COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

viernes, 14 de enero de 2022

50 SOMBRAS DE VERDE

Central Hidroeléctrica El Chocón

La Crisis Futura del Sistema Energético Argentino

El mundo busca ir hacia energías más verdes. Verde es el dólar que tan escaso se nos hizo. Verde está la transformación del sector energético argentino. Y digo esto último porque, les guste o no a los políticos, a los economistas ortodoxos y al ejército de comunicadores que cobran para convencer a las grandes mayorías que lo más conveniente para ellas es adoptar políticas que favorezcan a un minúsculo grupo de opulentos, la Argentina sólo será viable si recupera el manejo de la energía para el Estado. Es la principal agenda, o debería serlo, y nadie siquiera trata el tema. Y aquí mis razones.
Y aquí cambio de camiseta. Dejo lo que a muchos ya vislumbran como otra de mis opiniones no solicitadas sobre política y me pongo en el rol de un consultor semi retirado en temas energéticos.
Primer punto: el mundo va hacia energías más verdes. Las fuentes de combustibles fósiles se irán agotando y por otro lado la contaminación que producen ya está en niveles innegablemente preocupantes. Y nuevamente, Argentina se encuentra en una situación privilegiada. Grandes superficies en zonas tropicales, a gran altura, casi sin nubosidad gran parte del año la hace ideal para enormes y eficientes parques solares. Y la extensísima y poca poblada Patagonia es ideal para aprovechar la energía de los constantes vientos. Paulatinamente ambas fuentes de energía van cobrando más participación en la matriz energética total. Es un rumbo ya definido.
Ahora peguemos un salto atrás en el tiempo. La primera gran línea de muy alta tensión (MAT) del país fueron los 2000 y pico de kilómetros del tramo Chocón-Ezeiza que conecta las grandes centrales de la cuenca del Río Limay con la zona metropolitana, el Gran Buenos Aires. Esa línea la construyó el Estado a principios de los años 70 y continúa prestando servicios en la actualidad. Es la misma. Eso para aquellos que insisten en que nada estatal funciona. Sólo que hoy la explota una empresa mixta llamada Transener SA, cuyos accionistas son Citelec SA en un 51%, empresa cuyo capital se reparte en partes iguales entre Marcelo Midlin y el Estado Nacional. El otro 49% de las acciones se puso a disposición del público y de ese 49%, una parte (casi el 20%) lo tiene el FGS de los jubilados, o sea, también son fondos estatales. El 27% restante está en manos de diversos inversores privados y un 1.65% lo tiene la propia Citelec. O sea, hoy en día los directores estatales tienen mayoría y control de la compañía. Esto permitió, luego del cambio de gobierno, evitar que las acciones estatales se vendan al sector privado, sueño húmedo del anterior gobierno macrista que lo hizo explícito mediante el decreto 882 del año 2017 firmado por el mismísimo MM y su secretario de energía, el CEO de Shell JJ Aranguren.
La central hidroeléctrica El Chocón también fue construida por el Estado y luego privatizada en 1993. La empresa que explota esta central también tiene una precipitación estatal. Ahora, la concesión fue por 30 años. O sea, en 2023 debería volver al Estado. Veamos si tenemos los pantalones largos y la decisión política para hacer cumplir esto. Es una generadora de energía y de dinero cuyo costo de explotación es ínfimo en comparación con su nivel de generación.
¿Para qué traigo esto? Volvamos a lo verde. El día de mañana, políticas ambientalistas mediante, nuestra oferta energética será más verde. Esto incluye a las grandes centrales hidroeléctricas, como El Chocón, a los parques eólicos y solares mencionados y a las centrales nucleares. Sí, amigos, las centrales nucleares son verdes, en el sentido que no aportan al efecto invernadero ni al calentamiento global. Deal with it.
¿Y los consumidores? Seguirán estando en las grandes concentraciones urbanas y en las zonas industriales del país. Y en general, estos lugares de consumo están distantes de los puntos de generación y van camino a distanciarse más, en la medida que la matriz se haga más verde. Porque tanto el altiplano como la Patagonia están lejos de los centros de consumo.
Entonces, para desgracia de la comodidad de las empresas privadas que explotan la transmisión y distribución de la energía, estas formidables obras como la red de 500kV de la que el tramo Chocón Ezeiza forma parte, van a necesitar algún día reforzarse. Y como bien sabemos, no son los privados quienes aportarán el capital para hacerlo.
Basta con revisar cualquier verano la novela de los cortes de energía de la zona GBA, como está pasando actualmente. Dirán que son las tarifas bajas y la culpa es del gobierno. La culpa del gobierno es no quitarles las concesiones a Edenor y Edesur, que explotan las redes troncales de distribución que encontraron instaladas desde la época de Segba, y a pesar de explotarlas por 30 años con el crecimiento de la demanda producida y a pesar de las altísimas tarifas gozadas durante la larga década menemista y los 4 años de Macri, esas inversiones brillaron por su ausencia. Centros de distribución, mejoras en las líneas secundarias y celo a la hora de evitar el robo de energía no aumenta el límite en la capacidad de transmisión de las principales e históricas líneas principales. Y mientras el costo político de los cortes los pague el gobierno, no hay el mínimo interés privado en hacer esas inversiones. En muchos casos, como el descrito de El Chocón y su línea de transmisión, es el Estado el que tiene algo que decir en la producción de energía y acercarla al lugar de consumo. Pero en muchos casos, como las mencionadas y EDET en el caso tucumano, son empresas enteramente privadas las responsables de la distribución de la energía. Y es indefectiblemente en esta etapa donde se produce el cuello de botella y los problemas cuando hay calor, cuando hay frío, cuando hace falta llevar energía a un consumidos nuevo, etc. El modelo ideado por Carlos Bastos y Domingo Cavallo en los 90 ya demostró su fracaso como herramienta de política energética. Se pasó de tener reservas de gas para un siglo a tener que importar gas en apenas una década de implantado el modelo privado tanto de explotación del sistema eléctrico como en la extracción de hidrocarburos(1). Y esto se agravará rápidamente por lo que detallaré a continuación.
Más verde aún: con el correr de los años, los vehículos particulares, los colectivos, camiones, trenes y demás irán migrando paulatinamente hacia lo eléctrico. Es la tendencia mundial y no seremos excepción. Esto significa que en los centros de demanda de energía: grandes centros urbanos y zonas industriales, el consumo de energía eléctrica se multiplicará. En breve, en lugar de cargar en el tanque del auto un derivado del petróleo que llega por camión al surtidor, se hará una carga de energía eléctrica ya sea en un centro de carga, equivalente al surtidor de hoy, o en la comodidad del hogar durante la noche. O sea, esa energía deberá ser transportada desde los remotos lugares de generación hasta los centros de consumo, líneas mediante. Y será mucho más energía que la actual, al usarla para el transporte, nada menos, que antes no se usaba. El sistema de transmisión y distribución deberá incrementarse significativamente en los próximos años, no hay otra alternativa.
¿Y cómo se hará eso? ¿Se seguirá permitiendo que empresas privadas, muchas extranjeras y demandantes de divisas (verdes escasos) para remitir o fugar sus utilidades sigan lucrando con las inversiones que afrontamos todos los ciudadanos a través de sus impuestos o de una vez por todas se dará por concluida la aventura privatista de algo tan estratégico como la energía y volverla a manos del Estado? Esto además permitiría aplicar políticas serias de desarrollo, tanto industrial como demográfico, social y ambiental.
Esta discusión debería ser hoy tema central en las comisiones del Congreso, en los ministerios respectivos, en las provincias. Y no lo veo en esos lugares que se requieren.
Esta nota es solo para llamar la atención.
(1). Este tema de cómo desapareció nuestra disponibilidad de gas en tan breve tiempo lo desarrollé hace muchos años en una nota publicada en un diario en el año 2004. Aquí está reproducida: http://locpolitico.blogspot.com/.../crisis-energtica-2004...

