Reflexiones Domingueras
Yo me pasé ese año, los anteriores y los
posteriores hablando del neoliberalismo, sus errores conceptuales, su pésimo
registro en términos de igualdad, de derechos y de compromiso con la
democracia, etc. Y de cómo las
gestiones pro libre mercado destruyeron a la Argentina. E indefectiblemente la discusión cae en el
peronismo-antiperonismo y yo terminé acusado de ser K, tragarme un relato and
what not. Cuando nunca hice un
planteo en términos partidarios.
Y yo voy a insistir en mi postura: en los coletazos
finales del capitalismo, como los años que vivimos, el poder de fuego de los
que sostienen lo insostenible -hacer
lo que "el mercado" quiere- tiene tanta artillería comunicacional a su disposición que es difícil
reorientar a mis interlocutores hacia el razonamiento propio, sacar
conclusiones de la realidad, de
la historia y olvidarse de los partidos y apellidos por un rato. En
particular cuando uno termina aceptando como verdades casi axiomáticas eventos que ni siquiera ocurrieron. O creer en declaraciones hoy que los
propios autores cuestionaban hace algunos años. Como los exabruptos de Patricia Bullrich
sobre la quiebra del Correo,
definiéndola como una persecución política cuando ella misma, antes de la quita
de la concesión en 2004, denunciaba lo actuado por el grupo Macri y pidiendo la quiebra (Octubre 2001).
Argentina es un país periférico pero de una
industrialización mediana. Supo estar mucho más industrializado hace décadas,
con un ferrocarril único en Sudamérica por su longitud y capacidad de carga, flota
mercante, astilleros y grandes fábricas. Fueron los economistas liberales
montados sobre cualquier signo político, sean militares, peronistas o radicales,
los que destruyeron al país. Y por esa razón y mínimo conocimiento de la
historia que referentes de otras corrientes de opinión, como Osvaldo Bayer, pedíamos
a gritos que no se permita que alguien como Macri acceda a la presidencia (Si gana Macri no sé a donde va a ir a
parar el país, adonde va a ir a parar la clase media, la clase trabajadora
- O. Bayer 10-11-2015). Solo un canalla puede acusar a Bayer de ser K, o
peronista siquiera. Pero era la idea.
A los que
querían un cambio, sin tener idea de qué cambio le estaban proponiendo, les
preguntaría dónde se ubican hoy, cuando sus sueldos y jubilaciones valen la
mitad en dólares que antes del "cambio". Pero más me interesa saber dónde
están parados cuando el mundo se va enterando que la gestión que apoyaron tuvo
un rol activo en un golpe de estado que derrocó al gobierno democrático de un
país vecino. Y no solo un gobierno democrático, pero el que levantó al pueblo
de un abandono y pobreza de 200 años de la mano de gobiernos "como la
gente". ¿Les pesa saber que votaron a esa clase de dirigentes? ¿Les da
igual? Y de cara al futuro ¿lo seguirán haciendo? ¿Qué opinión tienen de las
declaraciones de TODOS los miembros y candidatos de esa cofradía cuando dicen
que en esta elección "se juega la república"? ¿En serio, luego de 4
años de gestión y de los descubrimientos que siguen apareciendo, creen que
ellos son el resguardo de la democracia y la república?
¿O se justifican dudando de todo lo que aparece y atribuyéndolo a una "persecución política"? Repito, por enésima vez, yo no soy peronista, no soy radical, no estoy afiliado a partido alguno. Pero ante las disyuntivas históricas, voté al radicalismo, voté al peronismo y siempre con la misma consigna: votar al que menos daño haga a los sectores populares y al Estado. Y en general el electorado se comportó de esta manera y los sectores conservadores y liberales en lo económico sacaban entre 3 y 10% de los votos, medianamente en proporción a la población que representan. Solían recurrir a golpes militares para poder acceder al poder. Los medios, y sí, los grandes responsables, hicieron creer a vastos sectores populares: empleados, laburantes, autónomos, desocupados, que grandes empresarios con frondosos antecedentes con todo tipo de perjuicios al estado, Correo incluido, los iban a representar de alguna manera.
Lo que me
encantaría que muchos concluyan, luego de un análisis medianamente racional e
introspectivo, es que los medios que los bombardean con la información diaria
pertenecen a ese mismo colectivo y, por supuesto, relatarán acorde a sus intereses.
Y, obviamente, no son los de la clase laburante, la de los empleados, los
maestros, los jubilados y mucho menos los desocupados o los que trabajamos en
nuestros propios y dificultosos proyectos personales.
Así, al menos,
cuando alguien nos proponga un cambio, y con la arrogancia de agregarle el
adjetivo "todos", incluyendo a una indefinida masa con la pomposa meta
de ser algún tipo de mayoría, se nos ocurra preguntar, de mínima, de qué cambio
estamos hablando.
Cuando se inventó
la democracia en los términos similares a la actual, en la Grecia de Pericles, el
gran filósofo Sócrates era un crítico implacable del sistema. Sabía que mucho
de los electores estaban nadando en la más absoluta de las ignorancias. Era la
situación del momento. Y proponía, en cambio, una dirigencia aristocrática de
filósofos para gobernar.
25 siglos después
aprendimos como debe ser la sociedad para que una democracia funcione: debe
estar educada. Sarmiento y Alberdi, entre otros, lo entendieron. Entonces, un
criterio sencillo para saber si a un gobierno le interesa la república y la
democracia podría ser, por ejemplo, ver cuantas escuelas construye, cómo trata
a sus docentes, si apoya la investigación, etc. Un simple criterio, hay otros.
La otra es leer
el diario a ver qué dice de tal o cual gestión. Ahí también desarrollarás un
criterio. El del dueño del diario.
Perdón la falta
de humor. Feliz domingo a todos.
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