Lo
primero que hizo Cambiemos cuando asumió fue dar por sentado que el
simple cambio de humor iba a generar una lluvia de inversiones. La “mera
presencia” de Macri en el sillón de Rivadavia ya iba a generar el citado
aguacero, según expresiones del eyectado Prat Gay a su jefe.
“Integrarnos al mundo”; “reglas de juego
claras”; “eliminar trabas” y otros eufemismos usan los dogmáticos del
liberalismo para aplicar medidas tendientes a permitir una libre circulación de
capital, sin controles y otras medidas que permiten a los organismos estatales llevar
un mínimo monitoreo sobre ingresos y fugas de divisas, acciones, regalías
(lucro) y demás maniobras. Alinearse con filosofías pro mercado no nos hace de
pronto confiables. Las condiciones que generó este gobierno facilitaron el
ingreso y egreso de divisas y con una tasa de interés en pesos elevadísima y un
stock de reservas acumuladas a puro endeudamiento permitieron un diluvio de
fondos especulativos y apenas una tenue garúa de inversiones productivas,
inferior a las existentes durante el oprobioso gobierno K.
Cualquier bancario o individuo que intentó
obtener un préstamo sabe que debe demostrar ingresos genuinos que aseguren
capacidad de pago. Me tocó tratar de convencer con un proyecto tecnológico
elegantemente presentado para sufrir un rechazo mientras un rotisero de barrio
recibía créditos abundantes. Le cerraban los números, así de simple.
Mientras Macri contaba pésimos chistes en las
cumbres G-20 y otros ámbitos anunciando una apertura total y suicida de nuestra
economía, otros dirigentes reciben créditos sin transpirar la camiseta ni tener
que recurrir a patéticos stand-ups que solo dan vergüenza ajena.
Evo Morales, por ejemplo, corrió de Bolivia a
la Coca-Cola, a Mc Donalds y hasta al propio Embajador de EEUU. Tomó con el
ejército los pozos petroleros y gasíferos y nacionalizó su minería. Lo
intentaron matar, fue incluido en el Eje del Mal y cualquier troll de los nuestros
lo pone de ejemplo de lo que no hay que hacer. Sin embargo Bolivia recibe sí
una lluvia de inversiones y si necesita financiar una obra de infraestructura
consigue créditos a tasa libor que Argentina no recibe desde hace décadas.
Ser buen alumno es un mito, una mentira que
escucho desde siempre y jamás se verificó en la práctica. Que te cierren los
números abre la anhelada puerta a los capitales productivos y mantiene alejado
a los especulativos porque nadie anda ávido de dinero golondrina como sí anda
un gobierno que vive para atrás. Así uno explícitamente se defina como marxista
y saque a patadas a los representantes del imperio. No interesa eso a los
dueños del dinero. El dinero es barato si va a lo seguro. Y lo seguro es un
Estado que recauda más de lo que gasta. Y nacionalizar la renta petrolera y
minera, favorecer a los emprendedores locales en detrimento de las grandes
cadenas internacionales, cuidar los recursos del estado y promover una economía
en crecimiento con sentido nacional es la manera de lograr tener un estado
solvente. Y un estado solvente produce la magia de la lluvia de inversiones. Y
no exactamente al revés. Parece increíble tener que aclararlo, como si no lo
hubiéramos vivido antes.
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