domingo, 11 de julio de 2021

CAMBIAR POR CAMBIAR

Reflexiones Domingueras

 Tengo muchos conocidos, entre amigos y familia, que votaron por Macri en 2015. Y los argumentos más escuchados y que respeté fueron del estilo de "el peronismo es lo peor que le pasó a la Argentina" o que "gobernaron por 70 años y así estamos" hasta los más neutros del estilo "es bueno para la democracia alternar".

Yo me pasé ese año, los anteriores y los posteriores hablando del neoliberalismo, sus errores conceptuales, su pésimo registro en términos de igualdad, de derechos y de compromiso con la democracia, etc. Y de cómo las gestiones pro libre mercado destruyeron a la Argentina. E indefectiblemente la discusión cae en el peronismo-antiperonismo y yo terminé acusado de ser K, tragarme un relato and what not. Cuando nunca hice un planteo en términos partidarios.

Y yo voy a insistir en mi postura: en los coletazos finales del capitalismo, como los años que vivimos, el poder de fuego de los que sostienen lo insostenible -hacer lo que "el mercado" quiere- tiene tanta artillería comunicacional a su disposición que es difícil reorientar a mis interlocutores hacia el razonamiento propio, sacar conclusiones de la realidad, de la historia y olvidarse de los partidos y apellidos por un rato.  En particular cuando uno termina aceptando como verdades casi axiomáticas eventos que ni siquiera ocurrieron. O creer en declaraciones hoy que los propios autores cuestionaban hace algunos años. Como los exabruptos de Patricia Bullrich sobre la quiebra del Correo, definiéndola como una persecución política cuando ella misma, antes de la quita de la concesión en 2004, denunciaba lo actuado por el grupo Macri y pidiendo la quiebra (Octubre 2001).   

Argentina es un país periférico pero de una industrialización mediana. Supo estar mucho más industrializado hace décadas, con un ferrocarril único en Sudamérica por su longitud y capacidad de carga, flota mercante, astilleros y grandes fábricas. Fueron los economistas liberales montados sobre cualquier signo político, sean militares, peronistas o radicales, los que destruyeron al país. Y por esa razón y mínimo conocimiento de la historia que referentes de otras corrientes de opinión, como Osvaldo Bayer, pedíamos a gritos que no se permita que alguien como Macri acceda a la presidencia (Si gana Macri no sé a donde va a ir a parar el país, adonde va a ir a parar la clase media, la clase trabajadora - O. Bayer 10-11-2015). Solo un canalla puede acusar a Bayer de ser K, o peronista siquiera. Pero era la idea.

A los que querían un cambio, sin tener idea de qué cambio le estaban proponiendo, les preguntaría dónde se ubican hoy, cuando sus sueldos y jubilaciones valen la mitad en dólares que antes del "cambio". Pero más me interesa saber dónde están parados cuando el mundo se va enterando que la gestión que apoyaron tuvo un rol activo en un golpe de estado que derrocó al gobierno democrático de un país vecino. Y no solo un gobierno democrático, pero el que levantó al pueblo de un abandono y pobreza de 200 años de la mano de gobiernos "como la gente". ¿Les pesa saber que votaron a esa clase de dirigentes? ¿Les da igual? Y de cara al futuro ¿lo seguirán haciendo? ¿Qué opinión tienen de las declaraciones de TODOS los miembros y candidatos de esa cofradía cuando dicen que en esta elección "se juega la república"? ¿En serio, luego de 4 años de gestión y de los descubrimientos que siguen apareciendo, creen que ellos son el resguardo de la democracia y la república?

¿O se justifican dudando de todo lo que aparece y atribuyéndolo a una "persecución política"? Repito, por enésima vez, yo no soy peronista, no soy radical, no estoy afiliado a partido alguno. Pero ante las disyuntivas históricas, voté al radicalismo, voté al peronismo y siempre con la misma consigna: votar al que menos daño haga a los sectores populares y al Estado. Y en general el electorado se comportó de esta manera y los sectores conservadores y liberales en lo económico sacaban entre 3 y 10% de los votos, medianamente en proporción a la población que representan. Solían recurrir a golpes militares para poder acceder al poder. Los medios, y sí, los grandes responsables, hicieron creer a vastos sectores populares: empleados, laburantes, autónomos, desocupados, que grandes empresarios con frondosos antecedentes con todo tipo de perjuicios al estado, Correo incluido, los iban a representar de alguna manera.  

Lo que me encantaría que muchos concluyan, luego de un análisis medianamente racional e introspectivo, es que los medios que los bombardean con la información diaria pertenecen a ese mismo colectivo y, por supuesto, relatarán acorde a sus intereses. Y, obviamente, no son los de la clase laburante, la de los empleados, los maestros, los jubilados y mucho menos los desocupados o los que trabajamos en nuestros propios y dificultosos proyectos personales.

Así, al menos, cuando alguien nos proponga un cambio, y con la arrogancia de agregarle el adjetivo "todos", incluyendo a una indefinida masa con la pomposa meta de ser algún tipo de mayoría, se nos ocurra preguntar, de mínima, de qué cambio estamos hablando.  

