Reflexiones Domingueras
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial no existían ni por asomo la
variedad y popularidad de medios y plataformas de comunicación de hoy en día.
Existían los diarios, la radio, revistas y libros. Salvo la radio, las noticias
no “llegaban”, había que buscarlas. Y lo que no se publicaba o difundía por
radio, directamente no existía como hecho. Por esta razón Eisenhower, al
ingresar a Alemania y descubrir los campos de concentración, no solo documentó
todo en fotografías y filmaciones, sino que hizo desfilar a los ciudadanos
alemanes para mostrarles en directo las atrocidades que el gobierno de Hitler
había estado cometiendo y ocultando de su propio pueblo. Y esto último lo hizo
también convencido que si no lo hacía lo más público posible en poco tiempo
aparecerían los negacionistas, que aparecieron igual.
Hoy, si yo quiero enterarme de una noticia, un tema en particular, una
hecho histórico o una disciplina, en menos de 10 minutos me puedo descargar una
docena de fuentes, comparar el tratamiento del tema en cada una, enterarme de
la trayectoria de los autores, ver las coincidencias y las discrepancias y
luego en base a mi criterio y convicciones archivar la data en mi cabeza de la
manera más creíble o convincente y que se concilie con el resto de la
“realidad” que previamente me fui construyendo con similar procedimiento. O
puedo escuchar TN mientras tomo café en un bar y darme por enterado. La
realidad en uno u otro caso será muy diferente, eso al menos les garantizo. ¿Todos
deberían aplicar mi método? Para nada, es una decisión personal y que funciona
para mí. Hay variadas maneras de informarse si esa es la intención.
Mirtha Legrand fue el medio elegido por el gobierno para sostener a
una golpeada Patricia Bullshit y perfumar su pasado con una guionada pregunta
falsamente incómoda: “¿vos fuiste montonera?” A lo que la impresentable mintió:
“No, fui JP.” El episodio lo relata Horacio Verbitsky en una columna hoy y
trascribe de varias páginas de un libro editado hace 30 y pico de años
detalladas narraciones de la mejor ministra de los últimos 50 años donde se
explaya a gusto contando sus actividades como “montonera”. La mentira tiene
patas cortas pero aun así logra escabullirse si nosotros no somos capaces de
levantar el culo del sillón.
Este breve ejemplo no es algo aislado. Es la madre de todas las
estrategias. El gobierno persevera gracias a la pasión por estar desinformada
de gran parte de la población. Respecto de la difusión de los montos
blanqueados por parte de familiares de Macri y sus funcionarios más cercanos,
no preocupa para nada el hecho escandaloso sino que la información se haya
escabullido del riguroso secreto en que debía permanecer. Todo va de eso,
intentar que permanezcas tranquilo en tu departamento el mayor tiempo posible
mientras debilitan todos los cimientos y columnas sobre las cuales se sostiene
el edificio. Si el derrumbe, inevitable tarde o temprano, te sorprende por
completo como ocurrió en 2001, la tarea se considerará exitosa, no para el
país, pero sí para los gerentes y las empresas que hoy lo manejan en beneficio
propio. El relato es vital para sostener algo innegablemente impopular y que un
35% apoye se celebra como un gran triunfo tratándose de ideas y políticas que
en más de un siglo de elecciones libres jamás lograron ni por cerca semejantes
porcentajes.
En ese contexto de narcotización de la realidad paradójicamente
apareció la desaparición de Santiago Maldonado. Un tema demasiado sensible para
una Argentina que dio un contundente Nunca Más como para tapar con las mismas y
torpes estrategias de maquillar la realidad con Mirthas, Lanatas, Majules y
cía. Y las incontinencias propias de estirpe que no faltan, como Rodríguez
Larreta celebrando como avance que 30 personas detenidas en una protesta
permanezcan detenidas, en un contexto tan delicado como el que estamos
viviendo. Para el ciudadano pegado a su sillón que solo se nutre de los medios
hegemónicos mi sospecha de desencanto surgiría el día que note que no puede ver
el fútbol sin pagar una pequeña fortuna todos los meses. Pero ese día será
posterior a las elecciones en otra muestra más de manipulación. Pero la desaparición
de Santiago está produciendo, no la reacción del típico “potus poteñus
sedentarius”, pero sí del arco político no oficialista casi completo que pone
en riesgo la casi segura obtención de primera minoría que se veía segura de
cara a octubre. Y esto gracias a (y solo posterior) la reacción espontánea e
indignada de enormes segmentos de la población y de diferentes posturas
ideológicas. La desinformación oficial no puede evitar que el tema se cuele por
los canales alternativos, las redes sociales, masivas manifestaciones
callejeras y logre, al menos en este tema, aglutinar a dirigentes normalmente
enfrentados en otros aspectos, diferencias muy bien aprovechadas por el
gobierno para aparentar una salud de la que carece. Es la información y por eso
la obsesión por limitarla, lo que va a esmerilar la base de sustentación de
esta administración. Pero para eso hay que levantar el culo y hacer un mínimo
esfuerzo por buscarla. Feliz domingo.