COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

viernes, 30 de agosto de 2019

EL DÍA DESPUÉS


Extremaré al máximo la capacidad de síntesis a ver si en un tamaño normal explicamos lo que pasa, desde una perspectiva más grande.
Argentina es un país enorme y poco poblado. Fue conquistado en un emprendimiento monárquico. Esto lo diferencia de USA y Canadá, por ejemplo. Las enormes tierras fueron distribuidas entre la época colonial y posterior a la Conquista del Desierto entre una cantidad muy pequeña de personas privilegiadas. Seis mil (6000) personas poseen más del 85% de las tierras. O sea, esos que dicen que debemos vivir de nuestro agro y olvidarnos de otros emprendimientos no tienen idea de lo que hablan. Somos 44 millones.
Argentina durante las 3 cuartas partes del siglo XX se industrializó sustituyendo importaciones. El primer gran impulso durante la Gran Guerra de 1914 porque los barcos con productos elaborados no podían llegar a causa del conflicto. Empezamos a fabricar cosas. Luego la sustitución de importaciones se convirtió en política de estado justamente para desarrollar la industria. Esto fue promovido por la Cepal para todo el continente pero en Argentina tuvo un éxito notable. Para la década del 70 Argentina producía el 95% de los bienes de consumo que consumía y de los autos, camiones, tractores, locomotoras, barcos y demás productos de la industria pesada. De esa manera teníamos una desocupación despreciable, una deuda externa insignificante porque la balanza comercial aportaba las divisas que necesitábamos y todo más o menos funcionaba. Había siempre cosas por corregir pero la idea era buena. Esta filosofía la mantuvieron los gobiernos radicales, las dictaduras, los gobiernos peronistas, los gobiernos transitorios. Nadie ponía en duda este esquema. En 1975, en medio de una crisis generalizada a nivel mundial producto del petróleo, Argentina encima vivía una crisis política luego de la muerte de Juan D. Perón en plena presidencia. Se nos desequilibró la economía y caímos en una profunda recesión.
Y ahí se efectuó un ajuste ortodoxo conocido como el Rodrigazo. En junio de ese año, el flamante Ministro de Economía Celestino Rodrigo aplicó un ajuste severo que convirtió a todos los argentinos en mucho más pobres de la noche a la mañana, literalmente. No evitó el colapso del gobierno y la dictadura que se inició en 1976 hizo una reforma profunda hacia el liberalismo. Abrió la economía abandonando bruscamente décadas de proteccionismo que había permitido el formidable desarrollo industrial y nos inundamos de productos importados. Desde televisores y autos hasta latas de tomate al natural. Las distintas ramas industriales se vieron afectadas y en muy poco tiempo Argentina abandonó la producción de maquinaria, electrónica, bienes de capital y tantas otras cosas. Se empezó a importar a lo pavo, la desocupación creció y como consecuencia de eso la Argentina empezó a carecer de los dólares suficientes para cubrir la demanda de lo que importábamos. Y eso se solucionó pidiéndolos prestados. La crisis del petróleo produjo un excedente de dólares, los petrodólares y Argentina no tenía problemas de conseguirlos de los grandes bancos. Todavía no existían los buitres. Los fondos que necesitaba el país los aportaban los bancos. Chase Manhattan, JP Morgan, Citibank entre los principales. Para cuando la dictadura entregó el país a su legítimo soberano, el pueblo, que eligió en 1983 a Alfonsín para que lo dirija, ya estaba con su industria destruida, una desocupación y pobreza en niveles inexistentes antes y una deuda externa impagable.
Alfonsín no pudo cumplir con sus promesas de campaña y solo pudo subsistir sin acceso a créditos, refinanciando la deuda heredada bajo todo tipo de condicionantes y en la región no tenía aliados políticos. Se fue en medio de una crisis por falta total de divisas y una hiperinflación descontrolada. Menem llegó y para no pasar por esa inestabilidad producto del desastre heredado de la dictadura entregó el Ministerio de Economía al Establishment. Y prometió vender todo lo perteneciente al Estado, o sea, a todos nosotros, para pagar la deuda ilegítimamente contraída por la dictadura. Así nosotros como comunidad perdimos los puertos, las rutas, el acero, el petróleo, el gas, la Aerolínea de bandera, los trenes, el sistema eléctrico completo, los recursos minerales. Los bancos cambiaron papeles de una deuda casi incobrable por activos de grandes empresas rentables y luego los transfirieron a buen valor de mercado recuperando con creces lo aportado al país durante los años de plomo. Argentina, como Estado, quedó destruido. Los pueblos incomunicados por falta de trenes, las economías regionales inviables a causa de eso, todo fue cambiando.
El Estado no solo vendió los activos, también entregó los aportes que todos los meses los trabajadores hacen para el sistema jubilatorio. Miles de millones de dólares fueron a parar a especuladores financieros y el Estado tuvo que cubrir las jubilaciones a pura deuda, ya que dejó de recaudar los aportes jubilatorios pero igual debía seguir pagando las jubilaciones. Deuda externa. Deuda que finalmente estalló en 2001 con más de 40 muertos en todo el país, un gobierno huyendo y dejando a la Argentina en la pobreza total.
Los liberales hoy aleccionan que el país no debe gastar más de lo que recauda pero no cuentan que fueron esas políticas las que crearon tal caos que tuvimos que vender todo lo que producía para el Estado afectando la recaudación de manera drástica. Y encima las empresas privadas que hoy explotan los bienes que eran estatales son extranjeras y necesitan permanentemente dólares para girar sus utilidades a sus casa matrices. Lo producido dejó de ingresas a las arcas del Estado y encima debemos pedir prestado para que las empresas puedan convertir los pesos recaudados en dólares. La "crónica faltante de divisas" que todos nombran pero nadie explica de dónde viene. 
Nadie, ni siquiera la oposición, menciona como llegamos a este estado. Y ponen de ejemplos otros países. Hoy están de moda Chile y Perú, que junto a otros de la región no destruyeron su desarrollo industrial porque nunca lo tuvieron, no en el grado del nuestro. No tuvieron jamás las escuelas y hospitales públicos que supimos tener, la cobertura jubilatoria para sus viejos y otras necesidades adquiridas que nos hicimos merecedores aplicando otras políticas.
Macri tomó al asumir todas las medidas que generaron este caos desde el primer momento, en 1976 y por eso era tan fácil vaticinar el resultado: exactamente el mismo. Desocupación, destrucción de la industria, pobreza, hambre y una crisis de deuda externa. 
Argentina nunca va a poder fabricar la licuadora más barata del mundo. Según los liberales, no debería fabricarla y dedicarse a comprarla hecha en aquel país que la haga más barata. Pero el mundo real no funciona así. Europa no puede producir ni maíz, ni trigo ni carne a los precios argentinos. ¿Qué hacen? Protegen a su campo, a los productores, con todo tipo de medidas: cupos de importación, subsidios, tarifas, barreras arancelarias, etc. Eso de libre mercado en una mentira, de lo contrario ¿por qué lleva décadas firmar un acuerdo comercial con ellos?
Amigos liberales saldrán de inmediato a criticar todo lo que detallo aquí y que hoy el mundo es otro, que estas ideas están caducas y la mar en coche. Pero recuerdo a todos que las ideas que mis amigos liberales apoyan 
Mi provincia Tucumán se hizo sinónimo mundial de hambre
 al cabo de una década de liberalismo.
Niño atendido por desnutrición
en un país exportador de alimentos.  
son justamente las que estamos viendo fracasar delante de nuestras narices. Argentina en default, con una deuda inmanejable, desocupación, pobreza, hambre, industria destruida, economía extranjerizada, mercado interno inexistente. ¿Algo nuevo? Para nada. Por eso la lección de esto, como si 3 episodios no fueran suficientes, es no volver a las políticas neoliberales porque no son adecuadas para este país y tampoco para cualquier país que pretende que su campo, su industria y su desarrollo no queden a merced del mercado. Porque siempre habrá alguien que produzca más y más barato algo respecto a lo que nosotros podamos hacer. Pero necesitamos integrar 44 millones de habitantes a un país enorme cuya bendita y productiva tierra está en solo 6000 manos. O reformamos todo el agro o protegemos nuestra industria, o ambos. Los neo liberales no quieren hacer ninguna de las dos. Y así nos fue como nación cada vez que pudieron hacer de las suyas. Esto no es culpa de los humores de los mercados porque fulano o mengano ganó algo parecido a unas elecciones. Es un modelo económico que solo favorece a unos pocos y sistemáticamente a destruido a la Argentina cada vez que se aplicó. Para esos amigos que me acusan de tragarme un relato, les aclaro que no. Macri es el peor de los gobiernos de este signo que me tocó presenciar, salvando a la dictadura, pero cuyo desempeño económico me parece hasta peor en algunos aspectos. Estas ideas no se aplican en ningún país serio o exitoso del mundo. Intentemos que este desastre sirva de aprendizaje.