Cuando se inventó la democracia en los términos similares a la actual, en la Grecia de Pericles, el gran filósofo Sócrates era un crítico implacable del sistema. Sabía que mucho de los electores estaban nadando en la más absoluta de las ignorancias. Era la situación del momento. Y proponía, en cambio, una dirigencia aristocrática de filósofos para gobernar.

25 siglos después aprendimos como debe ser la sociedad para que una democracia funcione: debe estar educada. Sarmiento y Alberdi, entre otros, lo entendieron. Entonces, un criterio sencillo para saber si a un gobierno le interesa la república y la democracia podría ser, por ejemplo, ver cuantas escuelas construye, cómo trata a sus docentes, si apoya la investigación, etc. Un simple criterio, hay otros.

La otra es leer el diario a ver qué dice de tal o cual gestión. Ahí también desarrollarás un criterio. El del dueño del diario.

Perdón la falta de humor. Feliz domingo a todos.

 

 

domingo, 6 de junio de 2021

EL FIN DE LA HISTORIA, EL COMIENZO DE LA INCERTIDUMBRE



En la época de las monarquías, el sistema se mantenía por la propagación del siguiente sentido común: un pueblo mayoritariamente creyente de la existencia de un dios supremo, tarea a cargo de una iglesia muy activa y en estrecha consonancia con la corte del rey, y la difusión del concepto que el rey lo es por determinación divina. Es Dios quien decidió que sea rey. De esta manera, el pueblo, en su miseria generalizada, acepta como inevitable a sus gobernantes y como que es poco y nada el lugar para el cambio. La ilustración de fines del siglo XVII y su florecimiento en el siglo XVIII melló esta idea y la gente se animó a rebelarse y a cuestionar la autoridad del rey. Las máximas expresiones de esta transformación fueron la Revolución Francesa y la independencia de los Estados Unidos, que abrieron la era de las democracias occidentales y la declinación de las monarquías. Luego de la caída del muro de Berlín, y el colapso de la URSS, la superpotencia que venía rivalizando con los Estados Unidos desde fines de la Segunda Guerra Mundial, los pensadores occidentales concluyeron que lo que fracasó fue una ideología. La más popular de estas expresiones coincide con parte del título de un libro de Francis Fukuyama, docente, escritor y analista norteamericano que dice que la historia ha terminado. (The End of History and the Last Man -1992). En este libro pronostica que las democracias occidentales, la economía de mercado y el estilo de vida occidental serán las formas definitivas de gobierno y sociedad para el hombre. Ya para 1995 el propio Fukuyama cuestiona esa presurosa conclusión en otro libro (Trust: Social Virtues and Creation of Prosperity). Pero, esperablemente, este volumen tuvo mucha menos repercusión y análisis dentro de los centros de poder y mucho menos entre el público en general. El primer título es todo lo que se necesitaba para establecer que el único camino posible era el neoliberalismo. Con este concepto se desintegró a la Argentina, se llevó a países prósperos y desendeudados como Corea del Sur a una crisis de deuda y colapso financiero, se produjo el colapso social y económico de potencias como la propia Rusia o Brasil, desencadenó la pobreza en países tranquilos y equilibrados como Jamaica y muchos otros ejemplos que deberían haber certificado el fracaso de las ideas liberales ya a principios del siglo. (El Malestar en la Globalización - Joseph Stiglitz 2002). Pero de manera similar a los argumentos que sostenían a los monarcas hasta el siglo XVIII e incluso más, se esparció el sentido común que la libertad de mercado, poniendo énfasis en la palabra "libertad", era el único camino posible. Y eso continúa hasta hoy, increíblemente. Mientras sociedades que se mantuvieron al margen de esta tendencia de los 90, o que intentaron ese camino pero rápidamente vieron su fracaso y retomaron posturas diferentes, o mantuvieron un estado sólido y participativo en la economía lograron mantener sus niveles de vida o crecer durante estas últimas décadas, los países que abrazaron esas ideas conservadoras (para ser abarcativo de varios conceptos) vieron surgir nuevos multimillonarios y languidecer a sus clases medias a punto tal que hoy tienen igual o menos capacidad adquisitiva que hace 50 años a pesar del fuerte crecimiento del PBI mundial en ese período. Tal fue la imposición del sentido común (Noam Chomsky: Manufacturing Consent 1988; Jorge Alemán : Capitalismo, Crimen Perfecto o Emancipación 2019 y otros) que el gran público considera incorrecto, demodé, o fracasado cualquier propuesta transformadora seria y en consecuencia los políticos intentan, ante cada elección, mostrarse lo más "confiado" posible ante mercados y centros de poder, dando mensajes de prudencia y consentimiento para evitar sucumbir ante las fuerzas dominantes. La consecuencia de esto, a mi entender, es la sucesión de "estallidos" de pueblos frustrados con sus clases dirigentes y que en estos años aparecieron en el continente: Chile, Perú, Colombia y Ecuador son los casos más resonantes, pero no exclusivos. Y la otra variante por donde escapa la frustración de las masas es en la elección de dirigentes atípicos, que se muestran distantes del político clásico que es fácilmente identificable con las estructuras gastadas del poder tradicional. Y así surgieron esperpentos políticos como Trump o Bolsonaro, simplemente porque se mostraron provenientes de sectores "alejados de la política". Y generalmente eran mentiras. Ambos ejemplos están muy ligados a los poderes reales. Lo que impuso esta falsa idea de que la historia llegó a su fin y ya no hay que discutir la política, la economía o las estructuras sociales fue una ausencia llamativa de debate político profundo. Se discuten formas, estéticas o estilos de gobierno pero nadie se atreve a ofrecer una plataforma que realmente cambie la estructura de poder. Estructura que ya demostró hasta el literal hartazgo ser incapaz de dar satisfacción a reclamos populares más que razonables. Y toda esa discusión, o ausencia de la misma, lo que hace es disimular o postergar el real dilema que recorre el mundo. Como el elefante en la habitación que nadie quiere mencionar: la agonía del capitalismo como sistema. Así, lo dije. La pandemia llevó a ciertas autoridades, celebridades o intelectuales que habitualmente no tocan el tema, a finalmente ponerlo al menos en tela de juicio. "El capitalismo fracasó…" dijo el Papa Francisco." “Es hora de entender que el capitalismo no ha dado buenos resultados” expresó Alberto Fernández. Podemos atribuir orígenes peronistas a ambos, pero también expresaron lo mismo en otras palabras pensadores de otras vertientes. Erik Kobayashi, colaborador de la muy poco justicialista revista Forbes declara que "el capitalismo falló cuando más lo necesitábamos" y un sinfín de otros vienen expresando lo mismo, exasperados por los resultados de la pandemia pero que además lo venían sosteniendo con menos vehemencia desde los movimientos Occupy de 2014. La desigualdad, constante en la historia de la humanidad, se había reducido gracias a siglo y pico de democracias en occidente hasta el arribo del dúo Reagan -Thatcher que impusieron un liberalismo renovado luego de 3 décadas de estados benefactores que crearon un crecimiento en el nivel de vida y de pretensiones de las clases populares y medias del mundo. Y a partir de ahí la desigualdad se disparó hasta niveles más escandalosos que los previos a la Revolución Francesa (Thomas Piketty: El Capital en el Siglo XXI - 2013). La caída del muro les permitió una vuelta de tuerca más a lo que se venía dando. Los estallidos obligan a cambios. Lo dijo Thomas Jefferson al proponer una revolución cada generación y no esperar al ciclo natural de "opresión, rebelión y reforma, opresión, rebelión y reforma…" Es la frase inspiradora de la expresión de John Kennedy "aquel que impida la revolución pacífica hará inevitable la revolución violenta". Cito a norteamericanos insospechados de comunistas o progres para ilustrar que no se trata de un fenómeno soñado por una izquierda romántica ni utópica. Es la manifestación de pensadores centrales de occidente y en distintas etapas históricas. Algo que cualquiera, en cualquier momento histórico y con 2 dedos de frente, percibe. Hoy se pretende que sea un debate inexistente o superado. A partir de la caída del muro y de la expresión, luego repudiada por el propio Fukuyama, del fin de la historia, el indispensable debate de ideas se ha visto encerrado en lo que se convirtió en una olla a presión que empieza a estallar en distintas latitudes. El capitalismo, mal que le pese a muchos, está en una crisis anticipada por el propio Marx hace más de siglo y medio. No pretendo verlo abolido en mi ciclo biológico pero es más que necesario arrancar con un debate sobre lo que vendrá. Y no seguir con la foto estática que nos proponen justamente aquellos que tienen algo que perder en la transformación. No puede ser que una minoría imponga la agenda e inunde el sentido común, tal como hacía la monarquía previo a su virtual desaparición. Ya tenemos experiencia en estos procesos. El mercantilismo reemplazó, luego de un proceso largo, al feudalismo. El capitalismo, gradualmente, desplazó al mercantilismo hace unos 3 siglos. Ya es hora de empezar a discutir como saldremos del capitalismo. Es eso, o seguir languideciendo con medidas tibias que están destinadas a fracasar desde su propia discusión. No propongo la solución, pero sí insisto con empezar con el planteo de la misma. Feliz domingo.

