Luis O. Corvalán
Consultor – Asesor | Generación de
Energía
Central Hidráulica Chocón |
El
motivo de esta renovada opinión es porque se están generando, ahora, las
condiciones para una crisis grave en el futuro cercano. Y cuando llegue se
buscarán los culpables en gestiones anteriores y en contextos que no existen en
la actualidad, sino que se los está generando por malas medidas que se están
tomando en la presente gestión.
Veamos
primero como se diseña y gestiona una matriz energética pensando en el país
como una unidad estratégica. Y aquí mismo, en el génesis del análisis, está el
principal problema conceptual. El liberalismo económico se niega a considerar
el carácter estratégico y nacional del tema energético. Su lógica es una
rentabilidad y que el mercado sea el que genere la oferta y el funcionamiento
de un sistema que nunca se rigió por leyes de oferta y demanda.
Veamos
un poco de historia. La generación de energía eléctrica pasó a ser la razón de
la explosión de desarrollo que fue una característica del siglo XX. La energía
se produce en usinas por maquinarias que se conocen con el nombre de “grupos”,
ya que están formadas siempre por 2 máquinas. Una máquina que impulsa y un
generador. Técnicamente todos los generadores son idénticos. Cambian el tamaño,
la forma de montarlo y la velocidad. Pero todos son máquinas sincrónicas. La
máquina de impulso en cambio puede tener diferentes principios de
funcionamiento y tomar la energía de fuentes diversas. Por estas razones las centrales
se identifican por su fuente primaria de energía. Así tenemos centrales
hidráulicas, térmicas, nucleares, eólicas, a gas, ciclo combinado, solares,
geotérmicas, mareomotices, etc.
Qué
tipo de central se va a instalar es una decisión estratégica que debe tomar un
país y no el mercado. Porque el proceso de generación compromete recursos
energéticos que pueden ser estratégicos, ya sea por escasos, no renovables o
necesarios para otras formas de energía, por ejemplo el transporte, la
industria o la calefacción.
Hay
una ecuación bastante simple en esto de generar energía eléctrica: el costo de
explotación es inversamente proporcional a la inversión. Traducido al cristiano
quiere decir: cuanto más barata la instalación de mi usina más caro será
explotarlo a lo largo de los años.
Esto
que acabo de expresar es un tema fundamental a considerar si generar energía
fuera algo solo regido por el mercado. Y lo que ocurrirá en estos casos es que
el inversor privado hará un estudio de la inversión necesaria y el tiempo de
retorno de esa inversión. No considerará para nada el carácter estratégico del
recurso a emplear, su impacto ambiental o su escasez.
Solo
el estado y bajo una administración lúcida y previsora puede contemplar todos
estos elementos para diagramar una estrategia energética que satisfaga la
demanda del país, que prevea un crecimiento de la demanda acorde al crecimiento
del país mientras garantice en el tiempo la existencia de los recursos
energéticos necesarios dejando una parte de los mismos disponibles para otros
actores económicos y otras maneras de transformarlos.
Los
ejemplos de lo que acabo de decir son muchos, claros y palpables. Las grandes
usinas de la Argentina que son por un lado grandes obras civiles construidas
desde el estado con el esfuerzo de todos los ciudadanos son además las
centrales que aprovechan fuentes renovables o eficientes, de poca contaminación
y permiten una explotación sustentable y de bajísimo costo. Esto a su vez mejora la competitividad de toda la industria.
Requirieron
grandes inversiones y por eso ningún privado a partir de la época de la
desregulación del sistema eléctrico argentino montó una central de estas
características. Me refiero a las grandes centrales hidráulicas, las centrales
atómicas y las grandes centrales térmicas que se construyeran todas durante
épocas en que el estado era un actor económico central en el esquema energético
argentino. Algunas de estas son las grandes represas sobre el río Limay: Alicurá,
Piedra del Águila, Chocón y otras, las centrales hidráulicas de Salto Grande,
Yaciretá, Río Grande, Futaleufú, las centrales nucleares de Atucha y Embalse,
las centrales térmicas de Costanera y Puerto Nuevo, las más grandes del país de
su tipo en la ciudad de Buenos Aires.
La
“transformación del sistema eléctrico argentino” de los 90 basada en la llamada
“Ley Bastos” permitió que cualquier privado pueda montar una usina y comenzar a
generar, sin exigirle una característica determinada de central. Esto hizo proliferar
centrales del tipo a gas natural. Son centrales que un contratista
internacional especializado puede montar en 6 meses en un predio de 4 a 10
hectáreas. Esto permite un retorno rápido de la inversión y con las utilidades
convertir esa central original a gas en una de ciclo combinado, aumentando un
50 o 60% lo generado con el mismo consumo de gas. Esto permitió ir atendiendo
el aumento vegetativo de la demanda eléctrica pero a costa de un aumento
exponencial del consumo de gas natural, un recurso que a la Argentina le
sobraba y se daba el lujo de ventear hasta el punto tal de tener que hoy
importarlo. Además de haber privatizado la empresa nacional de gas lo que
prácticamente hizo desaparecer la exploración de nuevos yacimientos. Fin Parte 1
No hay comentarios:
Publicar un comentario