sábado, 25 de mayo de 2019

MOSCA EN LA LECHE - Reflexiones Domingueras

Opinar este domingo después de tamaña turbulencia política no es fácil, pero me resulta inevitable.
Breves comentarios generales antes de hacer mi punto serían que, como movida política, me parece brillante la constitución de la fórmula. La primera reacción oficialista de salir a criticar sin mayores argumentos es parte de la única estrategia que les queda que es intentar convencer que el oponente es peor, ya que demasiados méritos no puede mostrar. La intemperancia presidencial de decir que el pasado es inamovible justamente en Argentina, país cuyo pasado, en palabras del genial Juan Carlos Pugliese, es "impredecible". Paupérrima arenga como todas las suyas y en particular cuando está acorralado, el presidente hacía referencia a un camino virtuoso del cual no hay que apartarse, característica que solo él ve, y probablemente Marco Díaz.
Las manifestaciones, memes y demás haciendo referencia a Chirolita desconocen por completo la historia argentina y del peronismo en particular. Y sobre todo desconocen a Alberto Fernández, un crítico feroz del segundo cristinismo y que no bajó sus críticas hasta ayer mismo. Tipo que supo dar un portazo cuando la situación dejó de ser de su agrado, acusarlo de convertirse en un títere solo demuestra la pereza de análisis o desinformación de quien las expresa. Ya dije hace poco, hay que informarse para debatir.
Dicho esto paso a mi análisis que, como costumbre, no será del todo del agrado de propios y menos de extraños. Yo soy, y mis amigos deberían saberlo ya, un ferviente opositor a las políticas liberales y afirmo con mucha documentación y estudio que esa corriente de pensamiento económico es el principal causante de la decadencia argentina que arranca desde mediados de los 70. El que me quiera refutar contraponga una fracción respetable de los 40 años de investigación que llevo al respecto.
Ahora bien, ¿es Alberto la solución a los problemas argentinos? Desde mi perspectiva dependerá de cuan alejado está de esas creencias que otorgan al mercado la solución de los problemas. Y aquí me pongo quisquilloso. De las declaraciones de ayer hago notar esto: mencionó haber hablado con Nielson y con Kiciloff. Ok. Desgranemos. No debe haber dos economistas más contrapuestos en este momento. Aquí perdí al 70% de los lectores. Perdonen, pero mi análisis parte de aquí. ¿Vas a tener éxito en tu kiosko o te fundirás? Depende de cómo y con qué criterio lo administras.
Otra cosa que dijo Alberto fue que buscará inversores para que "vengan a Argentina a invertir". Esto no está mal, pero es la misma letanía de Cambiemos. Yo esta semana pongo en marcha una inversión monstruosa realizada no solo por un argentino, sino por un tucumano. Esas inversiones no "vinieron a Argentina". Es parte de Argentina y un tema que NINGÚN político destaca. Es hora de poner en valor al emprendedor nacional tan castigado, demonizado e irrespetado que por otra parte será el primero en aparecer si las políticas son las correctas. Si el país se levanta y trabaja, las otras inversiones vendrán solas. Conozco el tema por yo mismo, en una escala mucho menor, sacrifiqué mi calidad de vida, viajes, modelo del auto y placeres por invertir en elementos para mi taller y laboratorio mientras el iletrado viajaba por confines del mundo buscando un puto inversor. No repitamos ese latiguillo que es una falta de respeto para los emprendedores argentinos que somos millones.
Volviendo a Nielson, rescato su rol como negociador de la deuda externa y espero que sea en ese ámbito, y solo en ese, que se lo convoca. Si su filosofía económica se llega a imponer para el país, la diferencia con la actual gestión se deberá buscar con un microscopio. Es un ortodoxo clásico, escucho sus entrevistas y repite lo que ya me cansé de oír y nunca funcionó.
Roberto Navarro, que generalmente filtra buena info, adelanta con un poco más de detalle el probable equipo económico.
Cecilia Todesca Bocco, apellidos de economistas si los hay, aporta una perspectiva muy diferente aunque no le conozco demasiados antecedente. Fue asesora del BCRA. Su padre es Jorge Todesca, nombrado al frente del INDEC bien asumió Macri y que fue funcionario de distintas gestiones desde Alfonsín. Cedcilia integra el grupo Callao, la versión renovada del antiguo Grupo Calafate y trabaja con Alberto Fernández desde al menos enero de 2018. Tiene un postgrado en economía en la Universidad de Columbia (NY). Nada ortodoxa, lo que me arrima una cuota de esperanza.  
Matías Kulfas, un economista egresado de la Universidad de San Martín, doctorado en Ciencias Sociales es otro valor muy distante del Guillermo Nielson. Valora mucho y ha estudiado el tema de las pymes en profundidad y publicó una investigación desde lo económico de los 3 gobiernos K. Algo de esperanza me provocan los académicos que piensan por fuera de la fracasada ortodoxia. Muy enfocado en la producción. Es lo que hoy se llama un "neo estructuralista" y para los que me leyeron saben que siento una nostalgia por la Argentina industrializada de los 50 y 60 que logró niveles de equidad, equilibrio y pleno empleo como nunca después. Esta corriente reivindica eso justamente.
Emmanuel Agis y Augusto Costa lo conocemos un poco más. Son del equipo de trabajo de Axel Kiciloff y más adelante podemos ver en un poco más detalle sus posturas si los rumores de Navarro se terminan confirmando.
Mi esperanza es que la abrumadora mayoría de economistas del campo heterodoxo hagan imponer sus políticas sobre el único declaradamente ortodoxo de la pandilla de asesores. Dicho cariñosamente.
Repito la consigna, si van a debatir, lo hagamos con nivel y con info.
   