domingo, 15 de noviembre de 2020

ELECCIONES EN ESTADOS UNIDOS - HISTORIA Y CONTEXTO - LATINOAMERICA


Observar que ocurre en Estados Unidos puede parecer lejano para algunos paisanos latinos pero no debería serlo. Desde la Segunda Guerra Mundial es la potencia hegemónica mundial y somos justamente los latinos quienes hemos vivido bajo su influencia en lo que ellos llaman su "patio trasero". Así que vamos a intentar analizar lo que ocurre ahí ahora, en una transición importante para su historia reciente.

El sistema electoral norteamericano es similar al que se adoptó en Argentina cuando a mediados del siglo XIX establecimos una Constitución a imagen y semejanza de la elaborada en Filadelfia en 1787. Cada región (Estado) organiza el voto popular y según el resultado nombra a los electores que concurrirán al Colegio Electoral donde ahí se vota y  se consagra al presidente. En 48 de los 50 estados de EEUU el partido que logra la mayoría de votos se lleva el 100% de los electores designados para ese estado. La cantidad de electores va a depender de la población de ese estado. En Argentina adoptamos un sistema más europeo y los electores por cada provincia son establecidos por un sistema proporcional. Este sistema evitó, durante su existencia hasta la reforma de 1994, que sea consagrado presidente un candidato que no había ganado el voto popular. El sistema de EEUU permitió que en 5 ocasiones fuera nombrado presidente un candidato que perdió la votación popular. Esta anomalía hizo que hoy en Estados Unidos el sistema de Colegio Electoral esté muy cuestionado.

El sistema de votación popular en EEUU tiene además otro inconveniente y es que no existe una autoridad electoral federal. Cada estado fija las normas de votación y es el encargado del recuento de votos. Tampoco hay un centro de cómputos central oficial, así que los resultados los entrega cada Estado a algún medio de comunicación y estos son los encargados de hacerlos llegar al público. El sistema de "ganador lleva todo" cuando de electores se trata hizo innecesario un escrutinio fino entre los partidos salvo en casos de muy poca diferencia (menos de 0,5%) entre candidatos en que un recuento manual puede ser exigido por la justicia. Finalmente la oficialización del nombramiento presidencial lo hace el Colegio Electoral generalmente a principios o mediados de diciembre. La votación popular siempre se realiza el primer martes de noviembre.

Tanto la determinación de esa fecha, durante un día hábil, el sistema de Colegio Electoral y la creación de la Cámara de Senadores -que durante 130 años no se elegía por voto popular- eran métodos adoptados para menguar el impacto de la voluntad popular en la designación del presidente.

