Central Hidroeléctrica El Chocón
La Crisis Futura del Sistema Energético Argentino
El mundo busca ir hacia energías más verdes. Verde es el dólar que tan escaso se nos hizo. Verde está la transformación del sector energético argentino. Y digo esto último porque, les guste o no a los políticos, a los economistas ortodoxos y al ejército de comunicadores que cobran para convencer a las grandes mayorías que lo más conveniente para ellas es adoptar políticas que favorezcan a un minúsculo grupo de opulentos, la Argentina sólo será viable si recupera el manejo de la energía para el Estado. Es la principal agenda, o debería serlo, y nadie siquiera trata el tema. Y aquí mis razones.
Y aquí cambio de camiseta. Dejo lo que a muchos ya vislumbran como otra de mis opiniones no solicitadas sobre política y me pongo en el rol de un consultor semi retirado en temas energéticos.
Primer punto: el mundo va hacia energías más verdes. Las fuentes de combustibles fósiles se irán agotando y por otro lado la contaminación que producen ya está en niveles innegablemente preocupantes. Y nuevamente, Argentina se encuentra en una situación privilegiada. Grandes superficies en zonas tropicales, a gran altura, casi sin nubosidad gran parte del año la hace ideal para enormes y eficientes parques solares. Y la extensísima y poca poblada Patagonia es ideal para aprovechar la energía de los constantes vientos. Paulatinamente ambas fuentes de energía van cobrando más participación en la matriz energética total. Es un rumbo ya definido.
Ahora peguemos un salto atrás en el tiempo. La primera gran línea de muy alta tensión (MAT) del país fueron los 2000 y pico de kilómetros del tramo Chocón-Ezeiza que conecta las grandes centrales de la cuenca del Río Limay con la zona metropolitana, el Gran Buenos Aires. Esa línea la construyó el Estado a principios de los años 70 y continúa prestando servicios en la actualidad. Es la misma. Eso para aquellos que insisten en que nada estatal funciona. Sólo que hoy la explota una empresa mixta llamada Transener SA, cuyos accionistas son Citelec SA en un 51%, empresa cuyo capital se reparte en partes iguales entre Marcelo Midlin y el Estado Nacional. El otro 49% de las acciones se puso a disposición del público y de ese 49%, una parte (casi el 20%) lo tiene el FGS de los jubilados, o sea, también son fondos estatales. El 27% restante está en manos de diversos inversores privados y un 1.65% lo tiene la propia Citelec. O sea, hoy en día los directores estatales tienen mayoría y control de la compañía. Esto permitió, luego del cambio de gobierno, evitar que las acciones estatales se vendan al sector privado, sueño húmedo del anterior gobierno macrista que lo hizo explícito mediante el decreto 882 del año 2017 firmado por el mismísimo MM y su secretario de energía, el CEO de Shell JJ Aranguren.
La central hidroeléctrica El Chocón también fue construida por el Estado y luego privatizada en 1993. La empresa que explota esta central también tiene una precipitación estatal. Ahora, la concesión fue por 30 años. O sea, en 2023 debería volver al Estado. Veamos si tenemos los pantalones largos y la decisión política para hacer cumplir esto. Es una generadora de energía y de dinero cuyo costo de explotación es ínfimo en comparación con su nivel de generación.
¿Para qué traigo esto? Volvamos a lo verde. El día de mañana, políticas ambientalistas mediante, nuestra oferta energética será más verde. Esto incluye a las grandes centrales hidroeléctricas, como El Chocón, a los parques eólicos y solares mencionados y a las centrales nucleares. Sí, amigos, las centrales nucleares son verdes, en el sentido que no aportan al efecto invernadero ni al calentamiento global. Deal with it.
¿Y los consumidores? Seguirán estando en las grandes concentraciones urbanas y en las zonas industriales del país. Y en general, estos lugares de consumo están distantes de los puntos de generación y van camino a distanciarse más, en la medida que la matriz se haga más verde. Porque tanto el altiplano como la Patagonia están lejos de los centros de consumo.
