COMENTARIOS PARA LECTORES OCASIONALES

Inauguré este sitio con 5 artículos que ya tenía escritos, entre 2003 y 2005. Algunos analizaban un momento particluar y pueden sonar desactualizados, pero en la mayoría de los casos son hechos cuyos efectos perduran.
A partir de ahí voy subiendo mis comentarios que considero más interesantes para el público interesado en temas políticos. En general tratan temas de política internacional, de Argentina y Latinoamérica. Muy rara vez escribo sobre la política local de mi provincia, Tucumán.
Espero que disfruten del blog.

viernes, 30 de agosto de 2019

EL DÍA DESPUÉS


Extremaré al máximo la capacidad de síntesis a ver si en un tamaño normal explicamos lo que pasa, desde una perspectiva más grande.
Argentina es un país enorme y poco poblado. Fue conquistado en un emprendimiento monárquico. Esto lo diferencia de USA y Canadá, por ejemplo. Las enormes tierras fueron distribuidas entre la época colonial y posterior a la Conquista del Desierto entre una cantidad muy pequeña de personas privilegiadas. Seis mil (6000) personas poseen más del 85% de las tierras. O sea, esos que dicen que debemos vivir de nuestro agro y olvidarnos de otros emprendimientos no tienen idea de lo que hablan. Somos 44 millones.
Argentina durante las 3 cuartas partes del siglo XX se industrializó sustituyendo importaciones. El primer gran impulso durante la Gran Guerra de 1914 porque los barcos con productos elaborados no podían llegar a causa del conflicto. Empezamos a fabricar cosas. Luego la sustitución de importaciones se convirtió en política de estado justamente para desarrollar la industria. Esto fue promovido por la Cepal para todo el continente pero en Argentina tuvo un éxito notable. Para la década del 70 Argentina producía el 95% de los bienes de consumo que consumía y de los autos, camiones, tractores, locomotoras, barcos y demás productos de la industria pesada. De esa manera teníamos una desocupación despreciable, una deuda externa insignificante porque la balanza comercial aportaba las divisas que necesitábamos y todo más o menos funcionaba. Había siempre cosas por corregir pero la idea era buena. Esta filosofía la mantuvieron los gobiernos radicales, las dictaduras, los gobiernos peronistas, los gobiernos transitorios. Nadie ponía en duda este esquema. En 1975, en medio de una crisis generalizada a nivel mundial producto del petróleo, Argentina encima vivía una crisis política luego de la muerte de Juan D. Perón en plena presidencia. Se nos desequilibró la economía y caímos en una profunda recesión.
Y ahí se efectuó un ajuste ortodoxo conocido como el Rodrigazo. En junio de ese año, el flamante Ministro de Economía Celestino Rodrigo aplicó un ajuste severo que convirtió a todos los argentinos en mucho más pobres de la noche a la mañana, literalmente. No evitó el colapso del gobierno y la dictadura que se inició en 1976 hizo una reforma profunda hacia el liberalismo. Abrió la economía abandonando bruscamente décadas de proteccionismo que había permitido el formidable desarrollo industrial y nos inundamos de productos importados. Desde televisores y autos hasta latas de tomate al natural. Las distintas ramas industriales se vieron afectadas y en muy poco tiempo Argentina abandonó la producción de maquinaria, electrónica, bienes de capital y tantas otras cosas. Se empezó a importar a lo pavo, la desocupación creció y como consecuencia de eso la Argentina empezó a carecer de los dólares suficientes para cubrir la demanda de lo que importábamos. Y eso se solucionó pidiéndolos prestados. La crisis del petróleo produjo un excedente de dólares, los petrodólares y Argentina no tenía problemas de conseguirlos de los grandes bancos. Todavía no existían los buitres. Los fondos que necesitaba el país los aportaban los bancos. Chase Manhattan, JP Morgan, Citibank entre los principales. Para cuando la dictadura entregó el país a su legítimo soberano, el pueblo, que eligió en 1983 a Alfonsín para que lo dirija, ya estaba con su industria destruida, una desocupación y pobreza en niveles inexistentes antes y una deuda externa impagable.
Alfonsín no pudo cumplir con sus promesas de campaña y solo pudo subsistir sin acceso a créditos, refinanciando la deuda heredada bajo todo tipo de condicionantes y en la región no tenía aliados políticos. Se fue en medio de una crisis por falta total de divisas y una hiperinflación descontrolada. Menem llegó y para no pasar por esa inestabilidad producto del desastre heredado de la dictadura entregó el Ministerio de Economía al Establishment. Y prometió vender todo lo perteneciente al Estado, o sea, a todos nosotros, para pagar la deuda ilegítimamente contraída por la dictadura. Así nosotros como comunidad perdimos los puertos, las rutas, el acero, el petróleo, el gas, la Aerolínea de bandera, los trenes, el sistema eléctrico completo, los recursos minerales. Los bancos cambiaron papeles de una deuda casi incobrable por activos de grandes empresas rentables y luego los transfirieron a buen valor de mercado recuperando con creces lo aportado al país durante los años de plomo. Argentina, como Estado, quedó destruido. Los pueblos incomunicados por falta de trenes, las economías regionales inviables a causa de eso, todo fue cambiando.