La gran diferencia entre el desarrollo de Canadá y Estados Unidos respecto de Latinoamérica se debe, en palabras del gran economista argentino Aldo Ferrer, a la manera que se distribuyeron las tierras en ambas regiones. En EEUU la colonización fue un proceso típicamente burgués: llegaban familias e individuos dispuestos a conseguir oportunidades para el trabajo y tierras cultivables. Y eso signó la expansión desde el Atlántico hacia el oeste. La entrega de parcelas a cada familia, que iban desde 70 hectáreas en las zonas más fértiles hasta más de 150 hectáreas en las praderas, permitió el establecimiento de un sólido mercado interno compuesto por pequeños productores rurales y las actividades que acompañaban a esta estructura económica: artesanos, proveedores de servicios, almacenes, talleres e industrias a lo largo y ancho del país. Recién cuando se terminó la frontera, fenómeno que se produjo a fines del siglo XIX, este proceso de entrega de tierras ya no pudo seguir y entonces EEUU comienza su transformación en un potencia colonial, buscando regiones fuera de su frontera para poner bajo su órbita. Esto arrancó con Cuba y Filipinas, ex colonias españolas. Ahora, esa política burguesa, muy distinta al proceso de conquista monárquica que ejecutó las coronas española y portuguesa en el resto del continente, generó una base social de propietarios, emprendedores y cuenta propistas con una conciencia individualista y meritocrática que la hizo sensible a políticas que hoy consideraríamos conservadoras y libre mercadistas. Los partidos actuales, Demócratas y Republicanos, reflejan esa corriente de pensamiento mayoritaria. En la actualidad, luego de 40 años de políticas neo liberales y un paulatino repliegue del estado benefactor que llevó al país a la bonanza post guerra, recién están apareciendo grandes colectivos que necesitan un rol más activo del estado para suplir lo que el marcado ya no les provee. Esto a partir de las transformaciones liberales de Ronald Reagan y las administraciones posteriores consolidadas luego del colapso del muro en 1989. Y este repliegue del Estado Benefactor junto con el estancamiento del poder adquisitivo, el aumento de la desocupación que luego se contrarrestó con trabajos precarios, generó un malestar creciente en un sector importante de la población que hizo entrar en crisis a los partidos tradicionales. En especial al Demócrata que identifican más con la defensa de la clase trabajadora. La incursión de Bernie Sanders -un independiente que se define socialista- que logró un apoyo popular en 2016 y en menor medida en 2020, responde a esta necesidad. Senador por décadas como independiente, el establishment demócrata hizo lo imposible para impedir su triunfo en 2016. Y luego enterró toda toda su plataforma progresista de cara a esas elecciones. Pero la perdieron en el Colegio Electoral. Este año Biden tuvo la perspicacia y agudeza política de incorporarlo a su espacio, tanto al candidato mismo como a su plataforma progresista a pesar de derrotarlo claramente en la interna.  Esto no significa un cambio radical, pero sí en detalles que pueden llegar a influir en el día a día de los sectores más vulnerables. Y también significa un diálogo más amigable con el resto del mundo, en especial los aliados históricos que quedaron muy ofendidos con el estilo prepotente y descalificador de Trump. Cambios mínimos desde una perspectiva progresista, pero cambios al fin.

Latinoamérica no está bajo el radar principal de EEUU en este momento. Salvo en su lucha con China por la supremacía futura y como correlato su influencia en el subcontinente. China es el verdadero problema actual para Estados Unidos. El país asiático sigue creciendo a ritmo sostenido porque tiene márgenes para hacerlo, según el axioma marxista de tendencia al descenso de la tasa de ganancia. China todavía está en el proceso de elevar la capacidad adquisitiva de su clase trabajadora y como consecuencia vigorizar su mercado interno, etapa que occidente vivió entre 1950 y 1980. Y por lo tanto puede todavía aprovechar las ventajas competitivas del sistema capitalista. Va rumbo a superar a EEUU en el propio campo de juego del rival. Un sistema alternativo a la democracia occidental y un concepto distinto de nación está sacudiendo no solo económicamente sino también en el campo de las ideas e instituciones a occidente. Y a Estados Unidos en particular, especialmente en el rubro de poderío militar. China tiene así hoy una presencia sin precedentes en América Latina y África. Y con fuertes lazos comerciales con Europa. Con Rusia la une una alianza estratégica que no pudo establecerse durante la Guerra Fría por rivalidades hoy superadas.

Es hoy el socio comercial más importante de Argentina, superando a Brasil. Los EEUU van a dejar de ser la primera potencia mundial en muy poco tiempo. Esta es la agenda principal que los preocupa y tiene razón de serla. Latinoamérica indefectiblemente va a volver a los gobiernos progresistas más que nada por el rotundo fracaso del viraje a la derecha que muchos países adoptaron a mediados de esta década que termina. Viraje que solo se explica por un bombardeo mediático y judicial que con el tiempo pierde eficiencia porque la realidad no acompañó los relatos de cada caso. Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Méjico y otros han regresado, o están en proceso de hacerlo, hacia formas y modelos menos ortodoxos y más independientes de la influencia de Estados Unidos. Ver pilotear a Joe Biden en los años por venir va a ser un espectáculo de observar. La pandemia actual ha acelerado los tiempos porque produjo una caída fuerte de la actividad y el PBI en Estados Unidos mientras China pudo seguir con su crecimiento, menguado pero positivo. Argentina deberá muñequear su política exterior y económica para sacar el mayor provecho de una coyuntura que le puede ser favorable dentro de una guerra comercial que promete perdurar en el tiempo.