Entonces, para desgracia de la comodidad de las empresas privadas que explotan la transmisión y distribución de la energía, estas formidables obras como la red de 500kV de la que el tramo Chocón Ezeiza forma parte, van a necesitar algún día reforzarse. Y como bien sabemos, no son los privados quienes aportarán el capital para hacerlo.
Basta con revisar cualquier verano la novela de los cortes de energía de la zona GBA, como está pasando actualmente. Dirán que son las tarifas bajas y la culpa es del gobierno. La culpa del gobierno es no quitarles las concesiones a Edenor y Edesur, que explotan las redes troncales de distribución que encontraron instaladas desde la época de Segba, y a pesar de explotarlas por 30 años con el crecimiento de la demanda producida y a pesar de las altísimas tarifas gozadas durante la larga década menemista y los 4 años de Macri, esas inversiones brillaron por su ausencia. Centros de distribución, mejoras en las líneas secundarias y celo a la hora de evitar el robo de energía no aumenta el límite en la capacidad de transmisión de las principales e históricas líneas principales. Y mientras el costo político de los cortes los pague el gobierno, no hay el mínimo interés privado en hacer esas inversiones. En muchos casos, como el descrito de El Chocón y su línea de transmisión, es el Estado el que tiene algo que decir en la producción de energía y acercarla al lugar de consumo. Pero en muchos casos, como las mencionadas y EDET en el caso tucumano, son empresas enteramente privadas las responsables de la distribución de la energía. Y es indefectiblemente en esta etapa donde se produce el cuello de botella y los problemas cuando hay calor, cuando hay frío, cuando hace falta llevar energía a un consumidos nuevo, etc. El modelo ideado por Carlos Bastos y Domingo Cavallo en los 90 ya demostró su fracaso como herramienta de política energética. Se pasó de tener reservas de gas para un siglo a tener que importar gas en apenas una década de implantado el modelo privado tanto de explotación del sistema eléctrico como en la extracción de hidrocarburos(1). Y esto se agravará rápidamente por lo que detallaré a continuación.
Más verde aún: con el correr de los años, los vehículos particulares, los colectivos, camiones, trenes y demás irán migrando paulatinamente hacia lo eléctrico. Es la tendencia mundial y no seremos excepción. Esto significa que en los centros de demanda de energía: grandes centros urbanos y zonas industriales, el consumo de energía eléctrica se multiplicará. En breve, en lugar de cargar en el tanque del auto un derivado del petróleo que llega por camión al surtidor, se hará una carga de energía eléctrica ya sea en un centro de carga, equivalente al surtidor de hoy, o en la comodidad del hogar durante la noche. O sea, esa energía deberá ser transportada desde los remotos lugares de generación hasta los centros de consumo, líneas mediante. Y será mucho más energía que la actual, al usarla para el transporte, nada menos, que antes no se usaba. El sistema de transmisión y distribución deberá incrementarse significativamente en los próximos años, no hay otra alternativa.
¿Y cómo se hará eso? ¿Se seguirá permitiendo que empresas privadas, muchas extranjeras y demandantes de divisas (verdes escasos) para remitir o fugar sus utilidades sigan lucrando con las inversiones que afrontamos todos los ciudadanos a través de sus impuestos o de una vez por todas se dará por concluida la aventura privatista de algo tan estratégico como la energía y volverla a manos del Estado? Esto además permitiría aplicar políticas serias de desarrollo, tanto industrial como demográfico, social y ambiental.
Esta discusión debería ser hoy tema central en las comisiones del Congreso, en los ministerios respectivos, en las provincias. Y no lo veo en esos lugares que se requieren.
Esta nota es solo para llamar la atención.
(1). Este tema de cómo desapareció nuestra disponibilidad de gas en tan breve tiempo lo desarrollé hace muchos años en una nota publicada en un diario en el año 2004. Aquí está reproducida: http://locpolitico.blogspot.com/.../crisis-energtica-2004...
1 comentario:
Y recordando tu magnífico artículo sobre la ET en calle Ayacucho, la planificación queda relegada por argumentos, que sospechosamente benefician la no inversión.
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