Extremaré
al máximo la capacidad de síntesis a ver si en un tamaño normal explicamos lo
que pasa, desde una perspectiva más grande.
Argentina
es un país enorme y poco poblado. Fue conquistado en un emprendimiento
monárquico. Esto lo diferencia de USA y Canadá, por ejemplo. Las enormes
tierras fueron distribuidas entre la época colonial y posterior a la Conquista
del Desierto entre una cantidad muy pequeña de personas privilegiadas. Seis mil
(6000) personas poseen más del 85% de las tierras. O sea, esos que dicen que
debemos vivir de nuestro agro y olvidarnos de otros emprendimientos no tienen
idea de lo que hablan. Somos 44 millones.
Argentina
durante las 3 cuartas partes del siglo XX se industrializó sustituyendo
importaciones. El primer gran impulso durante la Gran Guerra de 1914 porque los
barcos con productos elaborados no podían llegar a causa del conflicto.
Empezamos a fabricar cosas. Luego la sustitución de importaciones se convirtió
en política de estado justamente para desarrollar la industria. Esto fue
promovido por la Cepal para todo el continente pero en Argentina tuvo un éxito
notable. Para la década del 70 Argentina producía el 95% de los bienes de
consumo que consumía y de los autos, camiones, tractores, locomotoras, barcos y
demás productos de la industria pesada. De esa manera teníamos una desocupación
despreciable, una deuda externa insignificante porque la balanza comercial
aportaba las divisas que necesitábamos y todo más o menos funcionaba. Había
siempre cosas por corregir pero la idea era buena. Esta filosofía la
mantuvieron los gobiernos radicales, las dictaduras, los gobiernos peronistas,
los gobiernos transitorios. Nadie ponía en duda este esquema. En 1975, en medio
de una crisis generalizada a nivel mundial producto del petróleo, Argentina
encima vivía una crisis política luego de la muerte de Juan D. Perón en plena
presidencia. Se nos desequilibró la economía y caímos en una profunda recesión.
Y
ahí se efectuó un ajuste ortodoxo conocido como el Rodrigazo. En junio de ese
año, el flamante Ministro de Economía Celestino Rodrigo aplicó un ajuste severo
que convirtió a todos los argentinos en mucho más pobres de la noche a la
mañana, literalmente. No evitó el colapso del gobierno y la dictadura que se
inició en 1976 hizo una reforma profunda hacia el liberalismo. Abrió la
economía abandonando bruscamente décadas de proteccionismo que había permitido
el formidable desarrollo industrial y nos inundamos de productos importados.
Desde televisores y autos hasta latas de tomate al natural. Las distintas ramas
industriales se vieron afectadas y en muy poco tiempo Argentina abandonó la
producción de maquinaria, electrónica, bienes de capital y tantas otras cosas.
Se empezó a importar a lo pavo, la desocupación creció y como consecuencia de
eso la Argentina empezó a carecer de los dólares suficientes para cubrir la
demanda de lo que importábamos. Y eso se solucionó pidiéndolos prestados. La
crisis del petróleo produjo un excedente de dólares, los petrodólares y
Argentina no tenía problemas de conseguirlos de los grandes bancos. Todavía no
existían los buitres. Los fondos que necesitaba el país los aportaban los
bancos. Chase Manhattan, JP Morgan, Citibank entre los principales. Para cuando
la dictadura entregó el país a su legítimo soberano, el pueblo, que eligió en
1983 a Alfonsín para que lo dirija, ya estaba con su industria destruida, una
desocupación y pobreza en niveles inexistentes antes y una deuda externa
impagable.
Alfonsín
no pudo cumplir con sus promesas de campaña y solo pudo subsistir sin acceso a
créditos, refinanciando la deuda heredada bajo todo tipo de condicionantes y en
la región no tenía aliados políticos. Se fue en medio de una crisis por falta
total de divisas y una hiperinflación descontrolada. Menem llegó y para no
pasar por esa inestabilidad producto del desastre heredado de la dictadura
entregó el Ministerio de Economía al Establishment. Y prometió vender todo lo
perteneciente al Estado, o sea, a todos nosotros, para pagar la deuda
ilegítimamente contraída por la dictadura. Así nosotros como comunidad perdimos
los puertos, las rutas, el acero, el petróleo, el gas, la Aerolínea de bandera,
los trenes, el sistema eléctrico completo, los recursos minerales. Los bancos
cambiaron papeles de una deuda casi incobrable por activos de grandes empresas
rentables y luego los transfirieron a buen valor de mercado recuperando con
creces lo aportado al país durante los años de plomo. Argentina, como Estado,
quedó destruido. Los pueblos incomunicados por falta de trenes, las economías
regionales inviables a causa de eso, todo fue cambiando.
El
Estado no solo vendió los activos, también entregó los aportes que todos los
meses los trabajadores hacen para el sistema jubilatorio. Miles de millones de
dólares fueron a parar a especuladores financieros y el Estado tuvo que cubrir
las jubilaciones a pura deuda, ya que dejó de recaudar los aportes jubilatorios
pero igual debía seguir pagando las jubilaciones. Deuda externa. Deuda que
finalmente estalló en 2001 con más de 40 muertos en todo el país, un gobierno
huyendo y dejando a la Argentina en la pobreza total.
Los
liberales hoy aleccionan que el país no debe gastar más de lo que recauda pero
no cuentan que fueron esas políticas las que crearon tal caos que tuvimos que
vender todo lo que producía para el Estado afectando la recaudación de manera
drástica. Y encima las empresas privadas que hoy explotan los bienes que eran
estatales son extranjeras y necesitan permanentemente dólares para girar sus
utilidades a sus casa matrices. Lo producido dejó de ingresas a las arcas del
Estado y encima debemos pedir prestado para que las empresas puedan convertir
los pesos recaudados en dólares. La "crónica faltante de divisas" que
todos nombran pero nadie explica de dónde viene.
Nadie,
ni siquiera la oposición, menciona como llegamos a este estado. Y ponen de
ejemplos otros países. Hoy están de moda Chile y Perú, que junto a otros de la
región no destruyeron su desarrollo industrial porque nunca lo tuvieron, no en
el grado del nuestro. No tuvieron jamás las escuelas y hospitales públicos que
supimos tener, la cobertura jubilatoria para sus viejos y otras necesidades
adquiridas que nos hicimos merecedores aplicando otras políticas.
Macri
tomó al asumir todas las medidas que generaron este caos desde el primer
momento, en 1976 y por eso era tan fácil vaticinar el resultado: exactamente el
mismo. Desocupación, destrucción de la industria, pobreza, hambre y una crisis
de deuda externa.
Argentina
nunca va a poder fabricar la licuadora más barata del mundo. Según los
liberales, no debería fabricarla y dedicarse a comprarla hecha en aquel país
que la haga más barata. Pero el mundo real no funciona así. Europa no puede
producir ni maíz, ni trigo ni carne a los precios argentinos. ¿Qué hacen?
Protegen a su campo, a los productores, con todo tipo de medidas: cupos de
importación, subsidios, tarifas, barreras arancelarias, etc. Eso de libre
mercado en una mentira, de lo contrario ¿por qué lleva décadas firmar un
acuerdo comercial con ellos?
Amigos liberales saldrán de inmediato a criticar todo lo que detallo aquí y que
hoy el mundo es otro, que estas ideas están caducas y la mar en coche. Pero
recuerdo a todos que las ideas que mis amigos liberales apoyan
Mi provincia Tucumán se hizo sinónimo mundial de hambre al cabo de una década de liberalismo. Niño atendido por desnutrición en un país exportador de alimentos. |