domingo, 5 de mayo de 2019

ARGENTINA EN SU TINTA


 Bajarse del histérico tren diario e intentar razonar un presente dentro de un contexto, algo que realmente profundice lo que nos pasa, inevitablemente se hará largo. "La gente no lee" me dicen muchos amigos. No importa. Por ahí subo un video con esto o algo similar. Pero lo mío es escribir. Y aquí va.
Argentina es un país mediano. Lleno de particularidades. Geográficamente es un país enorme. El octavo más grande dentro de un universo de 230 países. En población, sin embargo, no es tan grande. En densidad de población, como resultado de esto, ocupa el puesto 203 de los mencionados 230. O sea, muy poca población para el tamaño.
Argentina, como absolutamente todos los países del mundo, está llena de particularidades y conocerlas aunque sea de manera somera es indispensable a la hora de evaluar una determinada política y por ende a los personajes que se presentan endosándolas. Solo pensar que Mónaco y el enclave de Macau, los dos países más densos del mundo en población y entre los más pequeños en espacio físico, con 2 y 30 km cuadrados cada uno necesitan exactamente las mismas políticas económicas y sociales que Argentina como sostienen algunos es muy difícil de imaginar. Sin embargo, hay escuelas de pensamiento que afirman esto. En Mónaco podés atravesar el país en pocos minutos a pie. La política de transporte público y privado razonablemente será diferente a la de un país como Argentina donde podés manejar 1600 kms por la Ruta 40 sin salir de la primera provincia.
También si el grueso de la economía local la mueve el turismo y actividad bancaria seguramente el grado de apertura con el resto del mundo será profundamente distinta a la de un país que pretende industrializarse y necesita administrar las divisas internacionales con más cuidado. O si tu población es mayoritariamente opulenta o de clase media alta tu sistema de salud, educación y seguridad seguramente resultará distinta a la de un país con una gran clase media, media baja, grandes sectores pobres y una preocupante cantidad de indigentes.
Si conservé tu atención hasta aquí estamos logrando ciertos avances. Con lo descrito ya muchos habrán deducido que la manera de hacer política y aplicar medidas económicas en uno u otro extremo de los ejemplos será necesariamente diferente.
Esto pretende ser una simple manera de introducir mi punto de vista aquí: el liberalismo económico parte de asumir que la economía es una ciencia y que se maneja con ecuaciones, reglas y paradigmas inelásticos e indiscutibles. Aplicable tanto a Argentina como a Mónaco, Kuwait o Jamaica. De ahí la soberbia con que sus creyentes las presentan y si uno no comulga con ellas te mandan a estudiar, te tratan de ignorante o no conocer lo suficiente para estar a la altura de un debate con ellos. Este temperamento brota en los mediáticos Milei o Espert, los actuales promotores de este concepto como en el pasado supieron hacer Alvaro Alsogaray y su respingada hija María Julia, de patético desempeño en la función pública y que falleció aun presa de sus crímenes. Idéntica superioridad exuda mi amigo liberal que tan apasionadamente me discute con teorías que no puede reflejar en hechos.
Encontrar las medidas económicas que se adapten al país que se tiene, a la población que lo compone, a su distribución, a su preparación, idiosincrasias, costumbres, pasiones, los climas, fertilidad de la tierra, medios de comunicación y niveles de desarrollo, requiere de una sutileza de análisis y apertura de cabeza que el economista formateado en la estructura liberal carece por completo, salvo contadas excepciones que en este momento no se me ocurren.
Argentina venía logrando un desarrollo autónomo en muchas áreas y si bien no hubiera podido competir a campo abierto con los automotoras japonesas o chinas, por ejemplo, tampoco lo hubieran podido hacer países como Méjico, Turquía o muchos europeos que también fabrican autos. Esto se mantiene con protecciones. Políticas de comercio exterior. Algo que todos los países que combinan agricultura con industria hacen. Singapur o Hong Kong pueden abrir sus fronteras libremente al comercio y los capitales internacionales. Pero Estados Unidos, Canadá, Alemania o Francia no lo pueden hacer. Subsidian parte de su economía, protegen con aranceles otras, permiten solo cuotas muy estrictas de importación, o ponen tantas exigencias formales, técnicas, de salud pública, o de ciertas especificaciones como Japón que se hace casi imposible venderles ciertos productos.
Así funciona el mundo y todo lo que digo aquí lo puedo referenciar con documentos, leyes, aranceles, bibliografía o lo que sea.
Pero más que nada con resultados. Y por eso hacemos un a fiesta si logramos vender un limón a EEUU, o un litro de biodiesel, o una caño sin costura, o tantos bienes y productos donde Argentina sí es muy competitiva. El mercado mundial no es abierto, mal que le pese a Espert y mi amigo liberal. La apertura indiscriminada de Argentina al mundo creó un desequilibrio financiero formidable, destruyó su industria local, provocó un aumento de desempleo y como consecuencia destruyó su recaudación fiscal provocando la necesidad permanente de ajustar el gasto público hasta niveles ridículos. No hay repuestos básicos para la Gendarmería. Esto no lo leí. Lo sé por tener que llevar a un gendarme a su casa porque los colectivos que lo suelen llevar de puesto en puesto están parados por esa razón. Las motocicletas Yamaha 900 que supieron tener están paradas por falta de cadenas y piñones, cubiertas o por no tener plata para la verificación técnica. Conocimiento de primera mano si los hay. Ahora se necesita pasar una reforma laboral porque el brutal ajuste llevado adelante hasta ahora no es suficiente por lo que acabo de decir, la recaudación baja persistentemente al dinamitar la actividad económica local. Ajuste sobre ajuste sobre ajuste. Lo que tuvo que hacer Grecia durante una década sin salir de su penuria, con un país destruido y sus principales empresas, aeropuertos, astilleros y energéticas en manos de otros países, principalmente Alemania, su acreedor estrella.  
EL LIBERALISMO NO FUNCIONA.
Otro tema absurdo que lo propagan como sentido común es que la energía producida en Argentina, transportada en Argentina y consumida en Argentina debe pagarse a precios internacionales. Esto es falso. Por la misma razón que una banana en Ecuador debería (y es) más barata que en Londres. O que un litro de nafta en Arabia es más barata que en España. Es parte de la gran ventaja competitiva de Argentina: tiene energía. ¿Cómo vamos a poder competir en el mundo si nuestras industrias locales deben pagar la energía al mismo precio que un país que no tiene energía y la debe importar?
Son absurdos que ni siquiera el liberalismo justifica. Son medidas impuestas por un gobierno compuesto por gente vinculada a las empresas energéticas que impusieron ese erróneo concepto que los precios internos en un país productor de energía debe empardarse al precio mundial. FALSO. Es una idea, no es una ley. Y eso nos impide ser competitivo al no aprovechar justamente las ventajas competitivas que como país gozamos. Para lograr esto, es imperioso que la energía en general esté mayoritariamente en manos del Estado, como estuvo durante los largos años en que Argentina creció, se industrializó y se desarrolló como el país más igualitario del continente.
Por ahora lo termino aquí, pero habrán notado que aparte de mencionar un par de economistas y de citar ciertas políticas implementadas por la actual gestión, no mencioné ni políticos ni partidos políticos porque esto que sostengo no es mérito de partido alguno y las ideas contra las que lucho tampoco. Esto va de IDEAS. Es mi contribución en el campo de las ideas que atraviesan grietas, partidos e individuos. Yo puedo mostrar los resultados de lo que sostengo. Períodos de crecimiento, desarrollo e industrialización versus períodos de decadencia, endeudamiento, retroceso tecnológico, desocupación y extrema pobreza e indigencia. Si alguien dice que es culpa de este o aquel partido, miente. El que dice que son 70 años miente, ya que Argentina mostró sus mejores índices de todo durante esos supuestos 70 años de decadencia. El que dice que con ideas liberales se sale de esto no puede mostrar un solo ejemplo en el mundo de lo que está afirmando. La apertura indiscriminada solo sirvió para beneficiar un nicho exportador de productos básicos como granos y minerales, las energéticas gracias a la política descripta y a los servicios, como los bancarios directamente beneficiados por la bicicleta financiera y la necesidad permanente de financiar al Estado o los peajes en mano de los gobernantes y sus socios directos. Empresas vinculadas a la alimentación se están fundiendo, muestra de lo absolutamente errada de la política económica aplicada. Ni mencionar otras actividades menos indispensables.
Algo tenemos en claro y sugiero no olvidar: estas políticas seguirán inamovibles en el futuro si las actuales autoridades son verificadas en las urnas.
Invito a la reflexión, pensar por fuera de los noticieros, salirse del día a día y analizar de manera distinta. Es un punto de vista.       


