Cuando James Cameron concibió su romántica Titanic, bautizó a su protagonista Jack Dawson. Y para ubicarlo en el gran barco sin dejar registro lo hace ganar el pasaje de tercera clase a Nueva York a escasos minutos de la partida en un juego de naipes entre apostadores compulsivos. Así se suma a una trama que culminaría en el célebre hundimiento y en su propia muerte.
En 1912 la catástrofe del Titanic fue, como no podía ser de otra manera, una noticia de impacto mundial. Los sobrevivientes, unos 700 de una partida de más de 2200 almas, fueron rescatados por el barco Carpatia, como todos recuerdan si vieron la peli. Pero el día 18 de abril, algo más de 48 horas de producida la tragedia, y por pedido del gobierno británico, desde Halifax, capital de la provincia canadiense de Nova Scotia y ciudad más próxima al lugar de la tragedia, parten dos barcos menores al sitio del hundimiento con intención de recoger la mayor cantidad de cadáveres posibles para su correcto entierro y/o devolución a los familiares que así lo reclamen. De las más de 1500 víctimas estos dos barcos recuperaron solo 450 cadáveres. Unos 150 fueron inhumados en el mar mismo, demasiado mutilados por efecto del frío y los animales acuáticos y con la intención de evitar angustias mayores a los familiares. Los restantes, algo más de 300, fueron llevados a Halifax. Se los numeró en forma correlativa. Los que fueron reclamados por la familia se enviaron a Londres, USA y otros países. Pero 123 no fueron reclamados por su familia y aun hoy permanecen enterrados en el cementerio de Halifax. Entre las tumbas de las víctimas del Titanic hay una identificada con el número 227 y el nombre "J. Dawson". Desde el estreno de la película de Cameron esta tumba siempre tiene flores y mensajes. Durante un par de años fue todo un revuelo de fanáticas que visitaban diariamente la tumba del supuesto héroe de la historia.
El personaje realmente enterrado ahí era uno de los trabajadores del depósito de carbón, esos que trabajan paleando bajo la línea de flotación y son reclutados apenas unos días antes de zarpar, de a decenas, a tal punto que, para no demorar el trámite solo piden la inicial de su nombre antes del apellido. "J" en la tumba y en el carnet de afiliado que permitió identificar a la infortunada víctima representa "Joseph" o Joe, y no Jack, como el personaje de di Caprio. No creo que sus pesadas tareas en el barco por los míseros 7 dólares que ganaría en todo el viaje, ida y vuelta a NY desde Southampton, le hubieran permitido seducir a una decadente señorita de primera clase durante la travesía. A pesar que sus escasos 23 años coinciden con el del personaje de ficción concebido por Cameron sin saber éste que un tripulante del barco se llamaba casi igual. Realidad y ficción que efímeramente cruzan miradas generando equívocos románticos que persisten hasta hoy.
El personaje realmente enterrado ahí era uno de los trabajadores del depósito de carbón, esos que trabajan paleando bajo la línea de flotación y son reclutados apenas unos días antes de zarpar, de a decenas, a tal punto que, para no demorar el trámite solo piden la inicial de su nombre antes del apellido. "J" en la tumba y en el carnet de afiliado que permitió identificar a la infortunada víctima representa "Joseph" o Joe, y no Jack, como el personaje de di Caprio. No creo que sus pesadas tareas en el barco por los míseros 7 dólares que ganaría en todo el viaje, ida y vuelta a NY desde Southampton, le hubieran permitido seducir a una decadente señorita de primera clase durante la travesía. A pesar que sus escasos 23 años coinciden con el del personaje de ficción concebido por Cameron sin saber éste que un tripulante del barco se llamaba casi igual. Realidad y ficción que efímeramente cruzan miradas generando equívocos románticos que persisten hasta hoy.
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