viernes, 27 de marzo de 2020

LIBERTAD

Trump puso en duda el pedido de Andrew Cuomo, gobernador del estado de New York, de 40000 respiradores. NY tiene una población de 19,5 millones de habitantes. Hay al menos 3 presidentes decididamente neoliberales que sobresalen del resto, ahora que ya no está nuestro reposero, que son Trump, Bolsonaro y Piñera. Los 3 están rifando su capital político gracias a esta pandemia. El argumento más fuerte de Trump para asegurar su reelección eran los índices económicos, con la desocupación más baja en décadas. En 15 días se le fue todo al carajo. En el país que no cree en indemnizaciones ni en demasiados derechos laborales, en un par de semanas el índice de desocupación se disparó a niveles alarmantes y la economía entró en una depresión que esperan sea la peor desde la de 1929. Cuando las papas queman, la inconsistencia de esa filosofía económica, que llevo 40 años combatiendo, sale a la luz. Ayer descubrimos que Farmacity, la cadena del íntimo de Mauricio Macri, tenía estoqueados 9000 botellas de alcohol en gel y las góndolas de sus farmacias vacías. Eso se llama libre mercado, oferta y demanda. Eso votaron los argentinos en 2015 y el 41% lo volvió a hacer en 2019. Si algo terminamos aprendiendo de esta crisis debería ser un cambio de paradigma. Muchos que se cagaron de risa o se enojaron de mis publicaciones despotricando contra el liberalismo y las leyes del mercado hoy están debajo de sus camas rogando que el Estado encuentre una solución, que los proteja, que se haga cargo de sus sueldos caídos, que extienda sus contratos de alquiler, que les asegure que el chino de la esquina no se quede sin papel higiénico y fideos, que los rescate de sus lugares de veraneo cuando la empresa privada que los llevó los abandona. El único libro en prosa de Walt Whitman se llama Días Ejemplares, ese título le puso mi viejo en castellano, el traductor de la obra. Se refiere al comportamiento de los médicos y enfermeros durante la Guerra Civil de Estados Unidos, la más sangrienta de su historia. Días ejemplares hoy olvidados, ya que EEUU carece casi por completo de salud pública y así se convirtió en pocas semanas en el país con mayor cantidad de infectados del mucho, a pesar de tener una cuarta parte de la población china. A ver si entendemos para qué pagamos impuestos, para qué había hospitales para inaugurar que la gestión liberal anterior se negó a poner en servicio, para qué se compraron drogas, vacunas y equipo de electromedicina que quedaron abandonados en despósitos, la mayoría del Correo Argentino, sospechosamente. Y para qué en muchos casos se deben controlar precios.
No todo es negocio y no se dejen engañar con la palabra "libertad" que no se les cae de la boca a esos economistas que hoy, saludablemente, ya no pasean tan seguido por cuanto canal existe. Todas las filosofías políticas pueden clasificarse en dos grandes grupos: los que parten de considerarnos una sociedad y las que parten de mirar al individuo y que la sociedad sea resultado de la suma de lo que a cada uno se le venga en gana. Cuando nos tenemos que salvar entre todos y los pelotudos que con su tabla de surf, sus mentiras para subir contaminados a un buque o un avión, su avaricia de ocultar alcohol o sus manifestaciones que ningún gobierno los va a obligar a quedarse entre cuatro paredes nos indigna a todos, no tenemos que olvidar que desde hace medio siglo nos bombardean con que esa filosofía política y social es la correcta. Es la famosa "libertad" con que envaselinan el mensaje ruin y miserable con que formatearon esas mentes que, gracias a esta crisis, sobresalen y producen rechazo. Siempre debió ser así, no solo en estas condiciones. Gran oportunidad gran, la de mirarnos como sociedad, como país, como mundo. ¿Vamos a seguir dejando que esas ideas nos indiquen el camino? ¿O aprenderemos algo de esto? Vayamos pensando, porque, como estoy convencido, esto algún día va a pasar y sentiremos que por fin "volveremos a la normalidad". Y van a intentar que esa normalidad sea la misma que existía antes de la pandemia. Y ahí sí que no habremos aprendido nada. Invito a pensarlo.

domingo, 8 de diciembre de 2019

ENERGÍA ENAJENADA - Modelos Equivocados

Luis Octavio Corvalán - Consultor - Generación de Energía

Uno de los temas que aparece en cuanto discurso político se escuche es la energía. Y aquí quiero aportar algo que no leo ni escucho demasiado a menudo y que considero es la madre de las discusiones. Argentina es un país bendecido por tener fuentes y reservas abundantes de energía. Por su Constitución, los recursos energéticos del país pertenece a su pueblo. La versión reformada de 1994 especifica que los recursos naturales pertenecen a las provincias(1). Reafirma la frase precedente pero atomiza algo las decisiones a qué hacer con los recursos, como explotarlo y eso hace más fácil que el peso del sector privado se imponga por sobre los intereses del conjunto de la sociedad.
Y esto abrió las puertas a la privatización y principalmente a la extranjerización de la energía en la década del 90, de la mano del peronismo(2) .
Para atraer a un inversor privado, obsesión de dudosa ventaja para un país como Argentina, en el rubro energético la teoría liberal dice que hay que prometerle un precio internacional por lo que se propone explotar y vender y por lo tanto el vigente en el mercado interno(3). Sea esto petróleo, gas, energía eléctrica o minerales. Resultado de esto a partir de la privatización es que un particular, una pyme o incluso un organismo público, debe pagar la energía que consume en la forma que fuere a valores internacionales. Esto elimina de un plumazo la ventaja inicial de tener abundante energía en el país. Y un productor debe pagar por la energía consumida exactamente lo mismo que un país que debe importar su energía. Esto, aparte de ser absurdo, deja a todo en conjunto de la sociedad y a sus industrias productivas al margen de la natural ventaja que tiene Argentina de poseer sus propias fuentes de energía.
