiendo una línea editorial de manera permanente disfrazada de noticias
objetivas. Esta estrategia es una herramienta de manipulación para disponer de
votantes que no apoyarían de otra manera políticas absolutamente contrarias a
sus intereses. En Argentina esto también ocurre desde más o menos la misma época.
Operaciones mediáticas existieron siempre, pero la cooptación de generadoras de
contenidos y el periodista “independiente” alineado con una línea editorial es
un fenómeno algo más reciente. Antes un medio fijaba posición a través de una
editorial y por otro lado brindaba información más o menos ascética. Por
supuesto esto último se manipulaba incluyendo o descartando la información a
ser publicada.
En Argentina el gran dilema de las
fuerzas conservadoras en lo político y liberales en lo económico era el acceso
al poder, en particular desde la Ley Sáenz Peña (1912) que establecía el voto
secreto y obligatorio[4].
Esto les impedía llegar por métodos democráticos porque sus consignas eran
netamente minoritarias. Así se inauguró el 6 de septiembre de 1930 un período
de golpes militares que se extendería hasta 1983. Estos golpes permitían
usurpar el poder que no se alcanzaba con con los votos y aplicar estas políticas
antipopulares. En 1989 luego del golpe de mercado que desestabilizó el frágil
gobierno de Alfonsín, Menem ganó las elecciones con un discurso típicamente
peronista: Revolución productiva y salariazo. Una vez en el poder entrego él
Ministerio de Economía al mayor grupo empresario nacional de ese momento: Bunge
y Born. Así, mediante un engaño, el liberalismo concentrador llegó al poder. Lo
demás es historia reciente. El largo período kirchnerista permitió aplicar la
teoría descrita más arriba en todo de acuerdo al manual original: cooptar
mediante la información y una formidable cadena de medios el sentido común del
la población, o al menos de un sector lo suficientemente grande para llegar al
poder. Y este proceso incluyó la información selectiva, exagerar las malas
noticias, generalizar el concepto de gobierno corrupto, criticar
permanentemente, no mostrar buenas noticias ni logros, mentir si fuera
necesario. El gobierno en su torpeza hizo el resto. Día tras día, semana tras
semana, mes tras mes, año tras año el mensaje era el mismo. El natural desgaste
de quien gobierna, en particular a partir de un contexto mundial desfavorable que
se dio desde fines de 2008 fue horadando la base de sustentación del
oficialismo. Disimular los errores de la oposición, tapar algunos flagrantes
casos de corrupción, dejar prescribir causas judiciales contra sus exponentes,
sacar de la tapa de los diarios hasta tragedias indisimulables como el incendio
de Iron Mountain, fue todo parte de una estrategia única: llevar al gobierno a la
tropa propia.
Longobardi por la mañana, Lanata al
mediodía, Leuco por la tarde, el diario Clarín todo el día, el noticiero TN
todo el día, canal 13, Bonelli, Nelson Castro, Morales Solá, todos a su manera,
todo el día, toda la semana. La persona llega a estar convencido de lo que debe
hacer y lo hace pensando que llegó solo a esas conclusiones gracias exclusivamente
a su percepción.
Hartos completamente, llenos de odio, enceguecidos a la
objetividad. Lo veo así. No importa a quien votaron, votaron convencidos que es
necesario terminar con esta lacra. ¿Es un gobierno rescatable, honorable? Eso
requiere un análisis más desapasionado. Hay cosas indefendibles, hay cosas
mejorables y hay cosas indispensables realizadas por el gobierno que se fue. La
propuesta sucesoria no era más de lo mismo. Debieron recurrir a Scioli, un “outsider”
por decirlo de alguna manera. Se arrimó para conformar a los militantes pero no
supo mostrar las diferencias superadoras. Con todos los errores señalados y con
todo el aparato mediático a pleno, con toda la carne en el asador, el resultado
final fue casi un empate. Si la diferencia era a favor del oficialista, todavía
estaríamos recontando voto por voto con decenas de denuncias judiciales y
pedidos de impugnación y con un gobierno asumiendo en medio de la sospecha. Eso
es el poder mediático. Hoy, los fondos más importantes de los argentinos, los
dineros del Anses, están manejados por un director del diario Clarín.