domingo, 28 de octubre de 2018

MI ULTIMA REFLEXION


Una despedida a los comentarios políticos en Facebook

Con 7 años recién cumplidos, saliendo de mi escuela donde cursaba el segundo grado, recibí una noticia que me sacudió como ninguna otra lo había hecho durante mi brevísima vida: mis padres me contaron que habían asesinado a JFK, el presidente. Yo vivía en Indiana, un estado predominantemente republicano, agrícola, conservador.
Me pasé años sintiendo que en cualquier momento recibía un disparo en la cabeza cada vez que caminaba por la calle o andaba en bicicleta. Desde esa temprana edad me interesé por la política. A los pocos meses estaba haciendo campaña entre mis amiguitos por Lyndon Johnson que se oponía a un conservador de derecha, opositor de las flamantes leyes que otorgaban igualdad de derechos a los afroamericanos, opositor al estado benefactor y a la New Deal de Roosevelt que sacó a USA de la depresión de los años 30. Un libertario que de vivir hoy le provocaría sueños húmedos a mi amigo Marco Díaz. Ya a los 7 estaba luchando contra esa corriente de pensamiento. Oponerme a un candidato republicano en un estado republicano me puso en un lugar que comparto hasta hoy: entre las minorías, diferente, motivo de burlas. En USA yo era el argentino entre mis compañeros, el diferente, el raro. Al regresar a la Argentina fui el "yankee", el diferente, el raro. A principios de los 70 cuando todos mis compañeros de secundaria estaban abrazando alguna ideología, sea de extrema derecha, de extrema izquierda, intermedios, peronistas, radicales, Católicos tercermundistas, testigos de jehová o simplemente "yiros" que solo les interesaba salir a bailar los fines de semana, yo intentaba mantenerlos mínimamente aglutinados para que no se maten entre ellos y podamos todos ir de gira de fin de curso.
A los 7 comencé a averiguar de qué iba la gestión de JFK para tratar de entender el motivo de su asesinato. Leí todo al respecto y así terminé interesado en la Segunda Guerra Mundial, empezando por la Guerra del Pacífico. Pocos años después gracias a mi viejo conocí a William Manchester, que tenía su oficina en el mismo edificio que fue mi última morada en USA y que fue el autor del primer libro que detallaba los pormenores del célebre asesinato, muy polémico y conocido a nivel nacional. Ya habíamos vendido nuestra casa y estábamos al borde de regresar a Argentina y la Universidad nos prestó un lindo departamento amoblado para pasar ahí las últimas semanas. Recorriendo de noche los vacíos pasillos descubro el nombre de Manchester en una de las puertas. Le comento a mi viejo y él al día siguiente me lo presentó. Era una celebridad en ese momento. Mientras nosotros seguíamos hacia otro rumbo en ese agosto de 1968, Manchester permaneció en ese pueblo y universidad hasta su muerte en 2004.
Entre los 7 y los 11 años me mamé la biografía de Abraham Lincoln, la de Theodoro Roosevelt, me enteré quien era Willy Brandt años antes de ser Canciller y Primer Ministro de Alemania gracias a que compartía con mi viejo su postgrado en la vecina Universidad de Yale. Y entre esos años también viví los asesinatos de Malcolm X, Robert Kennedy, Martin Luther King y un mayo francés que me sonaba lejano. Todo inmerso en un día a día que incluía las protestas por la guerra de Vietnam, la revolución de la música, las drogas, el sexo y un clima de conflicto que hoy me suena a hermosa calma y transformación de valores indispensables para dejar atrás las generaciones de padres y abuelos que habían llevado al mundo a dos guerras mundiales. Hoy ese intento al que apoyé y tuve la suerte de tener conciencia al vivirlo se escurre entre mis dedos junto con sueños y proyectos que quedaron a mitad de camino o simplemente desaparecieron.
Llegué a Argentina para enterarme que el gobierno lo manejaban los militares, que no había Congreso y que los gobernadores no se elegían. Me sonaba de lo más absurdo del mundo, no entendía como un país aparentemente culto, civilizado, complejo y lleno de gente capaz podía estar en tamaña situación. Tuve que reformatear mi cabeza y empezar a ver las cosas desde este lado del muro. Fue empezar nuevamente. Mis inquietudes por el mundo, por la historia, por entender permanentemente el contexto que me limitaba y definía los carriles por donde me iba a desenvolver como persona, tenía que ir dejándolas de lado al elegir un colegio secundario de doble jornada y luego una carrera universitaria absorbente. A los 23 años y viviendo una terrible dictadura, con amigos desaparecidos, asesinados o exiliados, no aguanté más. Ya viviendo solo decidí abandonar abruptamente mis estudios, saturado por la falta de tiempo entre un trabajo que me consumía 14 horas al día y materias largas que me faltaban rendir. Y me dediqué a iniciar una carrera musical y a hundirme en libros de historia indispensables para reubicarme en una realidad que se había desmadrado por completo. Era el año 1980. Para 1985 ya tenía escrito un libro sobre el daño causado por las políticas neoliberales de Martínez de Hoz durante su gestión como Ministro. Un año de investigación resumidos en un pequeño escrito de 50 páginas. Pero suficiente para arrancar con un cometido que continúo hoy: explicar lo mejor posible por qué estas políticas indefectiblemente destruyen a Argentina y a todos los países donde se aplicaron. Con eso a cuestas me opuse al gobierno peronista de Menem y su desguace del Estado en un mar de corrupción. Y por eso dediqué los 2 años previos a la elección de 2015 para alertar con todo el detalle y rigurosidad a mi alcance de lo que iba a venir si ganaba Macri.
