Reflexiones Domingueras
Ya se cumplirán 8 meses de gestión. La información en los
grandes medios hace que aquellos que se convencieron que la corrupción era
exclusividad K y votaron a la presente gestión, todavía piensan que esto va por
algún camino y no por el campo travieso de la total incertidumbre que a mi
entender transita. Los informados por esos medios son los que me criticaron los
lúgubres pronósticos que hice en noviembre pasado pero que no han podido
señalarme un pifie siquiera de las medidas económicas anticipadas entonces.
Esto lo traigo a colación a ver si ahora me prestan un poco mejor atención. Ahora
que ya pasó, podemos evaluar lo realmente sucedido. A diferencia de mis pronósticos
que suponían una aplicación de medidas ortodoxas de manual que llevarían a un
freno de la actividad económica, un empobrecimiento general, un aumento formidable
de la deuda pública, mayor desocupación y como consecuencia un aumento del déficit
fiscal, todos estos efectos que efectivamente se cumplieron no fue consecuencia
de un dogma económico errado sino de la intención primaria básica de un grupo
de gerentes y accionistas convenientemente ubicados en todos los espacios del
ejecutivo e incluso en la Corte Suprema de producir una inmediata y grosera
transferencia de ingresos hacia sus compañías, grupos económicos y fondos de
inversión. Lo primero que se hizo a contramano de cualquier ordenamiento de la
economía fue dejar en las manos más opulentas todo el dinero público que se
pudo, mediante la quita de cargas impositivas, tarifazos o la obscena cancelación
del dinero solicitado por los fondos buitres, cuenta que pagarán por
generaciones todos los argentinos y que fue a parar a contados bolsillos. Esta
desesperación por la rapiña del dinero de todos se hace mientras a diario te
informan de bolsos, supuestos arrepentidos, rumores, testimonios que llevan a
pensar que las desgracias presentes son una consecuencia innegable de unos
cuantos estúpidos delincuentes que llevaron unos millones para su molino y no
de un robo sistemático y parcialmente legalizado por una banda de asaltantes
del poder político provenientes del poder real que hoy nos gobiernan. El pago a
los buitres, tal como anticipé en noviembre, era el paso necesario para limpiar
el plástico que iba a permitir gobernar hoy con plata de futuras gestiones para
frenar el colapso lo suficiente para cosechar cuanto peso público se pueda
desviar a una cuenta privada antes que la gilada se avive y salga masivamente a
la calle. Tal como se hizo en el pasado. No voy a repetir lo expresado hasta el
cansancio, pero envalentonado por anteriores predicciones, hoy me animo a señalar
lo siguiente. Si a la gestión anterior no le cerraban las cuentas fiscales y
eso obligaba a diversas creatividades y a la emisión de dinero que provocaba
una inflación anual del orden del 25% compensada por paritarias, hoy la situación
es diferente. El déficit es del orden del doble o triple del anterior dentro de
un contexto de un freno notable de la economía, tal como anticipé, lo que
afecta aun más la recaudación. Cualquiera puede leer esas noticias presentadas
como neutras o incluso como logros de todas las semanas: la colocación de
lebacs, la emisión de títulos, el acuerdo con organismos para tal o cual obra.
Todo es una toma de deuda y generalmente con vencimientos que exceden el
mandato del iletrado que circunstancialmente nos gobierna. Para cuando se
celebran las legislativas del 2017 no habrá manera de sostener el relato de la
herencia ni de los bolsos revoleados y los efectos de estos primeros meses ya
habrán producido estragos en los sectores opositores y entre los incautos
votantes. Si ya Macri gobierna con minoría en ambas cámaras y a pura negociación
que indefectiblemente consiste en dinero, cuando las papas estén quemadas y las
bancas propias más escuálidas, el descontrol del ejecutivo será total o caerá
en un autoritarismo y locura represiva con pronóstico pavoroso. Lo de De la Rúa
parecerá una tranquila siesta primaveral y las calles serán un campo de batalla
peligroso. No voy a abundar más allá y comenzarán la llovizna de críticas, pero
no puedo evitar mi impulso de expresar lo que pienso. Este país es rico y
absolutamente viable. Pero la solución queda para allá, no hacia donde vamos
ahora. Lo dije antes, lo reafirmo ahora a 8 meses entrado en gestión. No tengo
problemas en exponer mis afirmaciones al paso del tiempo. Lo hago desde hace décadas
y la verdad no recuerdo grandes pifies del estilo: “el año que viene terminará
con una inflación del orden del 20%”, como afirmó nuestro veraneante crónico a
cargo del ejecutivo, gracias al voto de la dama y el caballero. Buen domingo a
todos.