Y para empeorar las cosas, además de hacer menos competitiva su industria que no puede aprovechar grandes escalas porque la Argentina tiene una población modesta, les impone la necesidad de generar divisas excedentes para que los propietarios privados puedan remitir al exterior sus utilidades. Esto exacerba el principal problema argentino: la falta de dólares. Por su enorme extensión geográfica y sus abundantes recursos, Argentina debería tener una población económicamente holgada como lo ocurre en países grandes con recursos energéticos propios y con poca población, como Noruega, Australia, Canadá y otros.
Argentina, durante el período que podemos arrancar con la Primera Guerra Mundial y finalizando en la dictadura de 1976-83, tuvo una política activa de sustitución de importaciones y de explotación mayoritariamente estatal de sus recursos energéticos. La apertura indiscriminada que llevó adelante Martínez de Hoz destruyó en gran medida la industria nacional que por décadas se había desarrollado en base al mercado interno(4).
Además de la energía, el Estado también había desarrollado nichos estratégicos para su desarrollo industrial como lo fue la producción de acero, vital para el desarrollo. El combo de SOMISA, los altos hornos más grandes de Sudamérica en ese momento, más las minas de Sierra Grande (mineral de hierro) y Río Turbio (carbón de piedra) cerraba un ciclo productivo de acero que colocaba a la Argentina en una posición estratégica privilegiada para desarrollar su industria pesada, la metalmecánica y la automotriz al poder incidir en el precio interno de esa vital materia prima: el acero(5). Esto traslada las ventajas competitivas propias del país al tener su propio yacimiento de mineral de hierro y la energía para su producción (carbón) hacia los otros actores de la cadena productiva: la industria que requiere acero como materia prima. Esto realmente sentaba las bases para un muy buen desarrollo industrial integrado, estratégico y fundamental para atravesar la barrera de una producción destinada casi exclusivamente al mercado interno para pasar a ser un país exportador de productos industrializados. Este proceso ya estaba en marcha y dio como resultado que en el año 1974 el país logró el record de participación industrial en el total de exportaciones.(6) Este resultado alentador se dio solo dos años antes de que en 1976 José Alfredo Martínez de Hoz convenció a muchos que todo lo que se venía haciendo estaba mal.(7)
Argentina, de tener un proyecto integral de país con un manejo racional y promovido desde el Estado para su desarrollo industrial y energético, con políticas activas e inversiones estratégicas en nombre del pueblo argentino pasó a entregar sus recursos y medios de producción de energía y acero a capitales extranjeros. Esto atomizó el sistema eléctrico nacional y derivó en intereses privados las inversiones necesarias para mantener la oferta de energía.(8) Estas inversiones privadas derivaron en un cambio radical de la matriz energética ya que ningún inversor particular le interesa un modelo de generación basado en fuentes hidráulicas o nucleares que requiere de un tiempo de amortización largo. Florecieron las centrales de gas y de ciclo combinado que aprovecharon justamente la abundancia de ese combustible gracias a décadas de inversiones estatales en yacimientos, gasoductos y centrales de bombeo que el país ya tenía montados bajo la gestión estatal.(9)
Esto es una introducción a un trabajo más extenso que se completará en 2020 pero quise adelantar a mis lectores con motivo del recambio de gestión a producirse en 48 horas. Los puntos salientes ya se aprecian: Argentina renunció a aprovechar su enorme ventaja estratégica de costos al privatizar y extranjerizar su energía, en todas sus formas. La privatización de zonas mineras estimuló el desarrollo de la minería en el país pero entregó escandalosamente la renta de las riquezas mineras que por Constitución pertenecen al pueblo argentino a empresas extranjeras. Se perdió el carácter estratégico de las inversiones energéticas y de insumos vitales para la industria al dejar todas las decisiones al mercado y a privados. Argentina sufrió un paulatino proceso de desindustralización, violenta extranjerización y sucesivas crisis de deuda cada vez que intentó un proceso de liberalización y apertura de su economía. Los procesos de industrialización, integración para el crecimiento, baja del desempleo, aumento de calificación de la fuerza laboral y resultados positivos de macroeconomía con nula o muy baja dependencia de deuda externa se produjeron durante los períodos en que se aplicaron políticas muy diferentes a las liberales y neoliberales.
La extensión de este análisis proseguirá más adelante. Pero queda abierto el debate. Aclaro que considero positivo el actual cambio de rumbo, pero como se deduce de lo expresado, estamos lejos de un ideal que, por el momento, no es mucho más de lo ya experimentado en Argentina durante más de 60 años de crecimiento con asenso social sostenido y logrando la ciudadanía más igualitaria de latinoamérica, con educación, salud pública y seguridad social como en ningún otro país. Los que se pasaron una vida criticando ese modelo todavía no lograron mostrar que su soberbio discurso produce algo mejor, ni siquiera medianamente exitoso. Estamos saliendo del peor de los mundos bajo una batuta neoliberal equivocada, corrupta y de una ingente ineptitud. Argentina se puede, no solo eso, ya lo pudo. Saludos.
1) Constitución Nacional - Reforma 1994 Artículo 124
2) Ley 24065 - 19/12/1991
3) PRECIO MAYORISTA DE LA ENERGIA ELECTRICA Marco Legal – Criterios Procedimientos e Implementación - Ministerio de Economía y Minería - Presidencia de la Nación - 2016
4) NACIMIENTO, DESARROLLO Y DECADENCIA DE LA INDUSTRIA ARGENTINA - Luis Octavio Corvalán - Tucumán, 1986
5) SOMISA - UNA HISTORIA DE ACERO; Ricardo Primo
6) EL PROCESO DE INDUSTRILIZACION EN ARGENTINA - Jorge Katz-Bernardo Kosacoff - Biblioteca Universitarias, Centro Editor de América Latina - Cepal - 1989
7)¿LA CULPA ES DE MARTÍNEZ DE HOZ? - Alberto Müller - Universidad de Buenos Aires Facultad de Ciencias Económicas- 2011
8) TRANSFORMACION DEL SECTOR ELECTRICO ARGENTINO - Carlos Manuel Bastos-Manuel Ángel Abdala (prólogo de Domingo Cavalo) - Buenos Aires - 1995
9) GAS NATURAL Y ENERGIA ELECTRICA - UNA CRISIS BUSCADA - Luis Octavio Corvalán - Diario EL SIGLO - Tucumán - Julio de 2004