En el proceso se me ridiculizó, se me tildó de cuanto adjetivo pululaba por las redes, amigos y familia me dieron la espalda, me putearon, me bloquearon, llegaron a utilizar mis "ideas políticas" para no invitarme a reuniones, casamientos y otros eventos. Y eso que jamás expresé un apoyo explícito a un candidato pero sí a un conjunto de ideas que a la larga ningún partido o coalición expresaba en su totalidad. Yo describí un derrotero personal y como eso influyó en mis inquietudes y mi formación. Y justamente por eso no pretendo que nadie coincida porque cada vida es un recorrido diferente, con distintos sueños y realidades. Nunca pretendí que todos piensen parecido. Sí pretendí que todos piensen. Que cuando expresen algo, con esperanza, o con bronca o incluso con odio, lo hagan con fundamentos. No repetir memes o consignas, pensar mínimamente lo que expresan, verifiquen si es cierto, consulten en más de una fuente, duden, recapaciten.
Siento que mucho del esfuerzo fue en vano. Y que los que sí concuerdan en parte o bastante ya concordaban antes. Dirigirme a los convencidos de siempre, a los que fielmente me siguieron todos estos años, los que me dieron aliento para seguir, ya no tiene demasiado sentido. Y recibir las mismas críticas, las mismas puteadas de la misma gente ya simplemente me cansó. Me acaba de "mandar a marzo" un amigo muy talentoso pero que la interpretación de la realidad no es su fuerte. Menos interpretar el metamensaje que sus propios posts llevan implícitos.
Mi curiosidad por un poco de todo me llevó a no terminar mi carrera, abandonar en los deportes, el andinismo, quedar a mitad de camino en la música, nunca consolidar mi trabajo. Pero no sé si mi cosmovisión, el logro que tamaño sacrificio produjo, la cambiaría por revertir alguno de esos fracasos. Y por eso apoyo la decisión de Eva en el Paraíso. Comer del Árbol de la Sabiduría sabiendo que eso conlleva perder la inmortalidad y los placeres fáciles del Eden fue una decisión que yo también hubiera hecho, sin pensarlo dos veces. Vivir fácilmente pero sumido en la ignorancia no es una opción, para mí. Tuve amigos millonarios, rodeados de lujos y capaces de darse cuanto gusto se les ocurra, poseedores también en una vasta y catedrática ignorancia. Jamás sentí envidia o nostalgia de no poder acceder a ese nivel de vida. Sí siento, en cambio, que las horas del día no me alcanzan para aprender todo lo que quisiera y que mis días  por delante se van haciendo cada vez menos como para seguir dando vueltas a los mismos temas y discutir cosas que resolví hace décadas.
No reniego de mi tozuda participación en Facebook durante largos años. Seguiré presente de alguna manera. Pero gastarme en analizar la realidad, el día a día, advertir sobre el futuro o criticar el presente creo que ya me aburrió. Tengo, como siempre, otras cosas que hacer. Necesito vivir más para mí, cuidar y cultivar mi entorno inmediato, prepararme mejor para los golpes que nos esperan. Ya planté un árbol, ya escribí un libro y ya tuve un hijo. Y logré ser feliz. De aquí en más la vida se me presenta gratis. Perdí amigos de mi edad y bastante menores con mucho más y mejores cosas que ofrecer. Tengo la fortuna de gozar de cierta salud y pienso aprovechar para cumplir la mayor cantidad de sueños que estoicamente conservo. Música, libros, videos, escribir, investigar, terminar mi fábrica, gozar del paisaje y de la tranquilidad de mi pueblo, reunirme con amigos, ver realizado a mi hijo, amar a mi mujer. Todo. La vida fue generosa conmigo y dentro de mis posibilidades intenté estimular a mis amigos, compañeros y circunstanciales prójimos a aprovechar cada momento de las suyas con la cabeza. Al menos reteniendo como trascendentales los momentos que viven a diario. Sacar una anécdota, un aprendizaje, una valoración de entre lo más cotidiano de sus vivencias. Somos lo que recordamos. Con esto quiero cerrar una etapa que la considero cumplida con creces. Lamentablemente creo que como sociedad estamos ingresando en un medioevo del que no creo llegar a ver algún renacimiento. Así que voy a intentar dedicarme a mí y mis placeres pendientes con la tranquilidad de haberlo intentado por mucho tiempo y de todas las formas a mi alcance.
Recuerdo mi primera charla pública. Agosto de 1976, tenía 19 años. Un instructor de un colegio religioso que tenía un grupo de estudio en Ranchillos me convocó. No sé exactamente por qué se le ocurrió que yo podía transmitirle algo a sus alumnos, chicos de apenas un par de años menos que yo. Y me dejó elegir el tema. Estuve una semana preparando la charla, aprovechando los ensayos de una banda de mi viejo en casa del Pato Gentilini cuya mujer Gloria tenía una biblioteca interesante sobre temas sociales. Durante la hora y pico que duraba el ensayo yo me sentaba en el piso y devoraba libros interesantísimos, tomando notas en un cuaderno Gloria. Y el día de la charla había unos 20 o 25 chicos ansiosos por oírme. Fue una vivencia hermosa. Y hablé por primera vez con una soltura que ni sabía que tenía. El tema: "La influencia de los medios de comunicación en la juventud". El instructor quedó sorprendido y después de un par de horas de terminada la charla seguía repitiendo: "muy bueno, pero muy bueno lo tuyo". Dentro de la ignorancia que profesaba en esa época, hoy me sorprendo de haber redondeado un tema que había aprendido unos días antes sentado en el piso de la casa del Pato leyendo a las apuradas. Este relato autocomplaciente se lo dedico a todos esos que durante años me rebatieron con la frase: "te tragaste el relato". Sí, como no. Los medios la tienen fácil convenciéndome.
Amigos, seguirán padeciendo mis relatos. Pero versarán de otros temas. Fue divertido, digamos, mientras duró. Si por ahí necesito hacer algún comentario de la realidad para no atosigarme de conceptos, estará en mi blog específico. La verdad, me cansé. Feliz domingo.