Entendamos esto, uno de los dueños. ¿Quién de los periodistas mencionados va a
denunciar el día que desaparezca una parte de estos
fondos? ¿Quién estará ahí para informar al público que se están robando fondos
del estado? ¿Morales Solá? ¿Kirchbaum? ¿Leuco?
Mi amigo, el que me señala de “choto
y punzante” reconoce que no votó a Macri, votó en contra de “un proyecto que
dejó mierda y grieta en el país”. El sentido común impuesto le impide ver
ninguna connotación “chota y punzante” en su declaración que descalifica mal
(llamando mierda) a un proyecto apoyado por casi la mitad de la ciudadanía. ¿Qué
lo hace sentir con derecho de ponerse por encima de esta percepción si no es la
construcción de un sentido común donde putear al gobierno es lo que hace “la
gente como uno”. Compartió impávido notas y comentarios despectivos, agresivos
e insultantes al gobierno pasado pero si uno cuestiona ciertos conceptos que da
por sentado, lejos de retrucarlos con argumentos descalifica al portador acusándolo
de “choto”. Si tuviera la información en regla podría taparme la boca desde lo
argumental. Por ejemplo: su trabajo es vender un espectáculo musical con toques
de comedia, bien producido, bien ejecutado, un espectáculo de calidad. Trabaja
en hoteles de lujo, Sheraton, Hilton, etc. o en fiestas privadas de gente
dispuesta a pagar el cachet. Entonces podemos afirmar que sus ingresos
provienen de gente que entra cómoda al 5% más rico de la población. Sector que
indudablemente será favorecido por las políticas de Macri. Como el amigo vive
de esta actividad, o sea paga su vivienda, el alimento, ropa, educación y
esparcimiento de sus hijos con este show es legítimo y entendible que diga “yo
voto a Macri porque su política es lo que más me conviene”. Yo debo tragarme
las críticas porque es un criterio totalmente válido. Pero no expresa esta línea
de razonamiento. Expresa que vota en contra de “un proyecto que dejó mierda y
grieta en el país”. O sea, vota por las razones que quisieron que vote. El jefe
de campaña, el ecuatoriano Jaime Durán Barba aconsejó no tratar temas
concretos, hablar de pavadas, familia, hijos, alegría, felicidad. La política
real se debía ocultar. El resto de la campaña la estaba haciendo los medios[5].
Una persona que cuestiona con
razonamientos, referencias históricas, criterios, experiencias pasadas, textos,
etc. como es mi caso recibe el improperio y la intolerancia. A mi criterio,
esta reacción es porque el mensaje pone en duda el cómodo sentido común
construido a lo largo de años. Y si las medidas del gobierno salvador solo
confirman lo advertido previamente, más enojo le provoca. Impedido de encontrar
los argumentos temáticos, políticos o técnicos para rebatir va contra la
persona calificándola de inepta para transmitir el mensaje correctamente, “chota”,
“punzante”. Abrir la cabeza, cuestionar la percepción de la realidad, poner en
duda la fe que se depositó en un mensajero soez, ladino, ladrón y asesino como
es el multimedio que se propuso esta tarea, de recuperar el poder de la mano
del ciudadano medio, sería tener que reconocerse cómplice de esta manipulación,
o víctima del engaño. Más fácil atacar al mensajero que encontrar argumentos válidos
para el debate enriquecedor que cuestionen mis tibias afirmaciones,
absoultamente relativas y superables. Y de paso que nos lleve realmente al país
plural, libre y tolerante que muchos deseamos.
No se si fui lo suficientemente “choto
y punzante”.
[1] ¿Para
qué sirven la elecciones? – Guy Hermet, Alain Rouquié, Juan Linz –
Fondo de Cultura Económica – México - 1982
[2] Capital in the
Twenty-first Century – Thomas Piketty (Translated by Arthur
Goldhammer) - The
Belknap Press of Harvard University Press - 2014
1 comentario:
estuviste como siempre....
....genial
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