viernes, 30 de agosto de 2019

EL DÍA DESPUÉS


Extremaré al máximo la capacidad de síntesis a ver si en un tamaño normal explicamos lo que pasa, desde una perspectiva más grande.
Argentina es un país enorme y poco poblado. Fue conquistado en un emprendimiento monárquico. Esto lo diferencia de USA y Canadá, por ejemplo. Las enormes tierras fueron distribuidas entre la época colonial y posterior a la Conquista del Desierto entre una cantidad muy pequeña de personas privilegiadas. Seis mil (6000) personas poseen más del 85% de las tierras. O sea, esos que dicen que debemos vivir de nuestro agro y olvidarnos de otros emprendimientos no tienen idea de lo que hablan. Somos 44 millones.
Argentina durante las 3 cuartas partes del siglo XX se industrializó sustituyendo importaciones. El primer gran impulso durante la Gran Guerra de 1914 porque los barcos con productos elaborados no podían llegar a causa del conflicto. Empezamos a fabricar cosas. Luego la sustitución de importaciones se convirtió en política de estado justamente para desarrollar la industria. Esto fue promovido por la Cepal para todo el continente pero en Argentina tuvo un éxito notable. Para la década del 70 Argentina producía el 95% de los bienes de consumo que consumía y de los autos, camiones, tractores, locomotoras, barcos y demás productos de la industria pesada. De esa manera teníamos una desocupación despreciable, una deuda externa insignificante porque la balanza comercial aportaba las divisas que necesitábamos y todo más o menos funcionaba. Había siempre cosas por corregir pero la idea era buena. Esta filosofía la mantuvieron los gobiernos radicales, las dictaduras, los gobiernos peronistas, los gobiernos transitorios. Nadie ponía en duda este esquema. En 1975, en medio de una crisis generalizada a nivel mundial producto del petróleo, Argentina encima vivía una crisis política luego de la muerte de Juan D. Perón en plena presidencia. Se nos desequilibró la economía y caímos en una profunda recesión.
Y ahí se efectuó un ajuste ortodoxo conocido como el Rodrigazo. En junio de ese año, el flamante Ministro de Economía Celestino Rodrigo aplicó un ajuste severo que convirtió a todos los argentinos en mucho más pobres de la noche a la mañana, literalmente. No evitó el colapso del gobierno y la dictadura que se inició en 1976 hizo una reforma profunda hacia el liberalismo. Abrió la economía abandonando bruscamente décadas de proteccionismo que había permitido el formidable desarrollo industrial y nos inundamos de productos importados. Desde televisores y autos hasta latas de tomate al natural. Las distintas ramas industriales se vieron afectadas y en muy poco tiempo Argentina abandonó la producción de maquinaria, electrónica, bienes de capital y tantas otras cosas. Se empezó a importar a lo pavo, la desocupación creció y como consecuencia de eso la Argentina empezó a carecer de los dólares suficientes para cubrir la demanda de lo que importábamos. Y eso se solucionó pidiéndolos prestados. La crisis del petróleo produjo un excedente de dólares, los petrodólares y Argentina no tenía problemas de conseguirlos de los grandes bancos. Todavía no existían los buitres. Los fondos que necesitaba el país los aportaban los bancos. Chase Manhattan, JP Morgan, Citibank entre los principales. Para cuando la dictadura entregó el país a su legítimo soberano, el pueblo, que eligió en 1983 a Alfonsín para que lo dirija, ya estaba con su industria destruida, una desocupación y pobreza en niveles inexistentes antes y una deuda externa impagable.
Alfonsín no pudo cumplir con sus promesas de campaña y solo pudo subsistir sin acceso a créditos, refinanciando la deuda heredada bajo todo tipo de condicionantes y en la región no tenía aliados políticos. Se fue en medio de una crisis por falta total de divisas y una hiperinflación descontrolada. Menem llegó y para no pasar por esa inestabilidad producto del desastre heredado de la dictadura entregó el Ministerio de Economía al Establishment. Y prometió vender todo lo perteneciente al Estado, o sea, a todos nosotros, para pagar la deuda ilegítimamente contraída por la dictadura. Así nosotros como comunidad perdimos los puertos, las rutas, el acero, el petróleo, el gas, la Aerolínea de bandera, los trenes, el sistema eléctrico completo, los recursos minerales. Los bancos cambiaron papeles de una deuda casi incobrable por activos de grandes empresas rentables y luego los transfirieron a buen valor de mercado recuperando con creces lo aportado al país durante los años de plomo. Argentina, como Estado, quedó destruido. Los pueblos incomunicados por falta de trenes, las economías regionales inviables a causa de eso, todo fue cambiando.
El Estado no solo vendió los activos, también entregó los aportes que todos los meses los trabajadores hacen para el sistema jubilatorio. Miles de millones de dólares fueron a parar a especuladores financieros y el Estado tuvo que cubrir las jubilaciones a pura deuda, ya que dejó de recaudar los aportes jubilatorios pero igual debía seguir pagando las jubilaciones. Deuda externa. Deuda que finalmente estalló en 2001 con más de 40 muertos en todo el país, un gobierno huyendo y dejando a la Argentina en la pobreza total.
Los liberales hoy aleccionan que el país no debe gastar más de lo que recauda pero no cuentan que fueron esas políticas las que crearon tal caos que tuvimos que vender todo lo que producía para el Estado afectando la recaudación de manera drástica. Y encima las empresas privadas que hoy explotan los bienes que eran estatales son extranjeras y necesitan permanentemente dólares para girar sus utilidades a sus casa matrices. Lo producido dejó de ingresas a las arcas del Estado y encima debemos pedir prestado para que las empresas puedan convertir los pesos recaudados en dólares. La "crónica faltante de divisas" que todos nombran pero nadie explica de dónde viene. 
Nadie, ni siquiera la oposición, menciona como llegamos a este estado. Y ponen de ejemplos otros países. Hoy están de moda Chile y Perú, que junto a otros de la región no destruyeron su desarrollo industrial porque nunca lo tuvieron, no en el grado del nuestro. No tuvieron jamás las escuelas y hospitales públicos que supimos tener, la cobertura jubilatoria para sus viejos y otras necesidades adquiridas que nos hicimos merecedores aplicando otras políticas.
Macri tomó al asumir todas las medidas que generaron este caos desde el primer momento, en 1976 y por eso era tan fácil vaticinar el resultado: exactamente el mismo. Desocupación, destrucción de la industria, pobreza, hambre y una crisis de deuda externa. 
Argentina nunca va a poder fabricar la licuadora más barata del mundo. Según los liberales, no debería fabricarla y dedicarse a comprarla hecha en aquel país que la haga más barata. Pero el mundo real no funciona así. Europa no puede producir ni maíz, ni trigo ni carne a los precios argentinos. ¿Qué hacen? Protegen a su campo, a los productores, con todo tipo de medidas: cupos de importación, subsidios, tarifas, barreras arancelarias, etc. Eso de libre mercado en una mentira, de lo contrario ¿por qué lleva décadas firmar un acuerdo comercial con ellos?
Amigos liberales saldrán de inmediato a criticar todo lo que detallo aquí y que hoy el mundo es otro, que estas ideas están caducas y la mar en coche. Pero recuerdo a todos que las ideas que mis amigos liberales apoyan 
Mi provincia Tucumán se hizo sinónimo mundial de hambre
 al cabo de una década de liberalismo.
Niño atendido por desnutrición
en un país exportador de alimentos.  
son justamente las que estamos viendo fracasar delante de nuestras narices. Argentina en default, con una deuda inmanejable, desocupación, pobreza, hambre, industria destruida, economía extranjerizada, mercado interno inexistente. ¿Algo nuevo? Para nada. Por eso la lección de esto, como si 3 episodios no fueran suficientes, es no volver a las políticas neoliberales porque no son adecuadas para este país y tampoco para cualquier país que pretende que su campo, su industria y su desarrollo no queden a merced del mercado. Porque siempre habrá alguien que produzca más y más barato algo respecto a lo que nosotros podamos hacer. Pero necesitamos integrar 44 millones de habitantes a un país enorme cuya bendita y productiva tierra está en solo 6000 manos. O reformamos todo el agro o protegemos nuestra industria, o ambos. Los neo liberales no quieren hacer ninguna de las dos. Y así nos fue como nación cada vez que pudieron hacer de las suyas. Esto no es culpa de los humores de los mercados porque fulano o mengano ganó algo parecido a unas elecciones. Es un modelo económico que solo favorece a unos pocos y sistemáticamente a destruido a la Argentina cada vez que se aplicó. Para esos amigos que me acusan de tragarme un relato, les aclaro que no. Macri es el peor de los gobiernos de este signo que me tocó presenciar, salvando a la dictadura, pero cuyo desempeño económico me parece hasta peor en algunos aspectos. Estas ideas no se aplican en ningún país serio o exitoso del mundo. Intentemos que este desastre sirva de aprendizaje.