domingo, 19 de agosto de 2018

BAJO EL MISMO DOGMA



BAJO EL MISMO DOGMA

Los que regularmente me leen sabrán que mis posteos son recurrentes respecto de las críticas al liberalismo. Y constantemente trato de fundarlas refiriendo tanto a la historia como al presente. Si pretendes un enclave decimonónico donde tus recursos provengan de exportar granos y tener a tu clase trabajadora trabajando "hasta los domingos", sin representación sindical, sin derechos y reprimiendo cualquier manifestación callejera, date el gusto, dejá todo liberado a la oferta y demanda. Si pretendes un país moderno, democrático, inclusivo, industrializado y con un mercado interno pujante, el liberalismo es lo peor que podés elegir como sistema. Ya lo dijo Alexander Hamilton, el diseñador del sistema económico de Estados Unidos y su primer Secretario del Tesoro en 1790 al aclararle al propio Adam Smith que sus teorías no se podían aplicar a un país que siendo básicamente agrario pretendía desarrollar su industria y su mercado interno. Los resultados están a la vista. Mientras el 100% de los gastos del Estado se financiaban con derechos aduaneros que protegían su industria, Estados Unidos pasó a ser una potencia industrial en pocas décadas y luego el país más poderoso del mundo. Con tamaño ejemplo seguir insistiendo con la apertura plena de la economía y dejar todo el mercado de productos y de capitales librado a la marchanta del mercado produce exactamente los resultados que vivimos a diario, tal como anticipé antes de las elecciones del 2015 con exactamente el mismo ejemplo relatado aquí.
Y encima decir a los 4 vientos que este es "el único rumbo" y que se lo seguirá a muerte preanuncia justamente eso: vamos hacia la muerte del Estado Argentino y al colapso de su sociedad como consecuencia directa. Y se hace con las medidas macro tomadas por esta gestión pero también con las decisiones diarias que siguen el mismo dogma.
Veamos. Argentina tiene una carencia de dólares crónica producto de exportar menos de lo que importa. La apertura comercial tomada en nombre del libre mercado empeoró esta realidad. Ya expresé que 2017 terminó con el déficit comercial más alto de la historia y 2018 lo está superando. Dejemos esta idea aquí y pasemos a otra anécdota.
Hace un tiempo Macri visitó una fabrica automotriz que solía pertenecer a la familia. Y en esa visita interactuó con un trabajador que fue dirigente sindical y le hizo recordar un acuerdo logrado durante los años 90 que permitió, en palabras de Macri, salvar las fuentes de trabajo. Lo que estaba ensalzando el presidente es haber logrado, bajo presión de la patronal, torcer el brazo de los trabajadores y llegar a un acuerdo por fuera del convenio para que ellos resignen derechos y condiciones de trabajo en favor de la empresa. Y vale recordar que durante esos años no había discusiones salariales porque todo estaba congelado producto de la paridad 1 peso 1 dólar. Salvo, por supuesto, las tarifas que se ajustaban automáticamente con la inflación de EEUU, más alta que la argentina en esos años. Eso logrado como empresario Macri lo replica como presidente, con los resultados a la vista. Lo que Macri oculta y el dirigente sindical probablemente ignoraba es que ninguna automotriz se fue del país por excesivos beneficios de sus trabajadores. Sí se fueron cuando el mercado interno menguaba o algún iluminado desde el Ministerio de Economía abría las puertas de par en par a la competencia externa. Congelemos esta idea aquí.
Volviendo a la falta de dólares, solo el dogma liberal y la apetencia por negocios espurios pueden explicar por qué se le compró a Israel en 54 millones de dólares (que no tenemos) patrulleros fluviales que tranquilamente podríamos haber fabricado en Argentina. Y aquí hilvanemos las historias narradas. Astilleros Río Santiago, que fabrica desde enormes buques petroleros hasta destructores y corbetas militares, tranquilamente podría haber construido patrulleros semejantes. Pero mientras que Macri en los 90 festejaba haberle torcido el brazo a un dirigente sindical en su provecho propio, los laburantes del astillero mencionado se resistían a las enormes presiones privatizadoras, con detenciones y muertes incluidas. Y fue uno de los pocos centros productores del Estado que permanecieron en el Estado luego de la década destructora menemista, proceso aplaudido por muchos que hoy se hacen los distraídos en el gran movimiento del general cuanto valés que no tuvieron empacho en traicionar a su base electoral cuando los vientos del Consenso de Washington soplaban. Pero lejos está Macri de convalidar justamente a ese enorme complejo industrial dándole tareas concretas para que muestren su valor tanto productivo como estratégico. Mejor pedir prestado dólares, que los pague las generaciones venideras de argentinos, comprar naves foráneas y hoy batir palmas diciendo que a los Astilleros Río Santiago habría que dinamitarlos con el apoyo explícito de la Hada Buena que soñaba con comprar los votos necesarios para llegar a la presidencia en 2019. Esa es la calaña de dirigentes con quienes nos deleitamos mientras nos vamos a la mierda atado a un dogma que nadie en el mundo sigue. Menos producción nacional, menos exportaciones, más importaciones, más déficit comercial, más desocupación, más endeudamiento, año tras año. Mientras el rebaño de creyentes del discurso liberal como mi amigo Marco Díaz hablan de tormentas, de Turquía, de Trump y de paros salvajes como las causas de la debacle actual y los medios descubren que los desequilibrios los causan 8 cuadernos, la realidad va siguiendo el único rumbo que este gobierno trazó: directo al abismo. Esto lo dije en términos demasiado similares a lo que ocurre el 15 de noviembre de 2015 a puro análisis de la historia, mundial y la argentina en particular. Tengo amigos que aun insisten que fue un emboque al estilo de esos videos de Facundo Campazzo tirando desde el otro extremo de la cancha. Mis reflexiones domingueras y otros escritos con algo de sustancia están subidos a mi blog de manera que cualquiera puede consultar mis opiniones desde el 2003 a la fecha y extraer de allí las pifiadas que quieran en cuanto a diagnóstico de la realidad se refiere. Y de paso no necesitar meter palabras en mi boca o interpretaciones inexistentes.
Que al Estado no le cierren los números no es una calamidad del destino, es una decisión política. E intentar cerrar el desequilibrio ajustando gastos y no haciendo nada por aumentar la recaudación también.
Para cerrar cito dos ejemplos concretos. Para 2012 YPF en manos de Repsol extraía menos petróleo que una década antes. Se perforaban entre 25 y 40 pozos nuevos al año y debíamos importar cada vez más petróleo. Luego de la nacionalización YPF pasó a perforar algo de 1000 pozos al año. Y esto no le costó un centavo a las arcas del Estado. Simplemente se canalizaron a tareas de exploración las ganancias que daba la petrolera que antes se remitían directamente a sus accionistas, la mayoría extranjeros, dólares que salían de Argentina a sus países de origen. Una muestra de cómo una empresa mayoritariamente estatal puede incidir en el desarrollo del país con políticas activas comparada con las mezquinas políticas de renta fácil y rapiña de una empresa privada lucrando con bienes y valores que pertenecen a todos los argentinos. Con Aerolíneas Argentinas pasó parecido. Recuperar la empresa para el Estado significó que el ingreso por venta de pasajes, fletes y servicios pasó a ser del Estado y de esta manera se la pudo equipar con una flota nueva de aviones, recuperar rutas, conectar mejor el interior, comprar nuevamente simuladores para sus pilotos. Tenía un déficit operativo pero el principal gasto que significó su recuperación salía en gran medida de los ingresos recuperados. Imaginemos por un momento que los peajes que empresas privadas cobran de rutas nacionales construidas con nuestros impuestos fueran a parar a Vialidad Nacional en lugar de grandes grupos económicos como Autopistas del Sol, en manos de la familia Macri. Argentina podría autofinanciar la construcción de caminos sin tener que recurrir al deficitario presupuesto nacional. Ya se probó favoreciendo a estos grupos concentrados y el fracaso está a la vista. Salir de esta significará tocar los intereses de algunos por más que lo pinten como calamidad. Deberá haber nuevos perdedores en la construcción de una Argentina exitosa. Ya probamos haciendo perder a los laburantes, a los jubilados y a la clase media y fracasamos. La gestión venidera deberá tocar otros privilegios, mucho más sustanciosos y perjudiciales para las cuentas públicas que los remedios para jubilados y la construcción de radares, por ejemplo. Pero para eso deberemos desembarazarnos de las creencias y los dogmas rotundamente fracasados. Y tener una dirigencia con ideas, huevos para llevarlas adelante y por sobre todo, la honestidad y patriotismo que hasta ahora carecen muchos. Feliz Domingo.        