El Estado no solo vendió los activos, también entregó los aportes que todos los meses los trabajadores hacen para el sistema jubilatorio. Miles de millones de dólares fueron a parar a especuladores financieros y el Estado tuvo que cubrir las jubilaciones a pura deuda, ya que dejó de recaudar los aportes jubilatorios pero igual debía seguir pagando las jubilaciones. Deuda externa. Deuda que finalmente estalló en 2001 con más de 40 muertos en todo el país, un gobierno huyendo y dejando a la Argentina en la pobreza total.
Los liberales hoy aleccionan que el país no debe gastar más de lo que recauda pero no cuentan que fueron esas políticas las que crearon tal caos que tuvimos que vender todo lo que producía para el Estado afectando la recaudación de manera drástica. Y encima las empresas privadas que hoy explotan los bienes que eran estatales son extranjeras y necesitan permanentemente dólares para girar sus utilidades a sus casa matrices. Lo producido dejó de ingresas a las arcas del Estado y encima debemos pedir prestado para que las empresas puedan convertir los pesos recaudados en dólares. La "crónica faltante de divisas" que todos nombran pero nadie explica de dónde viene. 
Nadie, ni siquiera la oposición, menciona como llegamos a este estado. Y ponen de ejemplos otros países. Hoy están de moda Chile y Perú, que junto a otros de la región no destruyeron su desarrollo industrial porque nunca lo tuvieron, no en el grado del nuestro. No tuvieron jamás las escuelas y hospitales públicos que supimos tener, la cobertura jubilatoria para sus viejos y otras necesidades adquiridas que nos hicimos merecedores aplicando otras políticas.
Macri tomó al asumir todas las medidas que generaron este caos desde el primer momento, en 1976 y por eso era tan fácil vaticinar el resultado: exactamente el mismo. Desocupación, destrucción de la industria, pobreza, hambre y una crisis de deuda externa. 
Argentina nunca va a poder fabricar la licuadora más barata del mundo. Según los liberales, no debería fabricarla y dedicarse a comprarla hecha en aquel país que la haga más barata. Pero el mundo real no funciona así. Europa no puede producir ni maíz, ni trigo ni carne a los precios argentinos. ¿Qué hacen? Protegen a su campo, a los productores, con todo tipo de medidas: cupos de importación, subsidios, tarifas, barreras arancelarias, etc. Eso de libre mercado en una mentira, de lo contrario ¿por qué lleva décadas firmar un acuerdo comercial con ellos?
Amigos liberales saldrán de inmediato a criticar todo lo que detallo aquí y que hoy el mundo es otro, que estas ideas están caducas y la mar en coche. Pero recuerdo a todos que las ideas que mis amigos liberales apoyan 
Mi provincia Tucumán se hizo sinónimo mundial de hambre
 al cabo de una década de liberalismo.
Niño atendido por desnutrición
en un país exportador de alimentos.  
son justamente las que estamos viendo fracasar delante de nuestras narices. Argentina en default, con una deuda inmanejable, desocupación, pobreza, hambre, industria destruida, economía extranjerizada, mercado interno inexistente. ¿Algo nuevo? Para nada. Por eso la lección de esto, como si 3 episodios no fueran suficientes, es no volver a las políticas neoliberales porque no son adecuadas para este país y tampoco para cualquier país que pretende que su campo, su industria y su desarrollo no queden a merced del mercado. Porque siempre habrá alguien que produzca más y más barato algo respecto a lo que nosotros podamos hacer. Pero necesitamos integrar 44 millones de habitantes a un país enorme cuya bendita y productiva tierra está en solo 6000 manos. O reformamos todo el agro o protegemos nuestra industria, o ambos. Los neo liberales no quieren hacer ninguna de las dos. Y así nos fue como nación cada vez que pudieron hacer de las suyas. Esto no es culpa de los humores de los mercados porque fulano o mengano ganó algo parecido a unas elecciones. Es un modelo económico que solo favorece a unos pocos y sistemáticamente a destruido a la Argentina cada vez que se aplicó. Para esos amigos que me acusan de tragarme un relato, les aclaro que no. Macri es el peor de los gobiernos de este signo que me tocó presenciar, salvando a la dictadura, pero cuyo desempeño económico me parece hasta peor en algunos aspectos. Estas ideas no se aplican en ningún país serio o exitoso del mundo. Intentemos que este desastre sirva de aprendizaje.