     
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domingo, 29 de julio de 2018

BREVE RESUMEN DE 50 AÑOS

Reflexiones Domingueras
Esta narración corre a título personal. No pretendo ser objetivo, pero como frecuentemente resalto, yo provengo de las ciencias duras donde las teorías que no explican la realidad se descartan. Con la misma lógica respaldo estas afirmaciones. La realidad no las contradice, hasta donde llega mi conocimiento.
Argentina desde su organización nacional (por citar caprichosamente una fecha cualquiera) hasta el año 1975 tuvo todo tipo de gobiernos, crisis de diversa profundidad y épocas de bonanza. Pero en promedio era una época en que podíamos afirmar que las generaciones sucesivamente iban mejorando sus niveles de vida. Los hijos tenían más bienestar que sus padres y éstos que sus abuelos.
En 1975 Argentina ya vivía los fuertes coletazos de la crisis mundial del petróleo que arrancó en octubre de 1973 con el barril a 3 dólares hasta llevarlo a los 12 dólares poco después. EEUU vivió un impacto traumatizante tanto en inflación como en el consumo de su clase media al ver disparar los precios de los combustibles. En esos dos años (1973-1975) Argentina pasó de vivir una especie de euforia con el triunfo de su máximo ídolo del siglo XX Juan D. Perón que regresó a la presidencia luego de 18 años a quedar huérfana luego de su pronta muerte en Julio de 1974 dejando a su tercera esposa en el sillón de Rivadavia. Además de su manifiesta incapacidad para el cargo y su ilegitimidad social ya que nadie votó pensando en ella como líder, a pesar de la gran factibilidad de que eso sea necesaria, la Argentina tuvo que soportar las presiones externas producto de la crisis descripta en el párrafo anterior.
Con un pueblo movilizado a través de sus sindicatos y elementos de ideología extrema recurriendo a las armas para resolver sus apetencias políticas, el país estaba sumido en un caos social que no reflejaba cabalmente una bonanza histórica en términos económicos. Y hablo de bonanza porque 1974, plena crisis mundial, Argentina logra un record en el nivel de ocupación y de participación industrial en su PBI y sus exportaciones. Un estado que hoy nos genera una nostalgia y sin embargo para los que vivíamos ese presente pretendíamos algo bastante mejor. Hoy esa realidad nos parecería un país de primerísimo mundo. El colapso del gobierno de Isabelita fue la excusa para que sectores conservadores vuelvan al poder golpe mediante, una costumbre inaugurada en 1930 como alternativa al voto universal y obligatorio de la Ley Saenz Peña que parecía impedir de por vida el triunfo de minorías pudientes que hasta la promulgación de la misma se daban maña para manejar el país a su gusto.
Pero a diferencia de dictaduras anteriores que repartían los beneficios a favor de las clases acomodadas y las empresas pero que mantenían un Estado presente y el país seguía creciendo en promedio, la dictadura que arrancó en 1976 vino con un cambio conceptual inédito, por su profundidad ideológica y de aplicación. Por primera vez y explícitamente se abrieron las fronteras a los productos importados en detrimento de la industria nacional, se mantuvo un dólar barato que exacerbaba esas condiciones y se promovía a los productos importados como una alternativa superadora en calidad y precio a los productos nacionales. El desequilibrio que tamaño desatino económico produjo en las cuentas fiscales como consecuencia del aumento exponencial de importaciones y la destrucción de la industria nacional, en particular la industria pesada y la industria electrónica(1) obligó a recurrir al endeudamiento para cubrir el enorme déficit que generó y de paso financiar una economía corrupta. El equipo económico echó mano a la abundante oferta de dólares disponibles justamente por la crisis petrolera de los años anteriores (el termino petrodólares se acuñó en esa época) que permitió al sector petrolero y financiero acumular enormes capitales. Argentina pasó a depender por primera vez en financiamiento externo para gastos corrientes. Y así llegó el período democrático que estamos viviendo ahora, arrancando en 1983. Alfonsín recibió una Argentina endeudada y con su industria destrozada. No tuvo la posibilidad de patalear o aplicar una política de resistencia a esta herencia porque en la región aún habían muchos países en manos de gobiernos militares o democracias de derecha y su estrategia quedó aislada, no pudo formar un "club de deudores" como contratarte al consorcio de bancos acreedores que se había formado. Solo Méjico estaba en una crisis tan profunda que hubiera podido acompañado a Argentina en su reclamo pero estaba siendo muy presionada por EEUU para que no lo hiciera. La deuda heredada era de 43000 millones de dólares, una enormidad para el país en una época en que su PBI apenas sobrepasaba los 60000 millones de dólares. Alfonsín solo pudo refinanciar vencimientos de capital e intereses y así llegó el gobierno de Menem en 1989 con 63000 millones de deuda externa y en medio de una hiperinflación producto de un golpe de mercado. El día que asumió entregó el Ministerio de Economía a los poderes económicos que de esta manera desembarcaron en los lugares estratégicos de decisión económica de la mano de un gobierno votado por mayorías, peronista nada menos. Sin peronistas al frente de la economía durante la década menemista, Argentina aceptó la presión de vender todos los activos vendibles como manera de pagar su impagable deuda. Grandes empresas del estado se compraron a previo vil y se pagaban con papeles de la deuda externa que en el mercado valían entre 15 y 20% de su valor pero reconociéndolos al 100% de lo titulado. Recordemos, deuda que se contrajo durante los años de dictadura, o sea, bajo autoridades ilegales e ilegítimas.
La venta de activos incluyó a su complejo siderúrgico (SOMISA) muy rentable y a su aerolínea de bandera. Trenes, subterráneos, su complejo hidrocarburífero (petroleo, gas, carbón), su sistema eléctrico, telefonía, sistema jubilatorio, rutas, etc. La privatización de las rutas, por ejemplo, consistió en inventar un negocio donde no existía. Instalar cabinas de peaje en rutas construidas con impuestos del pueblo para que un privado recaude.
Esta formidable transferencia de bienes al sector privado desfinanció por completo al Estado y para mantener este esquema de pillaje de recursos públicos se tuvo que recurrir a un endeudamiento intenso y permanente. Esto llevó la deuda a 180000 millones A PESAR de haber vendido gran parte del patrimonio de todos los argentinos. Cuando ya era evidente que Argentina no iba a poder pagar sus compromisos el chorro de deuda se cortó y el resultado fue el estallido de diciembre del 2001. Frenar el pago de la deuda luego del colapso permitió a la Argentina recuperarse durante el período 2002-2011 y consolidar sus cuentas fiscales superando incluso la crisis mundial del 2008. Con una política de otra filosofía se empezó a corregir pero solo se recuperó un mínimo de lo enajenado (51% de YPF, Aerolíneas, AYSA, Correo y algunas pocas cosas más). Y el déficit fiscal volvió a partir de la baja en los precios de los granos, pero no producto del latiguillo conservador "se gasta más de lo que se recauda" sino por la lógica de "no se recauda lo suficiente porque los bienes del estado son explotados ahora por empresas privadas". Esto es la consecuencia de las privatizaciones de los 90 que a su vez se hicieron bajo presión para pagar la deuda de la dictadura. Matices más o menos, este crudo resumen lo relata en trazos gruesos pero respaldado en los hechos. El gobierno actual va en el sentido de seguir transfiriendo bienes y rentas del estado a los privados por eso me resultó tan sencillo predecir el desenlace. En este marco ideológico estuvo la apertura de los cielos a las low-cost en detrimento de la estatal Aerolíneas o el repliegue de los servicios de Arsat I y II y el abandono del Arsat III favoreciendo a operadores privados, la entrega de la red de fibra óptica estatal para el lucro del Grupo Clarín, el abandono de la producción de radares, de agua pesada, de aviones, de barcos, el remate del Fondo de Garantía de la Anses, etc, etc. Es el camino opuesto al necesario. Y la oposición, ninguna de sus tantas expresiones, plantea el problema en éstos términos. Bajar el gasto no es la solución porque Argentino no tiene por qué vivir como un país africano o periférico ya que proviene de una industrialización importante desarrollada durante tres cuartas partes del siglo XX, una clase media legítimamente pretenciosa con una serie de derechos adquiridos (jubilación, aguinaldo, salud, educación, esparcimiento, etc.) lograda gracias al esfuerzo de sus impuestos durante generaciones. Subir la recaudación es la solución. Recuperar los ingresos fiscales que hoy van a parar a bolsillos particulares. Recuperar lo concesionado bajo coerción. No es un plan comunista, es recuperar el país que ya tuvimos. Las energéticas, las rutas, el gas, el petróleo como mínimo, ya que no se vendieron, fueron concesionadas. Igual que las reservas mineras. También poner en valor lo ya realizado: satélites, aviones, radares, astilleros, complejo nuclear, investigación, todos bienes y capacidades del estado que no son aprovechados porque el dogma liberal, presente en la gestión actual y demasiado respetado por la tibia e inocurrente oposición no cree en lo estatal. Respetaría esa corriente de pensamiento si tuviera algún éxito para mostrar. Pero el fracaso del programa económico de la dictadura, luego el de la década liberal de Menem-De la Rúa sumado al único camino del presente son producto de exactamente lo mismo: abrir la economía, replegar al estado, cubrir el desequilibrio generado con deuda externa. Muy previsible. La recaudación puede agrandarse dramáticamente y en muy breve lapso haciendo que las rentas que producen los bienes del Estado queden en el Estado. Y no en una multinacional que para peor de males debe remitir sus utilidades al exterior, requiriendo para ello dólares que Argentina debe pedir prestados y pagar entre sus ciudadanos. Esto se hizo en otros países luego de la catástrofe de los 90 cuando tomaron medidas similares a Argentina. Noruega, Rusia, Islandia, Corea del Sur, Bolivia entre otros demostraron que con el Estado avanzando sobre los sectores estratégicos abandonados bajo el dogma liberal sus economías se equilibraron y crecieron rápidamente. Grecia, Jamaica, Turquía, Ucrania y otros son ejemplos de países que optaron por seguir los dictados de FMI y sus resultados también están a la vista: una crisis crónica que solo empeora con el tiempo. Repito: armo una corriente de pensamiento basado en experiencias y resultados, no en consignas y creencias de antemano para los cuales luego debo distorsionar la realidad para que cobren sentido. Argentina necesita un plan propio diseñado para Argentina.
Esto es el inicio de una contribución personal al pensamiento de cara a un cambio de paradigma necesario de cara al 2019. Feliz domingo.
(1): Nacimiento, Desarrollo y Destrucción de la Industria Electrónica en Argentina. Un estudio de las políticas de José A. Martinez de Hoz y sus efectos sobre la industria nacional. Luis Octavio Corvalán - Tucumán - 1986

sábado, 5 de mayo de 2018

COREA DEL SUR


Corea logró su independencia en 1945, cuando los norteamericanos derrotaron a los japoneses. Luego de 36 años de ocupación, Corea era muy pobre. Y para colmo, antes de poder empezar alguna recuperación, estalla la guerra. La primera guerra caliente de la guerra fría. Luego de años de conflicto Corea se divide en dos, deja atrás 5 millones de muertos, entre ellos una parte importante de su fuerza laboral, y queda destruido lo poco que tenían. El resto de la década del 50 el 90% del presupuesto estatal provenía de ayuda y asistencia externa. Sin nada, empezando de cero, el estado coreano se obsesionó por lo que consideró lo más importante para empezar la reconstrucción del país: la educación. Con lo poco que tenían, decretaron la obligatoriedad de la educación primaria y secundaria, con acento en secundarias técnicas. Formar carpinteros, torneros, matriceros, electricistas, constructores. 
En 1960 asume un gobierno militar, tras un golpe. Diseña un plan quinquenal que será el puntapié del desarrollo industrial del país. Los yankees, ocupantes del país y encargados de la defensa, no se entusiasman y niegan la financiación del plan. Es Alemania la que apoya. Con su industria en plena expansión, recluta a los nuevos técnicos especializados coreanos y los llevan a trabajar a Alemania. Estos trabajadores viven con lo indispensable y remiten los sueldos en marcos a los familiares. Estos, en lugar de gastarlo en taxis y morfina, lo ahorran. Este ahorro interno en divisas más la ayuda directa alemana permite poner en marcha el plan. Aparecen industrias livianas de mano de obra intensiva: textiles, pelucas (pasan a ser primer productor mundial) y otras actividades livianas. Este proceso se multiplica año tras año. En 1970 el estado, repito, estado, decide montar una siderúrgica. Nunca un país con tan poca experiencia industrial, sin industria pesada, había logrado esto. Pero estaban decididos. En 1973 Corea ya estaba produciendo acero. Una década después era el 4to productor mundial. Esta industria madre estatal dio impulso a lo que es lo distintivo de Corea del Sur hoy: sus enormes astilleros y su industria automotriz. También permitió el desarrollo de su industria electrónica y su producción de componentes, hoy el primero del mundo.
En 1990, caído el muro de Berlín, aparecieron los señores de traje con sus recetas. Contaron que el mundo ahora dejó de ser bipolar y todos estaban adoptando 10 mágicas reglas llamadas “El consenso de Washington”. Corea abrió su mercado de capitales y de la noche a la mañana desembarcaron los inversores de Wall Street y compraron activos de las principales empresas coreanas, extranjerizando una parte importante de la economía construida con el esfuerzo y el ahorro interno de generaciones de coreanos. En 1997, tras la crisis de Indonesia, a los muchachos de Wall Street les agarró el pánico y todos salieron a replegarse de oriente. No había divisas suficientes para el retiro masivo de los inversionistas. Ahí apareció el bombero loco, presto a solucionar el impass: el FMI otorgó un multimillonario “rescate” a Corea. El dinero girado desde Washington un lunes estaba el martes ya en Nueva York, en las cuentas de todos los inversionistas que se replegaron en masa. Resultado: ahora Corea tenía una enorme deuda externa, a pagar por el pueblo, que antes no tenía. La crisis licuó ahorros de toda una vida y otras sutilezas que conocemos también aquí. Este fue el aporte del liberalismo a ultranza a la economía coreana.
¿Qué hicieron los coreanos? Aprendieron de esta crisis, como en otras oportunidades. Lo primero, reformaron su sistema financiero y de capitales, para que no pase de nuevo. Segundo, se esforzaron y para 2001, con 4 años de anticipación cancelaron la deuda con el FMI, como luego harían Argentina, Brasil y otros países y siguieron trabajando y creciendo con sus propias decisiones como lo habían hecho antes.       
Corea del Sur, que en 1955 no tenía NADA, empezando desde cero, es hoy la 12va economía del mundo. Planificación, esfuerzo, ahorro interno, intervención estatal, barreras, estímulos, políticas activas. Otro caso, completamente diferente a Noruega, exitoso. Aplicando metodologías acorde a sus necesidades, capacidades, proyectos y sueños. Nada de tratamiento único para todo enfermo, en cualquier latitud y de cualquier característica. Estructurar el sistema económico en función de la realidad y las necesidades del país. Un claro ejemplo que el mercado no puede generar estos procesos exitosos. Son producto de una cuidadosa planificación y políticas activas desde el estado.